viernes, 22 de julio de 2016


LOS TENIDOS 


Los amores que hemos tenido, que hemos vivido, que hemos compartido son jirones de vida que  creemos haber dejado abandonados a la vera del camino. Los amores que vivimos, esos que nos hicieron temblar de emoción al solo aliento de un nombre. Esos que nos embotaron los sentidos, que nos marcaron como única ruta la senda del ser amado, esos amores no nos abandonan nunca. Siempre viven en nosotros. Están en nuestros recuerdos. Moran en nuestra mente. Son como pasajeros con los cuales compartimos un viaje, un destino. Siempre están presentes, aunque no los estemos viviendo. Están allí escondidos, camuflados. Basta el olor de un perfume, el color de unos ojos, el cascabel de una risa para que se avive su recuerdo. Para que se hagan presente, para que renazcan de nuevo. Esos amores, los tenidos, son inolvidables. No los podemos desterrar. No los queremos olvidar. Son imposibles de extrañar. Esos amores nos asaltan cuando menos lo pensamos, cuando menos lo esperamos. Llegan envueltos en el aire, cubiertos con la noche. Al abrigo de las sombras. De cara al sol. Confundidos con la lluvia. Y cuando lo hacen se quedan por un tiempo, largo o corto, no importa, se quedan. Ocupan su propio espacio invitándonos a evocar situaciones vividas. Haciéndonos recordar lugares y épocas, donde compartimos algo más que un beso, que una caricia, que un te quiero. Vuelven para hacernos soñar de nuevo. Para acariciarnos con la olvidada tersura de una piel, con el roce de unos labios, con el mordisco del deseo, con el desenfreno de la pasión. Esos amores, los tenidos, siempre están allí. Acompañándonos. Vigilando nuestros pasos, adosados a nuestros cuerpos como una sombra. Son indivisibles de nosotros. Su existencia no se negocia. Viven por derecho propio. Porque alguna vez, por siempre cercana, fueron lo más importante. Coparon todo el ámbito de nuestra existencia. Eran nuestro único objeto y razón de ser. Nos inundaron de pasión. Nos embelesaron el alma. Nos subyugaron con su encanto. Esos amores, los tenidos, todos ellos, siempre serán nuestros amores, los que tenemos, los que queremos, los que sentimos, los que no olvidaremos. Porque esos amores somos nosotros... nosotros mismos. EFO.

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