UN ENCUENTRO CASUAL
Nos cruzamos brevemente. Sucedió tan de repente que no estoy seguro me hayas reconocido, pues a mi me costó hacer lo propio. Asaeteado por la duda me amarré a tu huella y te seguí sin que me vieras. Inadvertido, te pude observar a mi antojo.
¡Como has cambiado!. El tiempo, la vida, se encargaron de eso. Tu pelo, ese que lanzaba reflejos al menor movimiento, perdió su brillo. Ahora luce opaco. Tus ojos se apagaron. En ellos no habita la mirada desafiante, que tantas veces soporté; dejaron de incitar, ya no acarician. Tu boca, quizás hastiada de besos, ahora se abstiene de provocar. Tus labios todavía conservan su rojo intenso, pero tu risa no es la misma, ya no tiene ese acento musical que obligaba a escucharla.
Con pasos cansinos, lentos, te vi alejar. Dejé de seguirte. Renuncié a ser espectador de tu ocaso.
Yo todavía estoy en el mismo sitio en que me dejaste cuando te fuiste. Vivo en la misma casa y me siento en la misma roca, a contemplar el mar. Dejo que su bramido me asuste. El mar, de noche, es un pozo de terrores, negro, insondable, peligroso. Aún le temo. Sigo pensando que lo seres que lo habitan me ven, cuando los veo, me sienten, cuando los siento, me temen, cuando les temo. Sigo creyendo que el mar y el cielo se encuentran en alguna parte, quizás donde termina el horizonte.
Con pasos cansinos, lentos, te vi alejar. Dejé de seguirte. Renuncié a ser espectador de tu ocaso.
Yo todavía estoy en el mismo sitio en que me dejaste cuando te fuiste. Vivo en la misma casa y me siento en la misma roca, a contemplar el mar. Dejo que su bramido me asuste. El mar, de noche, es un pozo de terrores, negro, insondable, peligroso. Aún le temo. Sigo pensando que lo seres que lo habitan me ven, cuando los veo, me sienten, cuando los siento, me temen, cuando les temo. Sigo creyendo que el mar y el cielo se encuentran en alguna parte, quizás donde termina el horizonte.
Tu si hablas raro, decías. No te contestaba, sólo te miraba. Nunca me resultó fácil tratar de olvidarte. En algún momento pensé que lo había logrado, pero todavía no me acostumbro a tu ausencia. A veces despierto y veo la huella de tu cabeza en la almohada. Percibo la tibieza de tu cuerpo junto al mio. Escucho el sonido de tu voz. Dejo que invadas mis sentidos. Cierro los ojos y comienzo a respirar tu mismo aire, nuestro aire. Hay días en que te noto mas cercana. Es como si todavía estuvieras habitando esta casa. Te siento caminar por el cuarto, te veo asomar al balcón, te oigo gritar mi nombre. En esos días hago inventario de tus cosas, de las pocas que dejaste. Las coloco sobre la cama, como solías hacer, cuando te mirabas al espejo y una y otra vez probabas tus vestidos, dibujando muecas en el cristal. En las tardes compartimos un café mientras la música nos embarga, trota por nuestros cuerpos y nos obliga a juntarnos.
...Hoy amanecí distinto. Ya no estás. Te volviste a ir. Alguien llegó a suplantarte. Ahora estoy seguro que no existes. Quien por todos estos años creí que eras ya no eres. Dejaste de ser tu. Ya no tienes la misma cara, ni el mismo pelo, ni los mismos gestos. Tu voz se apagó. Ahora se que moriste, al menos para mi. Ahora hay otra que ocupa tu lugar en mi mente, sólo que a esa no la conozco. Nada me une a ella. No se quien es. Esa, a quien vi ayer, no eres tu. Ayer tu dejaste de vivir en mi memoria. Ya no dividimos mi espacio. El tiempo, la vida, se encargaron de eso. El tiempo, la vida, te mataron.
Y aquí estoy, sentado en la misma roca, contemplando el mar. Asustándome con su bramido, llenándome con su oscuridad, viendo como te difuminas en lontananza, como te traga la noche. Tal vez algún otro día nos reencontremos, quizás lo hagamos donde termina el horizonte.
Mañana haré inventario de las pocas cosas que dejaste y las arrojaré al mar. EFO.
Mañana haré inventario de las pocas cosas que dejaste y las arrojaré al mar. EFO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario