EL SEÑOR DE SAN PABLO
Nítida, clara y profunda, la voz ocupó la pequeña estancia. El formón cayó al suelo y el miedo se instaló sobre su cuerpo, cubriéndolo totalmente. Dime, mi Señor, que más te falta, había preguntado con antelación el artesano a la imagen del Jesús de Nazareno que tallaba. Y de la talla brotó la respuesta: ¿Dónde me has visto que tan perfecto me has hecho? Cuenta la leyenda que el hombre no resistió el impacto de la voz. Su naturaleza humana fue incapaz de sobreponerse a la potencia sobrenatural del fenómeno que había desatado.
" La imagen de vestir del Jesús de Nazareno de la antigua iglesia del Señor San Pablo El Ermitaño de Caracas, la cual hoy conocemos simplemente con el nombre de El Nazareno de San Pablo, perteneció a la cofradía de Nuestra Señora del Carmen y Jesús de Nazareno, fundada en aquella iglesia en 1666.
A pesar de la excelente calidad artística de la talla, su famosa y antigua devoción y de sus encantadoras leyendas populares, hasta el presente no ha sido posible hallar documento alguno que precise su origen e historia.
Se supone que fue consagrada por el obispo fray González de Acuña, al erigir en vice parroquia las iglesias de Altagracia y San Pablo, por auto del 4 de julio de 1674. Su creación se le atribuye a un escultor de origen canario, vecino del pueblo de Carayaca y de nombre Juan Cristián Molinero. Otros afirman que su autor fue un humilde tallista criollo, al cual El Nazareno le habría hablado. Sin embargo la realidad es otra. Un estudio de la madera usada por el artista descartó toda posibilidad de que la obra fuese realizada en América y mucho menos en la Provincia de Venezuela. El Nazareno está construido con pino de Flandes, lo que determina su origen europeo.
Nuestro Nazareno vino en un galeón, procedente de España. Se trata de una creación típica de los talleres sevillanos. Su factura recuerda la manera de trabajar de Felipe Ribas (1609-1648); la solución de los cabellos y de la barba y en general de todas las facciones del rostro y sus manos llenas de vida guardan la misma relación de sencillez de las formas que caracterizaron la obra de este artista. Pero es imposible afirmar a ciencia cierta quien lo hizo. La identificación de su autor seguirá siendo un misterio".
Dos siglos ha
Para mediados del siglo XVIII la imagen tenía un retablo tallado y dorado, con un nicho grande en el medio, flanqueado por dos cuadros de ángeles. Estaba ubicada al lado de la Epístola en la nave menor de la Iglesia de San Pablo. Allí permaneció hasta la demolición del antiguo templo de San Pablo El Ermitaño, por orden del entonces Presidente de la República, Antonio Guzmán Blanco en 1876, para construir en su lugar el Teatro Guzmán Blanco, actual Teatro Municipal. La imagen fue guardada, junto con todas sus pertenencias, esperando la terminación de la iglesia de Santa Teresa y Santa Ana, ubicada a una cuadra del antiguo templo, exactamente en el lugar que había ocupado el Oratorio de San Felipe de Neri.
Un inventario realizado al momento de ser retirada determinó que El Nazareno era poseedor de un pequeño patrimonio. Tenía varias túnicas que se le ponían según la ocasión. Cuando estaba en su camerín lucía la más sencilla y llevaba una cruz pequeña, redonda, de madera, pintada de verde. Cuando salía en procesión era vestido con la túnica más lujosa y la cruz que llevaba era grande y de cartón, pintada también de verde. La cruz de cartón servía para aliviar el peso y evitar daños en las manos de la talla con el movimiento, durante la procesión. Usaba además un cíngulo y soga de hilo de oro con borlitas en las puntas. El obispo Mariano Martí describe así los haberes de El Nazareno.
" Iten Una túnica de terciopelo morado, buena, guarnecida con guarnición de oro.
Iten Otra dicha de terciopelo morado guarnecida con una guarnicioncita de oro muy angosta.
Iten Otra dicha de tafetán morado muy deteriorada y rota con una guarnicioncita de plata.
Iten Otra dicha de tafetán morado nueva.
Iten Dos más de lo mismo, muy rotas".(Sic).
Además de ello tenía una corona de plata, dos juegos de potencias; uno de bronce dorado y otro de plata, y su corona de juncos, pintada de verde.
La imagen se instaló en la nueva iglesia en 1881. Con el cambio la talla perdió su retablo y sus alhajas. Con el tiempo iría perdiendo otras cosas.
Años y pecados
La encorvada silueta se recorta en la tarde que muere. Sus pies no tocan el mar de velas encendidas sobre el cual flotan. Este Jesús de Nazareno que anda en procesión un Miércoles Santo en Caracas, al igual que aquel que anduvo sobre las aguas, siglos atrás, soporta sobre sus hombros el peso de los pecados de la humanidad a la cual intenta redimir. Para muchos devotos la imagen se inclinaba cada año como consecuencia de esa carga. Para los restauradores la talla estaba sometida a un progresivo proceso de deterioro que debía ser detenido a la mayor brevedad posible.
" Desde que me hice cargo de esta basílica el 24 de mayo de 1970, tuve la impresión - afirma Monseñor Juan Francisco Hernández-, de que la imagen de El Nazareno de San Pablo tenía un barniz barato en el rostro. En las semanas santas de 1971 y 1972 mis temores crecieron al ver la imagen de cerca y con más detenimiento. No se necesitaba ser un técnico para darse cuenta de que toda la cara, labios, barba, bigote y pelo estaban burdamente repinados. En la oreja izquierda era evidente un daño producido por un golpe, por el comején o por algo deteriorante..."
"... por consejo del doctor Mauro Páez Pumar y de don Alfredo Boulton, busqué y obtuve la colaboración de dos expertos: Carlos F. Duarte, restaurador del Museo de Bellas Artes de Caracas y Manuel Díaz, escultor y restaurador español, autor de numerosos trabajos que lo avalan.
Ellos, separadamente examinaron en secreto y detenidamente la imagen y rindieron sendos informes..." De esos informes se concluyó que el estado general de la talla para esa época era lamentable. Ante la gravedad de la situación el arzobispo coadjutor de Caracas, Monseñor José Alí Lebrún ordenó el inicio de los trabajos de restauración.
La lucha contra el tiempo
El 17 de julio de 1975 El Nazareno fue retirado de su nicho y pasado a un taller improvisado en la propia basílica. En el nicho se colocó una fotografía en blanco y negro de la imagen, de tamaño natural y en su capilla un cartel explicativo en el que además se les pedía a los fieles tener paciencia.
Carlos Duarte describe así el proceso: "Las exploraciones comenzaron por la cabeza. Al quitar la pintura al óleo que cubría la cabellera se determinó que en gran parte esta rehecha con un burdo relleno de yeso y cola, el cual al ser removido dejó abierta una enorme cavidad en la que cabía una mano y de una profundidad aproximada de treinta centímetros. Este espacio estaba relleno con algodón y papel periódico.
El mechón de pelo que cuelga al costado derecho de la imagen había sido ya remplazado en una restauración anterior. En el pómulo del mismo lado se halló un daño de unos cinco centímetros de diámetro y una perforación pequeña en la ceja del mismo lado, semejante a la huella dejada por una bala.
Al eliminarse el repinte del labio interior resultó estar en buenas condiciones, salvo su policromía, que no existía y era la causa del repinte.
La oreja del lado izquierdo de la cabeza tuvo que ser rehecha completamente pues en su lugar no había sino una burda reconstrucción de yeso.
Debajo de la barba y detrás de la mandíbula inferior, a cada lado, se encontró un hueco formado por los insectos, en la unión de la mascarilla con el resto de la cabeza. En la base del cuello, en el medio y también en la unión del pelo, en el costado izquierdo y en el derecho aparecieron varias cavidades, aunque estrechas, pero de diez centímetros de profundidad. En el torso, las piezas que lo formaban estaban desencoladas y con algunos agujeros. Se descubrió que los dos antebrazos habían sido reforzados con grapas de hierro, por estar desencolados.
En la pierna izquierda, a la altura de la rodilla y hacia abajo, había una cavidad de cinco centímetros de profundidad, veinte de alto y diez de ancho. Detrás y al costado de la pantorrilla también había dos pequeñas cavidades así como otra más abajo, en el costado izquierdo.
Los pies eran quizás los más dañados, pues le faltaban los dedos y habían sido perforados en la base para colocar unas franjas de hierro con el supuesto fin de reforzarlos.
Todas las cavidades fueron limpiadas y envenenadas. Luego fueron ocupadas o rellenadas con piezas de madera de caoba o vera, cortadas según la forma de cada hueco y sus orificios sellados con una pasta sulfatada.
Finalmente se enyesó y policromó con el método de los encarnadores antiguos, usando una vejiga de carnero para bruñirlas. Las manos presentaron menos problemas, pues se hallaban en mejores condiciones. Sólo se limpiaron los repintes y se ajustó un dedo quebrado. Se le hicieron algunos rellenos y retoques donde faltaba pintura.
Se conservaron las pestañas antiguas y se eliminaron dos que estaban en los párpados inferiores y eran de factura comercial.
El trabajo tuvo una duración de tres meses. La labor fue diaria y continua, dedicando a veces hasta horas de la noche."
Una vez terminada la restauración, El Nazareno fue restituido al culto público en una misa solemne, oficiada por el Arzobispo Coadjutor de Caracas, el miércoles 5 de octubre de 1975, día de Santa Teresa.
"... El Nazareno de San Pablo tuvo una casa y la perdió y tuvo un patio y una tapia y un limonero y un portón. Malhaya el golpe que cortara el limonero del Señor..." EFO.
Bibliografía consultada:
Carlos F. Duarte
Carlos F. Duarte
El Jesús Nazareno de la desaparecida iglesia de San Pablo.
Caracas, 1977
Andrés Eloy Blanco
El Limonero del Señor.
Andrés Eloy Blanco
El Limonero del Señor.
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