viernes, 16 de septiembre de 2016





LA ANGUSTIA

La angustia es como una tuerca que se enrosca dentro de ti  y te aprieta; te aprieta duro y no deja de apretarte. Es como un clavo que taladra tu mente. La perfora y no deja de perforarla. La angustia es una sensación de miedo, de presentir que algo malo va a pasar, pero no saber exactamente que será. Es como una premonición, un presagio de que una calamidad enorme, monstruosa está por venir, por cernirse sobre ti, por arroparte, por golpearte. La angustia es miedo a algo desconocido que está por suceder. La angustia nace de nuestras propias limitaciones, de las expectativas que tenemos frente a un hecho que ocurrió o que pensamos  va a ocurrir, producto de deseos o decisiones que tomamos o que tenemos que tomar. Es una sensación de impotencia que nos cerca, que no nos deja trascender. La angustia se apodera no solo de nuestra mente, sino también de nuestro cuerpo. Nos obliga a refugiarnos, a escapar de nosotros y de los demás. Se adueña de nuestras manos, obligándolas a temblar, de nuestra boca, impidiéndole hablar, nos desorbita los ojos, nos frunce el ceño, maniata nuestras piernas, acelera nuestro pulso, encabrita el corazón y nos llena de mariposas que revolotean en el estomago. La angustia es como un traje de hierro que nos queda estrecho, muy ceñido  y del cual no podemos escapar. La angustia es un peso que sentimos dentro de nosotros. Algo de lo que no podemos deshacernos por más que lo intentemos La angustia es incapacitante, atemorizante, temerosamente posesiva, desesperadamente acosadora. La angustia se va, pero deja huella. Nos marca, hace un nido dentro de nosotros para poder volver, en cualquier momento, a ocupar ese espacio Hay quien dice que la angustia desde siempre ha formado parte de nuestras vidas y es por eso que se hace presente, sin necesidad de convocarla de manera expresa; pero su presencia no es permanente, es transitoria. Se va a apenas cesan las causas que le permitieron llegar. Hay angustias individuales y angustias colectivas. Las primeras son producto de nuestros miedos, de nuestros temores, de aquello que nos azora. Son como presagios que nos llegan de repente para inquietarnos, para sembrarnos de malos pensamientos, de sensaciones que no podemos definir, pero que nos perturban. Las colectivas nacen de un sentimiento común. De repente, sin ponerse de acuerdo, hay una malestar general, una sensación de que algo va a suceder de manera inminente. De que se avecinan acontecimientos insospechados. No se sabe exactamente que es, pero se siente que está por llegar. Esa catástrofe que nos afectará a todos y de la cual nadie podrá escapar, se convierte en tema obligado de toda conversación, en pensamiento general. Nadie sabe que pasará y cuando será, pero para todos es un hecho cierto. Angustiarnos  es normal. Angustiar a otros es anti natural. Dejarse angustiar es perverso.  EFO

No hay comentarios:

Publicar un comentario