LOVE HISTORY
Cuando ya no te cabía mas rabia en el cuerpo ni despecho en el alma. En el paroxismo de tu amargura te oí decir: Ojalá te mueras. Te quedé mirando y me fui. No supe que contestarte. Hoy pienso que debí decirte que lo que deseabas era imposible, pues no puedo morir porque mi vida te la dí. Si quieres que muera devuelvemela pues solo mueren aquellos que están vivos, los que tienen vida... y yo no tengo, la mía la tienes tu.
Hay noches en que apago la luna para soñar contigo. Hay noches en que me arropo de luceros para no ver el brillo de tus ojos. Si ves que la tarde se oscurece no pienses que amenaza tempestad, solo le robé la luz al sol para alumbrar tu regreso. Así pasan mis días. Contigo. Sin ti. Aunque no lo quieras sigues viviendo en mi. Una vez alguien dijo que los recuerdos tienen sabor, que saben a olvido, que se esconden en las gavetas para que nadie los vea, que viven en las fotografías y que salen de vez en cuando a pasear por los caminos de la mente.
Tu ausencia empobreció mi existencia y convirtió a mis ojos en mendigos de tu mirada. Tu ausencia me sembró de vacío. A toda hora reniego de tu partida. Todavía guardo la imagen, de cuando tus lagrimas te besaban los labios... y yo también. Eran otros tiempos. Llorabas por cualquier cosa y al preguntarte la causa simplemente reías. Lloró de felicidad, por estar contigo, decías. Pero esos días ya pasaron. Se fueron casi sin que lo advirtiéramos. Una mañana desperté y ya no estabas. Tu pelo había dejado de teñir de negro mi almohada y tu aliento ya no incendiaba mis sueños. El olor de tu cuerpo se había desvanecido en el aire, se había ido tras de ti, siguiéndote. Se fue contigo. Y al final llegó el final. Ahora soy como un gato realengo, sin dueño, como una sombra que se acuesta sola en la alfombra. El dogal de mi angustia secuestró mis ansias y ahora se cierra premonitorio sobre mi.
Me creerías si te digo que todavía no se que nos pasó. Porqué todo acabó. Que medió para que eso sucediera. A veces pienso que mi amor fue la causa de tanto mal. A fuerza de quererte quedé sin aliento para seguir haciéndolo y al no poder mas, dejé de amarte. En otros momentos creo que la culpa fue tuya. Que te acostumbraste tanto a mi, que pasé a formar parte indivisible de ti y al dejar de existir como yo, ya no tenías a quien querer. El amor, niña, es como el hálito de un perfume, como la luz de la primera aurora, como un suspiro. El amor es tenue, frágil, volátil, caprichoso, dúctil, maleable. El amor, niña, es etéreo, pero vivaz, hay que mantenerlo, alimentarlo, cuidarlo, hacerlo crecer. Hay, en suma, que sorprenderlo. Y eso quizás fue lo que nos faltó: la sorpresa, la angustia, el sobresalto, el miedo a perderlo. La falta de riesgo. No fuimos audaces. No nos atrevimos a convertir nuestros sueños en atormentadas pesadillas. No lo acicateamos. No lo quisimos. Y ahora estamos tu yo separados, cada uno en un rincón, rumiando amarguras. Tu, odio, rabia, despecho y yo, soledad, angustia, desesperanza. Nos llegó el final. EFO.
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