THE DEATH, MY DEATH
En sueños me veo habitando cementerios. Desandando los senderos que conducen a las tumbas, violando sus fosas, despertando a los muertos, a mis muertos. Cada uno de nosotros tiene su propio cementerio, habitado por sus muertos, los suyos. Hay muertos que nos pertenecen por consanguinidad, son aquellos que alguna vez formaron parte de nuestra familia, seres con los cuales compartimos una forma intima de vida: madre, padre, hijos, hermanos y una larga lista de parientes, algunos de los cuales no conocimos, por haber existido antes que nosotros, por ser nuestros ancestros. Esos muertos familiares son individuales y solo los compartimos con el resto de los miembros de la familia o con amigos muy cercanos. Hay otros muertos que nos fueron próximos en vida, gente con la cual transitamos pedazos de existencia, trozos de un pasado. Esos nos pertenecen por afinidad, por haber formado parte de nuestras vivencias. A algunos de ellos los amamos, a otros los odiamos y a un tercer grupo los ignoramos, no nos importa que hayan muerto. Compartieron espacio y tiempo, pero sin que nos moviera su existencia. Hay otros muertos con quienes dividimos experiencias, ideas, puntos de vista, pero con los cuales nunca intimamos, pues no los conocimos personalmente, pero sin embargo consideramos nuestros y en cierta forma nos duele que hayan dejado de existir. Son los llamados muertos históricos, de reciente o remota muerte. Todos cumplieron su ciclo vital, ya no están físicamente entre nosotros. Esos muertos viven en ciudadelas cerradas, están amurallados, separados de los vivos. Existen otros muertos, que viven con nosotros, que respiran nuestro aire, que habitan nuestro cielo. Esos muertos están vivos. Esos son los que enterramos en nuestro particular cementerio. A esos los matamos a conciencia, los desterramos de nuestra existencia, los aborrecemos. Dejaron de interesarnos como persona. Con ellos cesó todo pacto, se acabó cualquier relación. Nosotros lo decidimos así. Es gente que en algunos casos quisimos y en otros ni siquiera conocimos, pero la naturaleza del daño que nos causaron, determinó que los matáramos.
Los muertos son algo mas que despojos. Son entes que perviven en la memoria de quienes los amaron u odiaron, que moran en los recuerdos, que están presentes en la mente colectiva o individual de aquellos con los cuales fueron afines, para bien o para mal. Los muertos también somos nosotros mismos, porque estando vivos podemos estar muertos, muertos para aquellos que nos enterraron en su propio cementerio, en ese construido en su memoria, cercado en su corazón. Nosotros, los vivos morimos día a día cuando con quienes compartimos afectos dejan de evocarnos, de pensarnos, de tenernos presentes. La muerte no solo es física, es también espiritual. Hay quien estando vivo, está muerto porque dejó morir sus ilusiones, renunció a la esperanza, clausuró su futuro. Hay quien estando muerto, está vivo, porque abrazó la esperanza, resucitó sus ilusiones, construyó su futuro. EFO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario