DE TERRORES Y OTRAS COSAS
Llegó la noche. Poblada de negruras, ahíta de temores. Preñada de presagios. Llena de cosas. Su llegada me tomó por sorpresa. En realidad la esperaba, pero no anticipe que lo haría tan de repente, tan sin darme cuenta. La noche es partera de miedos y de algo más. Con la noche vienen los espantos. Los espantos esperan a las mujeres para robarle el alma y a las hombres para llenarlos de angustia. Los espantos deambulan por las sabanas, recorriendo sus caminos, descansando en los matorrales, a la sombra de los árboles. Los espantos viven camuflados con la niebla de las montañas, habitando sus cuevas, poblando sus barrancos. Los espantos son espíritus malignos, encarnados en humanos de apariencia benigna.
Cayó la tarde y con el ocaso salen los encantos. Los encantos son entes que seducen a hombres y mujeres, obligándolos a hacer su voluntad, amarrando sus acciones a sus deseos, esclavizándolos, poseyendo sus mentes, adueñándose de sus cuerpos, satisfaciendo sus pasiones. Los encantos son espíritus del agua. Moran en los ríos, bañándose en sus cauces, asoleándose en sus riveras.
Cubiertos de oscuridad salen los muertos a recorrer caminos, a transitar calles, a esconderse en las esquinas. Los muertos son las alma de aquellos que una vez estuvieron vivos, pero que por su mal accionar en este mundo no consiguen paz en el otro. Los muertos son fantasmas, cuerpos intangibles que siempre tienen algo que pedir, una deuda por cobrar, una afrenta que reclamar. Los muertos salen de sus tumbas cuando nadie los ve.
Haciendo ruido, aullando, gritando, aparecen los monstruos. Los monstruos viven debajo de las camas de los niños, tras las puertas abiertas, dentro de los escaparates, en los baúles cerrados, en las gavetas de las chifoniers. Los monstruos tienen distinta forma. Son peludos, grasientos, gelatinosos, escamosos, de pies y manos deformes, de uñas largas y sucias, ojos saltones y nariz y boca prominentes. Los monstruos son feos.
Escondidos, inadvertidos los duendes ocupan el entramado de los pisos. Son seres traviesos, malvados que nos prometen riquezas a cambio de casi nada, pero en cada promesa esconden una acechanza, un ardid, una trampa. Los duendes cumplen deseos, satisfacen apetencias, hacen realidad las fantasías y en pago se llevan lo más preciado, lo más querido. Los duendes son pequeños, verdes, de cabello rojizo y ojos azules, de rostro grotesco y manos codiciosas.
La noche no es siempre lo que parece, deslumbra con su belleza y aterroriza con sus horrores. EFO.