sábado, 9 de enero de 2016





LAS ALMOHADA CHINAS.

Para quien desconfía de la seguridad que ofrecen los bancos y prefiere guardar su dinero bajo el colchón, las antiguas almohadas chinas hubiesen constituido su más preciado objeto.
Cuando se habla de almohada, la primera asociación mental que se tiene es la de un cojín suave y blando sobre el cual poner la cabeza al momento de dormir. Antiguamente, en China, no privaban esas características, ya que se buscaba adecuar el clima del lugar y la estación del año, al material que se iba a utilizar y si paralelo a ello la almohada era bella... mucho mejor. Los artesanos chinos de épocas pretéritas concibieron verdaderas maravillas utilizando los más disimiles elementos como madera, bambú, cerámica, junco, cuero, oro, jade, piedra, cristal, ámbar, vidrio, algodón y seda.
Los estilos de almohadas estaban sujetos a la moda y variaban de dinastía en dinastía. Los más refinados eran de uso exclusivo de los miembros de la corte imperial, los pocos ejemplares que de ellos subsisten son considerados tesoro nacional.

La almohada, un producto secular.

Gracias a evidencias etimológicas, se han podido formula hipótesis, mediante las cuales se pretende demostrar que las primeras almohadas chinas estaban hechas de madera; ello se sustentaría en que la palabra china chen, con la cual se designa a la almohada, contiene el carácter componente  mu, que significa madera.
Para algunos expertos, las almohadas, lo mismo que las camas, se fabricaban con materiales disponibles, durables y baratos, tales como madera y bambú, Las condiciones climáticas determinaban la elección de los materiales que se utilizaban. La seda y el algodón que aíslan y retienen el calor se consideraban adecuados para las estaciones más frías. Algunas almohadas de cerámica podían llenarse con agua caliente y servir para doble propósito. En verano se  prefería el junco de la India, el bambú, el cuero, el jade, la cerámica, el cristal y el ágata. Generalmente este tipo de almohada era cubierta con tela.
Los cojines que se hacían de tela y cuero, usualmente, eran rellenados con paja, algodón, pedazo de tela, hojas de té o salvado de arroz. Algunas almohadas estaban rellenas con hierbas medicinales, tales como crisantemos en flor, para aliviar los dolores de cabeza y los mareos. El bambú por ser fresco al tacto, es ideal para el clima cálido y húmedo del sur de China. Algunas almohadas fabricadas con este material estaban hechas de sólo un trozo de tallo en el cual se grababan verdaderas obras de arte. Este tipo de almohada fue el más popular en Taiwan durante la dinastía Ching (1644-1911).

Para todo uso.

Cuando un médico tradicional chino realizaba un complicado examen del pulso, pedía a sus pacientes que pusieran su brazo en un pequeño cojín llamado almohada de pulso.
Ciertas almohadas estaban diseñadas para utilizarse como apoyo para la espalda y algunas para acomodar los hombros, la cintura, los brazos o las piernas. Otras poseían funciones múltiples. Las almohadas de "caja" servían para guardar documentos importantes, joyas, dinero y otros objetos de valor. La mayoría podía cerrarse con candando y, cuando el dueño dormía, era una caja fuerte a prueba de todo tipo de robos. Algunos coleccionistas creen que servían para llevar las pertenencias valiosas al ir de viaje, cumpliendo así una triple función.
Entre las almohadas más antiguas que aún existen, se encuentran unas funerarias de jade, que fueron desenterradas de tumbas que datan de la dinastía Han Occidental 8206 a C. y 7 dC.). Otras rarezas son almohadas modeladas en cerámica vidriada de color blanco de las dinastías Sybg (960-1279) y Yuan (1277-1368).
Las artes decorativas estuvieron muy bien representadas en la fabricación de almohadas. Los artesanos que trabajaban con cerámica, cuero, laca y tela no se limitaban en modo alguno. Las piezas de cerámica contenían diversos diseños grabados e impresos y en ellas se exponían una gran cantidad  de vidriados  que iban desde los clásicos patrones florales en azul y blanco hasta diseños abstractos, parecidos a los de hoy.
Las almohadas de cuero eran decoradas con versos de fina caligrafía y pinturas de paisajes. Las almohadas de tela, casi siempre, eran embellecidas con atractivos bordados.
La ornamentación de las almohadas antiguas refleja costumbres y creencias folclóricas. Muchas de las almohadas de cerámica tenían forma de tigres, panteras y osos. Se decía que tales animales eran eficaces para protegerse de los malos espíritus. Las almohadas con esa forma se utilizaban para las mujeres que deseaban tener hijos varones. Esto fue popular durante la dinastía Tang (618-907). Las almohadas de cerámica hechas durante las dinastías Sun y Yuan, a menudo, estaban decoradas con figuras humanas, flores, pájaros, paisajes, bambú y escenas de óperas populares.
Símbolo de serenidad, felicidad y amor, las almohadas se mencionan en el Libro de los cantos, la antología poética más antigua de China. (Siglo III ó IV a C.).
Quizás si Horacio Quiroga hubiese conocido las almohadas chinas otra sería la historia del Almohadón de Plumas, pero entre el escritor y los artesanos chinos mediaron varios siglos de sueño.
  

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