NACÍ DE VIEJO.
Debo confesar que no se que, ni como pasó. Hoy a despertarme supe que algo había cambiado. Me sentí distinto, raro, confundido. Sin entender como empecé a vivir una paramnesia de algunas experiencias que había tenido previamente, un Déja vu, pero lo extraordinario era que realmente estaba pasando por esas situaciones. Entonces entendí: había nacido de nuevo, pero esta vez no como niño, sino como viejo. Comprendí que mi vida anterior había sido solo una preparación para este nuevo comienzo.
Cuando naces, de niño, no tienes control sobre tu futuro. No sabes que serás, ni como llegaras a ser. Cuando naces, de viejo, puedes decidir como será tu nueva vida. Que quieres ser y como lo vas a hacer. Eres capaz de planificar todos y cada uno de tus actos. La experiencia que has acumulado te permite sortear los obstáculos. Manejar las situaciones. Obtener los resultados que quieres. Cuando naces de niño no puedes volver sobre tus pasos, sencillamente porque no existen esos pasos. Cuando naces de viejo puedes volver sobre tu vida pasada para modificarla. Puedes subsanar los errores que cometiste. Es una segunda oportunidad que se te ofrece para que hagas las cosas como crees que debiste haberlas hecho. Y así comencé a vivir. Hice un balance de mi vida pasada, dividiéndola en dos grandes capítulos: lo bueno y lo malo y estos a su vez en tantos sub capítulos como fuesen necesarios. Llené una página con mis amores. Los que tuve. Los que no tuve, pero quise tener y los que me tuvieron, sin que yo lo quisiera. El balance, al final de la hoja, fue negativo. Más quise querer, que lo que en realidad quise. Repasé todas las opciones posibles, ensayando con uno y otro amor pasado, una eventual unión perdurable y concluí que por esa vía no llegaría a ninguna parte. Decidí comenzar desde cero y en eso estoy: buscando un nuevo amor. Llené la página del éxito y no salía de mi asombro: estuve a muy pocos metros de alcanzar la meta. Entonces me pareció lógico, insistir en la formula que apliqué, pero introduciendo pequeñas modificaciones en algunos aspectos. Ya comencé a trabajar en eso. De mi infancia estoy borrando situaciones dolorosas, que no debí haber sufrido y que pude evitar, igual cosa estoy haciendo con mi juventud, a la que sometí a un proceso de aquilatamiento total. Definitivamente ahí hay que trabajar y mucho. Mi adultez no precisa de mayores ajustes, pero si es necesario borrar algunos pasajes que si bien no llegan a ser negros, si son bastante grises. De la vejez, salvó la capacidad de mirar a distancia y el conocimiento acumulado, no hay otra cosa que preservar pues todo será borrado.
Cuando empezamos a vivir como niños todo es nuevo, pero cuando empezamos a vivir de viejos la vida es distinta. Hemos aprendido a valorar lo que se nos ofrece. Caminamos con más cuidado, contando los pasos, mirando donde pisamos. Definitivamente es una experiencia única ya que empezar a vivir implica aprender a reír, a llorar, a soñar y, por supuesto, envejecer otra vez. EFO.
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