LA PRISIÓN SIN REJAS.
Cuando baja un Dios invisible se abren las puertas de Fantasía y entramos en un mundo mágico donde todo es posible. Todo, menos aquello que siempre hemos considerado posible. Fantasía es un terreno vedado para los necios. Solo permitido a quienes consideran lo sabido, lo visto, lo oído como algo intrascendente, rutinario, excesivamente normal. Fantasía es una tierra desconocida en la cual no existen caminos. No hay señales. No hay advertencias. Allí cada quien es libre de tener su propio mundo. Fantasía es un pedazo de nada, donde nada existe. Donde se tiene que fabricar realidades, partiendo de ilusiones. Quien se adentre en ella, por vez primera, sabrá que no tiene retorno; entenderá que no hay vuelta atrás, que para siempre será prisionero en esa cárcel sin barrotes, donde somos libres. En la tierra de la Fantasía somos adultos jugando a ser niños y viceversa. Allí no se le pone limite a la imaginación, pues esta es su propio limite. Es un universo paralelo. Un espacio infinito que se recrea día a día, segundo a segundo. Es un paisaje extenso, en constante expansión, donde cabemos todos. En Fantasía podemos construir un sueño de una vez o por etapas. Enriquecerlo a cada momento, agregarle nuevos elementos, volverlo a diseñar, a concebir. En Fantasía conviven, en perfecta armonía, seres de apariencia normal, iguales a nosotros, con otros irreales, inexistentes, al menos en el plano físico que conocemos. Algunos conservan los atributos que le son propios, aquellos con los que nacieron y que le han acompañado toda la vida, pues los hemos trasladado allí para colocarlos en situaciones y escenarios, que inventamos para ellos. Los otros son producto puro y simple de nuestra imaginación. Esos pueden tener una apariencia igual a la nuestra, pero nunca han existido en realidad. También pueden ser distintos. Seres grotescos, legendarios, heroicos, malvados, que nos atemorizan con su fealdad, o que nos subyugan con su belleza física o espiritual. En Fantasía nuestros sueños existen en el presente, se remontan al pasado o viajan al futuro. Es una tierra sin fronteras, donde mora toda ilusión y habita toda utopía. En Fantasía podemos rehacernos, ser lo que queramos: ricos, pobres, feos, viejos, jóvenes... Podemos inventarnos a nosotros mismos, fabricarnos a la medida. Allí nada está hecho, todo esta por hacerse, por construirse, por crearse. En Fantasía no hay puertas que abrir, pues todo está abierto, no hay ventanas para asomarse porque no hay nada oculto. Cualquiera puede ir sin comprar boleto, pues no existe transporte, basta con desearlo. Fantasía es un país libre donde podemos entrar y salir las veces que queramos, sin advertir a nadie, salvo a nosotros mismos, de nuestra presencia. No se requiere visa, ni pasaporte, la única condición es estar vivos pues es una tierra de sueños, donde los muertos no pueden entrar porque no sueñan. En fantasía no existe tiempo, ni espacio. Fantasía no queda en un sitio determinado. No está en ninguna parte. No aparece en los mapas. No hay coordenadas, no existen rutas, ni senderos para llegar. Fantasía está en todas partes. Vive en cada uno. En cualquier sitio donde estemos. Fantasía está en el alma, en el corazón, forma parte de nuestro ADN. En Fantasía nadie está obligado, aquel que la visita lo hace a conciencia, deseando hacerlo. No hay horarios. No se establece tiempo de permanencia, ni hora de entrada o salida. En Fantasía no hay sueño grande, ni deseo pequeño. El tamaño de nuestras aspiraciones lo marcamos nosotros mismos, porque Fantasía somos nosotros mismos... y recuerda: una vez que entres no podrás salir nunca jamás, te convertirás por siempre en prisionero de esa cárcel, sin barrotes, donde serás libre. EFO.
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