EL ULTIMO VIAJE DE ALFREDO
A la vieja Blanca, la mamá de Alfredo, nunca le gustaron las puyas. Por cábala, cada vez que le daban un vuelto con centavos los regaba por los rincones de su casa. Su hijo y yo, conocedores de esa debilidad, los recogíamos para comprar cigarrillos, una cajetilla costaba veinte puyas, un bolívar. Para ese entonces eramos adolescentes que fumábamos escondidos por los callejones y pasábamos el tiempo entre tratar de aprobar los primeros años de bachillerato y esperar a las muchachas a la salida de las misas dominicales. Nos conocimos cuando teníamos escasos ocho años y desde esa época hasta hoy fuimos inseparables, aunque no nos viéramos con frecuencia, siempre estábamos el uno para el otro, a tan solo un repicar de teléfono. Aprendimos juntos a patinar y manejar bicicleta, la de Alfredo era de color negro y la mía azul. Juntos también aprendimos a bailar, practicando en las fiestecitas del barrio. A el siempre le gustaron los pasodobles, logrando gran destreza en su ejecución. El primer empleo que tuvo Alfredo fue en Creaciones Metalicas, C.A, una empresa que funcionaba en la Avenida San Martín. Se encargaba de tipear, en un formato tipo carnet, los datos de los afiliados al Seguro Social, Le pagaban 100 bolívares semanales. Nunca fue buen mecanógrafo. Al abandonar Creaciones Metalicas consiguió trabajo en Siboney, como encargado del deposito. Siboney era una fábrica de dulces. Allí duró menos de una semana. El deposito funcionaba en un sótano, en Chacaito, plagado de gatos, llenos de pulgas. Las pulgas lo atacaron con ferocidad provocándole una alergia que le duró dos semanas y lo obligó a renunciar. Yo heredé ese trabajo y armado con unas ramas de Escoba Amarga, acabé con las pulgas y ahuyenté a los gatos. Juntos abandonamos el bachillerato en Tercer Año y nos matriculamos en el Centro Contable Venezolano. Alfredo completó los tres cursos graduándose de Contador General, Contador de Costos y Auditor. Yo solo aprobé el primero y un poco mas tarde terminaría la educación media e ingresaría a la Universidad. De todos los muchachos del barrio el fue el primero en tener carro. Un Opel Rekord 1965 que le compró a un vecino en 1.500 bolívares. No sabía manejar y su padrino, Enrique, se encargó de enseñarlo. Vendió el Opel y compró un Chevy Nova 70 de agencia, que mantuvo por muchísimo tiempo. Alfredo también fue el primero en tener Tarjeta de Crédito, la Visa Banco Unión, Cuenta Corriente y apartamento propio. Era un aficionado a la Fiesta Brava, en época de temporadas no faltaba a una corrida en el Nuevo Circo. Nunca cambió su estilo de peinado, siempre de lado, y jamás se puso unos zapatos sucios, los pulía con esmero. Era impecable en el vestir y galante en el trato. Quizás eso fue lo que cautivó a Mary Carmen, cuando se conocieron en Postizos Lupi, donde Alfredo trabajaba como Contador y ella en la tienda de la empresa que regentaba su papá en la Avenida Universidad. Para ese entonces yo también andaba de noviecito con la que sería mi esposa, y juntos nos íbamos a bailar a las discotecas de Chacaito y La Castellana. Amanecíamos comiendo tostadas o churros con chocolate en La Candelaria. Se casaron y procrearon cuatro muchachos, dos hembras y dos varones. Era celoso con las niñas y vigilante de los varones. Fue un buen padre y un excelente hijo. Cuidó con esmero de nuestra común vieja Blanca. Alfredo siguió con atención el desarrollo de mi carrera, me llamaba con frecuencia, haciendo comentarios sobre un trabajo en particular que le había intrigado e indagaba sobre situaciones y eventos en los cuales me involucraba. Cuando nos hicimos viejos nos reuníamos en mi casa a celebrar los cumpleaños y escuchar música en mis discos de acetato. Juntos iniciamos un viaje que se prolongó en el tiempo. La ultima vez que nos comunicamos lo hicimos por teléfono. Me dijo que se había contagiado con el virus y que sería hospitalizado para recuperarse. No volvimos a hablar. El Corona Virus lo aisló. Me mantuve al tanto de su dolencia a través de su esposa, quien me informaba sobre el desarrollo del mal que lo consumía. No me sorprendió su muerte, por lo esperado. Lo que mas me duele es no haber podido acompañarlo en su enfermedad y despedirlo en el cementerio. El sábado, sin avisarme, se bajó del tren de la vida. Puso fin a su viaje. Esta vez tuvo que hacer ese camino el solo. El Corona Virus nos separó... Hasta luego hermano de la vida. EFO.
Wao ERNESTO , que sabroso leer esos anécdotas junto a mi papá, yo sé de su amistad de mil años, y lo mucho que disfrutaban cuando compartían , el recuerdo de todo lo que vivieron y compartieron eso no se olvida, se mantiene en nuestros corazones, si tienes más historias que quieras compartir nos encantaría leerlas
ResponderEliminarGracias y un abrazo
Hermosas y sentidas palabras ♥️ que orgullo y que felicidad escuchar historias de mi papi ♥️ que hermoso y satisfactorio para ustedes ese amor tan lindo que se tuvieron 🤗 amigos de toda una vida ! Comparto lo mismo que mi hermano nos encantaría escuchar más historias maravillosas de ustedes ! Cuídese mucho y por aquí estamos a la orden ! Honor a quien honor merece mi Papi fue un héroe en la tierra y ahora es el angelito más hermosos del cielo y nos cuidará por siempre ♥️🙏 Yureima Almary
EliminarQue hermoso leer cosas de mi papá 👼🙏🏽👴🏼💙🖤 Las anécdotas y las cosas vividas son las que nos quedan 👴🏼🖤💙🙏🏽 Imposible olvidar su peinado, sus zapatos pulidos y su carro impecable 🚘
ResponderEliminarMuchos cariños y fuerzas para aprender a vivir sin él