domingo, 19 de julio de 2015



MIS MANOS VACÍAS


Hoy cuando lavaba mis manos, noté que estaban vacías. No sujetaban nada. No tenían nada. Entonces supe que no tengo nada, o casi nada, que no es lo mismo, pero si igual. Estoy ayuno de amores, falto de dolores. Mi vacío no es la oquedad de una roca, la rotunda negrura de un insondable pozo, la total ausencia de todo. Mi vacío es algo más que todo eso. Es una carencia infinita de emociones. Es la no existencia de sensaciones, de razones, de deseos, de quereres. Me siento como un animal recién puesto en libertad: extraño, raro, asustado, confundido. Todo lo que tenía me ha abandonado, se ha escapado. ¿ A donde han ido, las risas, los besos, los sudores, las angustias?. ¿Donde están las miradas, las caricias, los pesares, los deseos? Ya no los tengo. Es como si repente, sin presentirlo se destapó el cofre de mis utopías, se abrió la maleta de mis sueños y todo voló al viento, dejándome solo, ingrimo.  A veces siento que dentro de mi mora un animal, una fiera terrible que me devora y devora. Entonces, cuando eso pasa, rompo el hilo de mis pensamientos, en vano intento por hinchar el tiempo, por moler el tiempo, por trasegar el tiempo, por masticar el tiempo. Pero no lo consigo. Entonces me concentro en la realidad. Me vuelvo cotidiano. Me mimetizo. Me escondo. Calzo mis zapatos al revés para que crean que voy, cuando en realidad hace tiempo que viene. Que estoy aquí.  Me entretengo en el día a día. En el hacer algo, para dejar de no hacer nada, pero la fiera que me acecha se hace presente y continúa fracturandome, demoliéndome, devorandome. Intento escapar de nuevo, me aferró a los versos de un viejo poema, pero estos se enredan en las rimas, como los pasos se pierden en el camino, tropezando con los zapatos. Oigo, entonces, los gritos del silencio, de ese silencio mudo, y se que enmudeció hace tiempo. Que calló cuando callaron mis propias voces, las que tenía por dentro. Aquellas que me alertaban, que me mantenían en vigilia, que sembraban de inquietud mi atención. Que me decían cosas que quería, y que no quería escuchar. ¿El silencio de mis voces es el reflejo de mi vacío?. ¿ O será la causa ? ¿ Y porque no la consecuencia?. Me miró al espejo y veo que tengo dos huecos por ojos, un hueco por boca y dos tenazas por manos. Y se que estoy solo. Pero la soledad es también compañía. Es una niebla pegostosa que te tupe, que te tapa. Es como una segunda piel. Algo que tienes pegado a tu pecho, adosado a tu espalda y que no puedes quitarte. La soledad es un bicho conchudo, bicefalo, de muchas patas que arrastra su abdomen sobre el tuyo. Que te mira a la cara, revelándote la fealdad de la suya. La soledad es un enemigo que te acecha y sale a tu paso cuando menos la esperas, cuando no la quieres. La soledad es mala compañía. Pero  por ahora, y quizás por mucho tiempo,  es la única que tengo... Buenos días Soledad. EFO.

miércoles, 8 de julio de 2015



LA MUERTE


La muerte es una puerta que se abre  al final de un camino que nadie sabe a donde conduce. La muerte es un paso obligado pero no siempre deseado. La muerte es un tramite necesario, pero no siempre necesitado.  Se puede morir estando vivo. Eso pasa cuando se acaban las razones para seguir viviendo. Cuando ya no se quiere seguir viviendo. Cuando de nada sirve seguir viviendo. Se puede vivir estando muerto. Eso pasa cuando se marchita el alma, se seca el corazón, se pierde la razón. Vivir o morir no necesariamente son Alfa y Omega. Pueden ser Delta y Kappa. Para muchos, aquellos que pasan a la posteridad, su vida comienza cuando mueren. Para otros, esos que viven vidas fulgurantes, su vida comienza apenas nacen. La muerte no es siempre abandono, olvido. La muerte puede ser vida, presencia. Hay muchas formas de morir, pero la más cruel, la más dolorosa es morir en el recuerdo de aquellos que amaste y que te quisieron alguna vez. La muerte física es apenas un dolor, un suspiro, una breve angustia. La peor, la verdadera, es sentir como se van apagando poco a poco tus recuerdos, como se difuminan lentamente  tus sentimientos. Sabes que estás muerto  cuando ya no puedes volver a amar, cuando no sientes ganas de llorar, cuando tu boca se cierra a la risa, tu corazón a la ilusión y tu mente al deseo. Uno puede morir en cualquier sitio. Sentado en un sillón. Caminando por la calle. De cara al viento. De espaldas al sol. Oculto entre la oscuridad. Parado frente al espejo. Acostado en la cama. Uno puede morir de noche. De día. En la tarde, cabalgando entre los colores del ocaso. Arropado por la lluvia. Cubierto por el frío. Uno puede morir llorando. Riendo. Sufriendo. Uno puede morir amando, de tanto amar. Uno puede morir odiando,de tanto odiar.Uno puede morir en paz o guerreando. La muerte puede ser lenta, durar mucho tiempo. Así se muere poco a poco. La muerte puede ser rápida, como un flechazo. Así se muerte pronto. ¿Que color tendrá la muerte? ¿ De verdad será negra?  La muerte puede ser azul como el cielo para aquellos que mueren con los ojos abiertos, de cara al sol. La muerte puede ser roja para quienes mueren ahogados en su propia sangre o en la de los demás. La muerte puede ser verde, como la esperanza de ir a un mundo mejor. La muerte puede ser blanca, como la nada, como saber que después de morir no hay nada más. A lo mejor es como un agujero sin fondo, donde uno cae y cae y siempre cae y nunca deja de caer. La muerte puede ser dulce, amarga o ácida. La muerte puede ser silenciosa o bullanguera.  La muerte puede ser alegre o triste.  La muerte es un fantasma con mil caras. A veces se viste de enfermedad, a veces de tragedia.  La muerte es una vieja que camina en el tiempo. La muerte es una joven prisionera de las horas.  No hay nadie que conozca a La muerte, que la haya visto, que haya hablado con ella, pues todos los que lo hicieron están muertos. La muerte es infalible, puntual, certera. La muerte es la mejor amante, la más confiable. Nunca ha faltado a una cita. Nunca ha dejado a alguien esperando. Uno puede, a veces, decidir como morir. Buscar su muerte. Provocar su muerte.  Acelerar su muerte. Hacerse morir. Lo que  no puede es dejar de morir. Quien muere joven no ha batallado con la muerte. Quien muere viejo ha pasado mucho tiempo eludiendola, burlándola.
¿La muerte tiene dueño, alguien la manda ? ¿Los asesinos deciden por ella o solo son sus mensajeros, sus discípulos? 
Yo prefiero una muerte anunciada, me gustaría sentirla llegar. Verla parada junto a mi. Detallar su rostro y poder preguntarle si ella también morirá algún día.   EFO.