EL SILENCIO.
El silencio es un bloque pesado, cargado de nada, que se aposenta en nosotros. El silencio es universal, general y abstracto; pero también es especifico, único y personal. Sentimos el silencio cuando enmudecen nuestras voces, callan nuestros sentidos, se cierran nuestros corazones. El silencio llega inesperadamente, la mayoría de las veces sin ser convocado. Hay silencios voluntarios que cierran la boca, para que no hable, que maniatan las manos, para que no escriban, que taponan los oídos, para que no oigan, que tapian los ojos, para que no vean. Esos silencios son totales. Pueden durar mucho, pero también pueden ser momentáneos, ocasionales. Esos son parciales. El silencio nunca es casual, siempre es intencionado. Hay silencios que dicen mucho. Hay unos que no dicen nada, pero que lastiman más. El silencio de los otros nos puede hacer llorar, nos puede hacer reír, nos puede hacer callar. El silencio nuestro nos habla por dentro a nosotros mismos. Es como una vocecita interior que nos dice lo que no queremos decir. El silencio flota en el aire. Se hace sentir como una nube de polvo espesa que tapa todo. El silencio viaja de noche. Viaja de día. Es incansable en su peregrinar. No se detiene nunca. El silencio no conoce de edades, no sabe de tiempos. El silencio ignora los espacios. No sabe de distancias. El silencio ocupa todos los ámbitos. Está en todas partes. El silencio amarra las voces. Calla los ruidos. Tapona el alma. Hay silencios que pesan como una losa. Hay silencios que son ligeros como un soplo. Hay silencios que parecen que no terminaran nunca. Que demoran en pasar. Que se quedan estacionados. Hay silencios cortos, precisos, rápidos, certeros, como un disparo. Una sucesión de silencios cortos, no hace un silencio largo. El silencio puede ser ancho, como una avenida. Puede ser delgado, como una hoja de papel. El silencio es como una lámina de agua, se desliza lentamente. Poco a poco va conquistando espacios hasta que los copa todos. Es como un manto de tul que te cubre, que me cubre, que los cubre, que nos cubre. El silencio es blanco, claro. El silencio es negro, oscuro. El silencio es permeable. Se mete por todas las rendijas. Ocupa todas las oquedades. El silencio es inatrapable. El silencio no se puede guardar, pero si podemos guardar silencio. El silencio es mudo, pero a veces es estruendoso. El silencio es una voz que no se oye, que se queda detenida en la garganta.Un silencio ominoso hace mucho ruido. Hay silencios que se quedan suspendidos, como detenidos en el aire, como estacionados. Esos nos aprisionan, no nos dejan mover, nos quitan la respiración, nos paralizan las piernas, nos nublan la mente, nos aprietan el corazón. Hay silencios deseados, queridos, necesitados. Hay silencios eternos, como el de la muerte. Hay silencios breves, como el de la vida. Hay silencios penitencia, como el de los Cartujos, que hacen de él un voto. Hay silencios que se convierten en secretos. Y hay secretos que esconden pecados, que callan culpas, que guardan silencio. Hay silencios que son audibles. Esos cuando se transforman en voces acosan, increpan, reclaman. Hay que ser cobarde para guardar silencio y hay que ser valiente para hacerlo. EFO.
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