EL NECESARIO SABER.
Hay cosas que nos cuentan, hechos que afirman suceden, pero que nos negamos a creer. Alguien me dijo que el mar se roba el azul del cielo para transformarlo en el verde que lucen en sus ojos las sirenas cuando se asolean en sus playas. No estoy muy seguro que esto sea cierto, pero lo que si es verdad es que las sirenas tienen los ojos verdes y se asolean en las playas desiertas, en aquellas a las que nadie va. Muchos las han visto. Siempre se ha dicho que los unicornios son azules, pero eso no es verdad, al menos no es una verdad absoluta. Hay unicornios, blancos, negros, violetas y hasta amarillos. Eso lo sabe todo el mundo. La gente se empeña en creer que los gatos son leones, panteras o tigres que truncaron su desarrollo y que los perros son lobos pequeños a los que no les terminaron de crecer los colmillos. Lo de los perros lo creo. Lo de lo gatos me resulta más difícil de aceptar, pues siempre he sostenido, basado en hechos científicos irrefutables, que los gatos son criaturas melindrosas, geneticamente cobardes, que adolecen de la valentía y el arrojo de los grandes felinos, de los cuales falsamente afirman descender. Hay quien dice que los rayos del sol y los de la luna son iguales, pues ambos provienen de astros. Eso es ridículamente falso. Entre ambos no solo hay una diferencia de color: unos son amarillos y los otros blancos, sino también existe una diferencia de temperatura: los del sol son fríos y los de la luna cálidos. Yo no creo en las cosas excluyentes. Dicen que la virtud y el vicio son incompatibles, que no pueden existir juntos, si esto fuera cierto como se explica que existan flores que viven a las orillas de pantanos pestilentes. Para ciertas personas el día y la noche son espacios de tiempo que se suceden sin intermediación. Eso es mentira. Entre el día y la noche media el ocaso. El ocaso no es el final del día ni el principio de la noche. El ocaso es otro tiempo, que tiene vida propia. He conocido personas que sostienen, sin ningún rubor, que la risa es potestad de la boca como la tristeza lo es de los ojos. Falso. Hay ojos que ríen. Y lo hacen cuando ríe el alma. Y hay bocas que lloran, que se niegan a la risa, que pliegan los labios, que enmudecen las voces. Y lo hacen cuando llora el alma. Hay cosas que pasan delante de nosotros, a cada instante, y no las percibimos. Las hojas muertas de los árboles, cuando caen, danzan en el aire. Pero no lo hacen al impulso del viento. Si las observamos cuidadosamente nos daremos cuenta que cada una tiene su propia coreografía, que van formado grupos y después se integran en un todo. La lluvia es la resurrección del agua que se evaporó y luego condensó para volver a caer, para resucitar. Los caminos son intrusos que se meten en los pueblos, atraviesan los bosques, cruzan las sabanas, escalan las montañas para después reaparecer, como si nada hubieran hecho, como si no hubiesen violado intimidades o develado secretos. Los caminos son peligrosos, nos llevan a donde no queremos ir. Todo el mundo piensa que aquellas personas que son longevas lo son por sus buenos hábitos de vida, o por que así lo determina su propia naturaleza. Eso es por lo menos risible. Todo el mundo sabe que si alguien supera el promedio de años por vivir es sencillamente porque a la muerte se le olvidó reclamar ese espíritu. Las flores de las montañas forman rebaños que pacen en sus laderas y las de los cementerios lloran cuando las mece el viento. Eso no está en discusión como tampoco que las hendijas son ranuras que taladra la luz para espiar por puertas y ventanas y que la muerte comienza con una invasión de noche en la mirada. Y sepan todos que nacer no es empezar a vivir, es empezar a morir. EFO
"nacer no es empezar a vivir, es empezar a morir". Que frase más acertada....un abrazo a la vida y a tí. ...
ResponderEliminar