LA VUELTA EN U
A riesgo de parecer ridículo debo decir que presentí tu partida. Supe, mucho antes que lo dijeras, que habías tomado la decisión de abandonarme, de dar por terminada nuestra relación, de irte. Al marcharte confirmé lo que siempre intuí. No fue difícil vaticinarlo. Muchas cosas así lo indicaban. Lo supe cuando noté un cambio en tu mirada, cuando la tuya empezó a esquivar la mía, cuando desistimos en mirar lo mismo, cuando evitamos vernos. Lo supe cuando tu voz dejó de acariciarme, para empezar a rasguñarme, a lastimarme con su tono, a herirme con sus sátiras, a culparme por lo que dejaste de sentir. Lo entendí cuando tu cuerpo se rehusó a maridar con el mio, cuando comenzaste a marcar distancias en la cama, separando las almohadas, mezquinando los abrazos, cancelando la intimidad. Lo comprendí cuando ya no quisiste compartir una taza de café, cuando renunciaste a escucharnos, a olernos, a tocarnos, a llorar las mismas penas y a reír iguales alegrías. Lo demás fue historia. Secuelas de esos primeros actos. Consecuencias, efectos de esas causas. Hasta que al final pactamos un adios sin estridencias, sin gritos, sin sorpresas. Te fuiste sin voltear a mirarme, simplemente cerraste la puerta tras de ti asordándome con tu partida. Y yo me quedé sin asombro, mudo espectador de un drama cuyo final siempre esperé. Ahora solo tenemos para compartir, un saco de recuerdos, un bulto de añoranzas, un fardo de reminisencias.
Cuando definitivamente todo pase y las heridas se cierren podremos empezar a revisar los hechos, a distancia, sin rencores. Los analizaremos uno a uno, sopesándolos, calibrándolos en su justa dimensión y entonces sabremos que nos pasó. Aunque estoy seguro que nunca unificaremos criterios, ni arrivaremos a iguales conclusiones, pues siempre tendremos distintas percepciones, y divergentes puntos de vista, quizás si podamos identificar sucesos, situaciones , circunstancias que nos llevaron a la separación. No se trata de encontrar culpables, pues ambos lo somos. Tu dejaste de quererme y yo hice lo propio. Por eso la partida fue sin despedidas, sin ayes lastimeros, sin nada que lamentar. Al final nos sentimos aliviados de no seguir contando con la presencia impuesta. No hay nada que reclamar. En lo personal, y espero que hagas lo mismo, comenzaré a reconstruirme, a rehacerme para volver a empezar, o simplemente para seguir viviendo. La vida es una sucesión de hechos que nos llevan por un camino de ida, al final del cual solo encontramos un giro que nos marca el de regreso. La vida, es un ir y venir por la misma ruta, una vuelta en U. Ojalá, nos volvamos a ver, o pensándolo bien... mejor no. EFO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario