domingo, 4 de febrero de 2018



EL NEGOCIO DE LA LUNA


Anoche comencé a guardar rayos de luna. Era algo que quería hacer desde hace tiempo. Los del sol nunca me han interesado. En principio los metí en una caja negra, así evito que transparenten o reflejen y nadie se de cuenta que los guardo. Más adelante los cambiaré a otro sitio más seguro. La idea es conservarlos, pues creo firmemente que con el tiempo llegaran a tener un gran valor. La luna, y todo lo que tiene que ver con ella, siempre ha despertado la codicia de los hombres. Los rayos de luna están hechos de plata, razón por la cual muchos los atesoran. La luna es una Diosa tránshumante. Diariamente viaja por el cielo, en un argentado carro, tirado por dos caballos blancos, pero antes se baña en el mar y es allí, en el mar, donde  se puede recoger la mayor cantidad de rayos lunares. Recolectarlos es fácil pues son fríos, no queman como los de el Sol, lo cual facilita su captura y posterior traslado. La luna, Selene, en la mitología griega, es sempiterna amante. Se enamoró del pastor Endimon, a quien vio dormido en una cueva. No pudo resistir la tentación y lo despertó con un beso. El hombre fue incapaz de sustraerse a su embrujo y le juró amor eterno. La Diosa solicitó a Zeús que le concediera al pastor la facultad de decidir su propio destino, a lo cual accedió el Crónida. Endimon pidió  conservarse joven eternamente y para lograrlo no debía despertar de su sueño, el cual haría con los ojos abiertos y así poder ver a su amada. Endimón y Selene procrearon 50 hijos.
Para algunos es una diosa bondadosa, para otros encarna al mal, al que oculta bajo su hermosa apariencia.
Selene viaja a lugares ignotos. Descubre amores ocultos, enciende pasiones, devela misterios,  tiñe de plata la sangre derramada. A su voluntad  suben las mareas y por su maleficio algunos hombres  se convierten en fieras terribles, en lobos feroces. Selene visita al cautivo en su celda, exacerba al loco, incita al pecado, calma al idiota. Son muchos los que se han enamorado de la luna y no pocos quienes han perdido la razón por ella. Selene es mutante. Durante su periplo anual cambia de forma varias veces. Primero es Luna Nueva, luego Cuarto Creciente, después  Luna Llena, más tarde se transforma en Cuarto Menguante para finalmente retomar su forma de Luna Nueva. La Diosa Luna es inmortal. Ha existido desde el principio de todos los tiempos.  Ella ejerce una atracción que cautiva, fascina, hechiza y es muy difícil, por no decir imposible, escapar al sortilegio que emana de su presencia.
En mi caso particular debo confesar que nunca me he sentido atraído por Selene. Mi interés en ella es meramente comercial, crematístico,  como ya he dejado sentado, pero no por ello desestimo su belleza. 
Dicen que la mayoría de sus amantes comenzaron recolectando rayos lunares, pues pensaban que eso era un buen negocio.   EFO.

No hay comentarios:

Publicar un comentario