EL MAL
Hay algo malo dentro de mi. Lo siento escondido, acechándome, como esperando el momento oportuno para manifestarse en su totalidad. Es una sensación vaga, difusa, imprecisa que no se definir. A veces pienso que está en mi mente. Lo veo cabalgar a lomos de mis pensamientos, mimetizado, disfrazado. En otras ocasiones llega vestido de sensaciones, de temores. Eso que no logro identificar es como una premonición, un aviso de que algo no está bien. Eso que me hace sentir bajo un ataque continuo, sostenido, que no cesa, eso que me acosa, que me despierta en las noches, prolongando mi vigilia, que me obliga a mirarme al espejo, a escudriñarme buscando no se que, es como una sombra adosada a mi cuerpo, que ya traspasó mi piel. Hay momentos en que se vuelve real, o siento que se vuelve real. Esa angustia, que no puedo disipar, tiene su origen en tu ausencia. En la ya insoportable falta de tu presencia. En vano te busco dentro de mi y no te encuentro. Se que te has ido, que te fuiste hace tiempo, que ya no formo parte de tu vida, pero sin embargo te sigo sintiendo mía. Es a ti, a través de mi propia imagen, a quien pretendo descubrir en el espejo. Eres tu la que cabalga en mis pensamientos, la que convierte en días mis noches, la que transmutada en sombra, acompaña mis pasos. Y sin embargo no estás. El temor de perderte me hizo perderte. La angustia de presentir que algún día te irías, incitó tu partida. Es difícil vivir con el celaje de tu recuerdo acechándome. Es difícil tratar de ignorarte cuando se que eres mi única realidad. Tu eres mi mal. Ese mal que mina mi alma, que consume mi cuerpo. De nada sirve llamarte. No oyes mis quejas, no sabes de mi. Soy como un perro que ladra tras el postigo de la ventana o en el dintel de la puerta. De tanto evocarte siento que ya no recuerdo como eras. Pareciera que abandonaste el escenario de mi memoria. Ahora te veo como quisiera que fueras. Solo, en esta soledad que hastía, me aferro a un pedazo de nuestra vida pasada. A ese pedazo en que tantas cosas nos eran comunes: la calle, la música, esa calle que antes cancelaba las distancias, esa música que se apagó separándonos, cuando dejo de sonar, cuando cesaron sus acordes, al igual que los blues americanos: lastimosos, quejosos, que cuando terminan nos dejan expectantes, llorosos. Pero todo es inútil sigo sin encontrarte. Y en ese buscar, en ese esperar, se me va la vida. Siento como se ciegan mis caminos, como una a una se apagan las luces, como se cierran las puertas y me voy quedando solo, falto de todo, o de casi todo, de lo que hasta ayer me pertenecía, de lo que era mio. Ahora se, a ciencia cierta, lo que es sentir como el tiempo resbala por la piel, como se escurre, sin que se pueda hacer nada para evitar esa ausencia que mata. Como quisiera volver a tener lo que antes tuve. Como quisiera ver contigo las estrellas que no vimos, beber el agua que no bebimos, besarnos como nunca nos besamos. Tu eres mi mal. Y de ese mal, de ti, voy a morir. EFO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario