domingo, 25 de junio de 2017







LA HUIDA.


Sin pensarlo, sin quererlo, ni siquiera sin imaginarlo,  comencé a huir. Orienté mis pasos hacia un camino ignorado y eché a andar. No se por cuanto tiempo lo he hecho. Tampoco se a donde voy, o a donde quiero ir. Nada ni nadie decide ni mi ruta, ni mi destino final. Simplemente camino... huyo. Tampoco se de quien o de que lo hago. Simplemente camino... huyo. Escapo a tientas. No se por donde voy. Alrededor todo es oscuro, A veces creo ver, a lo lejos, luces temblorosas como las de las velas que custodian los ataúdes, pero al acercarme no las distingo más. Pareciera que se esfumaran, que se apagaran. Ya no están. La oscuridad que me rodea me impide ver el sendero que piso. No se donde estoy. Hay momentos en que quisiera detenerme. Hacer un alto. Parar por un instante para centrarme, averiguarme, preguntarme que quiero. Para evaluar lo hecho y decidir en consecuencia, pero algo me impulsa a seguir. A no detenerme, a avanzar. Y sigo en ruta hacia la nada. Si tan solo pudiera entender que hago  podría decidir que hacer, pero no logro descifrarme y en consecuencia estoy obligado a seguir.
De una cosa estoy seguro y es que no estoy huyendo de mi pasado, pues ese ya no existe. A ese lo destrocé a dentelladas, con esos dientes que amaestré para despedazar, para rumiar historias y sueños.  Quizás huya de mi presente al que siempre he considerado vacuo, sin sentido, carente de orientación. Y si huyo de mi presente lo estoy haciendo también de mi futuro, pues este se construye hoy y hoy es presente y no hay futuro sin presente, como no hay presente sin pasado, sin ayer. Razonando así tendré que concluir, forzosamente, que estoy huyendo de mi mismo, pues soy la suma de mi pasado y mi presente, que equivale a decir mi futuro. Soy un prófugo de mi existencia. Soy un evadido existencial. En eso me convertí cuando cambié mi libertad por los postulados del Código Civil y de la Santa Madre Iglesia. Cuando comencé a acatar normas, a aceptar dogmas, a entronizar ideas y conceptos ajenos que lastimaban mi propia esencia, que contradecían lo que siempre fui: yo mismo. Cuando inicié el descenso hacia ningún sitio bajando por una escalera que no termina nunca, que no conduce a ninguna parte. Y ahora estoy aquí, varado por ratos, caminante a medio tiempo. Preguntándome quien soy, que quiero, y para donde voy. Detenido en este espacio-tiempo, estacionado entre sístole y diastole. Camino...huyo. Y en esa huida arraso con todo. Con lo que antes consideraba bueno y con lo que siempre supe que era malo. Estoy haciendo de mi vida tabula rasa. No pretendo dejar nada, pero no estoy seguro si volveré a construir o por el contrario me conformaré con vivir ayuno, vacío, yermo, estéril. Eso aún no lo he decidido y quizás cuando lo decida sea tarde, porque en ese decidir se me vaya la vida. Mientras tanto camino...huyo.   EFO.

1 comentario: