LA DEPRESION
La depresión es un visitante inesperado, nunca deseado, siempre aborrecido, que llega un día y sin pedir permiso entra en tu vida, ocupa tus espacios, habita tus estancias. La depresión se instala en un rincón de tu mente y cual menuda araña comienza a tejer su red. Poco a poca te va invalidando, paralizando tu cuerpo. Después te toca el alma, paralizando tus sentires. Decolora tu alegría, desdibuja tu sonrisa, asorda tus sonidos, obnubila tu visión. Y sin que te des cuenta ya está aposentada en ti. La depresión es artera. Ataca de imprevisto, cuando no piensas que lo hará, cuando no esperas que lo haga. La depresión es la madre de la tristeza, pero no de cualquier tristeza; es la madre de tu tristeza. Cuando aparece ya deja notar la preñez que la embarga. Cuando la ves sabes que parirá pronto y para hacerlo buscará un lugar apartado, un recodo de ti. La depresión y su hija, la tristeza, hacen buenas migas con el dolor, con la angustia, con el desencanto.Y todos juntos se confabulan en tu contra. Te persiguen, te acosan y finalmente te abaten. Es difícil, muy difícil, luchar contra ese plielágo de calamidades. Poco a poco, sin darte cuenta, te vas entregando.Vas cediendo espacios.Vas retrocediendo, replegándote, hasta que tu espalda toca la pared y sabes que no puedes retroceder más. Es entonces cuando sientes que ya no tiene sentido resistir, que lo mejor es terminar de ceder, de cerrar la puerta tras de ti. La depresión te habita por el tiempo que ella quiera, o hasta que tu alma, ya exhausta, no pueda hacer nada más y te mate.
Ahora me habita. Me ocupa. Me plena. Entró sin que le abriera. Se coló por una hendija de la puerta. Se deslizó por el postigo de la ventana. No anunció su llegada, pero yo la presentí. Sabía que vendría. Lo supe cuando un tarde cualquiera una lagrima embozada rodó por mi mejilla. Cuando mis manos temblaron abrazando la taza de café. Cuando una urgencia de escapar embaló mis ansias. Cuando un pedazo de angustia me asaltó a medio camino entre el sueño y la vigilia, entenebrando mis noche. En ese entonces no me opuse. No pude hacerlo. La verdad, es que no quise hacerlo. Ahora estoy luchando, en un ir y venir de entierro. Prisionero de mis pasos, dos hacia adelante y uno para atrás. Pero todavía mi espalda no ha topado con la pared. Todavía me resisto. Todavía me permito soñar. EFO
Un día sentí cómo la Depresión y su hija la Tristeza quisieron instalarse en mi alma y me encontré con alguien que me hizo ver que yo, toda una guerrera de la vida, tenía la armas suficientes para abatirla. Hoy le agradezco públicamente por ayudarme a desalojar de mi vida a esas intrusas....
ResponderEliminarUn día sentí cómo la Depresión y su hija la Tristeza quisieron instalarse en mi alma y me encontré con alguien que me hizo ver que yo, toda una guerrera de la vida, tenía la armas suficientes para abatirla. Hoy le agradezco públicamente por ayudarme a desalojar de mi vida a esas intrusas....
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