sábado, 6 de agosto de 2016


MAELO... Sacude zapato viejo.

De las tumbas quiero irme no sé cuando pasará. Las tumbas son pá los muertos y de muerto no tengo ná.
Así cantaba alla por 1962, cuando pagaba cana en Las Tumbas, una cárcel en Kentucky que tiene cuatro pisos bajo tierra y a donde llevó la justicia yanki, esa que rige en Puerto Rico, al Sonero Mayor, Ismael Rivera, acusado de traficar drogas, porque los gringos le encontraron unos tabaquitos en su equipaje, que él nunca dijo que no  fueran suyos, muy al contrario siempre afirmó que eran para su consumo personal.
Isamel Rivera, Maelo para todo el mundo, El Sonero Mayor título que no le pudo discutir nadie, ni siquiera alguno de los grandes como Hector Lavoe, Cheo Feliciano, Ismael Miranda o Justo Betancourt, nació en San Mateo de Cangrejos, Santurce, Puerto Rico el 5 de Octubre de 1931 y murió en Santurce el 13 de Mayo de 1987.
Desde muy chiquitico le daba con furia a las latas, convertidas en conga por su imaginación. Eso lo hacía de siempre, salvo en los poquitos ratos que iba a la escuela, institución que abandonó muy temprano para meterse a limpiabotas, con una caja que le hizo su padre, quien era carpintero, pues algo había que llevar para la casa.
De lustrar zapatos pasó a ser albañil, de la mano de su abuelo quien le pagaba 38 mil pesos por tirar mezcla fina; pero nunca dejaba la conga y desde siempre afinaba garganta, tocando y bailando en la Calle Calma con su amigo, hermano y compadre, Rafael Cortijo.
En 1948 son contratados los dos, inseparables, el uno con el otro, para tocar en el Conjunto Monterrey; Maelo como congero, para algo sirvieron las latas, y Cortijo como bongosero.
En 1954 se unen en una agrupación: Cortijo y su Combo, con el cual Ismael graba 17 discos... Ya volaba alto.
A su salida de la cárcel se va a Nueva York y funda su propia orquesta: Los Cachimbos, consolidándose  definitivamente como solista al grabar 11 discos. Quería experimentar otra cosa lejos de la bomba, la plena y la conga.
De esos años son Las Caras Lindas, De todas maneras rosas y el Nazareno, canción que surgió de un encuentro cara a cara, según contaría más tarde, con El Nazareno de Portobelo, en Panamá, devoción que lo llevaría a peregrinar desde 1975 hasta 1985 hacia la ciudad porteña tras los pasos del hijo de Nazaret.
Isamel Rivera fue sin duda un gigante de la canción popular de estas tierras, su fraseo, su manera de cortar el son para entrarle con la clave y volver después a frasear sin perder el compás; y su cadencia que hacía que en muchas ocasiones su voz sonara como un instrumento, lo hicieron único en su género. Era un sonero, una gran sonero... el Sonero Mayor. Siempre fue acertado al escoger su repertorio, convirtiendo cada pieza, gracias al sortilegio de su voz, en algo personal, íntimo para sus fans.
A mediados de los 80 su fama comenzó a declinar. Perdió la voz. Siempre se dijo que eso fue consecuencia de la depresión en la cual se sumió a raíz de la muerte de Rafael Cortijo, para otros la verdadera causa fue un cáncer que se instaló en su garganta. El nunca negó, ni afirmó ninguna de las dos versiones.  Alejado de los escenarios retomó sus pasos y volvió a Puerto Rico, a su Calle Calma, a la misma casita que compartió de niño con su madre y hermanos. Y allí se quedó.
El 13 de mayo de 1987 a las 5,20 de la tarde se detuvo su corazón, su mamá, Doña Margot, lo sintió ir. "Estaba sentado a mi lado, viendo comiquitas en la televisión, cuando dejó de respirar, se quedó en mis brazos... dos segundos me duró..." 
La misma  multitud que  lo acompañó cuando los gringos lo llevaban preso a Las Tumbas, siguió su ataúd al cementerio, cantó sus canciones y roció de lágrimas su Tumba, la de él.
Ahora quien sabe donde anda. Algunos de sus viejos amigos, Tito, Jhonny, Hector y hasta el mismo Daniel afirman haberlo visto tirando pasos con Rafael Cortijo, en noches de toque, rumba, caña y chicharrita.  Es probable que así sea... de El Brujo de Borinquen todo se puede esperar.
Sacude zapato viejo... Ecuajei.    EFO.

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