LOS EXTREMOS
Te vi alejar sin que hiciera ningún gesto para retenerte. En realidad quería que te fueras. Que salieras de mi ángulo de visión. Y cuando eso pasó, cuando ya dejé de verte, sentí una profunda tristeza. Recordé tus palabras que rebotaron sobre la piel de mi indiferencia. No era el mismo tono de tu voz, altanero, ofensivo, excluyente de hace algunos años. Ahora suplicabas, hablabas de perdón, de olvidar cosas, de volver a empezar. No te contesté. Te miré largo, profundo y tu, incapaz de sostener mi mirada, volteaste el rostro y te alejaste sin decir adiós.
Siempre temí este momento. Te confieso que lo temía con la misma intensidad que lo deseaba. Intuía que algún día llegaría, que volverías arrepentida, golpeada, decepcionada, amargada a tratar de revivir lo pasado, lo que en algún momento nos unió. Y ahora que llegó, no se si aborrecerlo o disfrutarlo. Ya no eres la misma. Sigues siendo bella, pero de tus ojos huyó la alegría. Lucen mustios, apagados, cansados de tanto llorar. Eres como una marioneta a la que se le rompió la cuerda y yace en el suelo, incapaz de levantarse, de volver a danzar, de volver a hacer reír. Yo tampoco soy el mismo. Todo el despecho, el resentimiento, el dolor que acumulé a lo largo de estos años despareció de repente, se esfumó. Ahora me siento vació, imposibilitado de disfrutar tu regreso, al que siempre consideré sería mi venganza, Ya no siento nada, ya nada me importa. Han sido muchas las noches en que vi cerrarse anillos de angustia en mi corazón para luego empozarse en mis ojos. Han sido muchos los días en que una mano invisible oprimió mis labios, obligandolos a tragarse mis voces. Con tu ausencia se abrió un parentesis que ahora debo cerrar. Y ahora que todo terminó te confieso que me siento aliviado, es como si me hubiera desembarazado de un pesado fardo que oprimía mi espalda. Al fin me liberé de esa desazón, de esa sensación de desesperanza, de ansiedad que no me daba reposo, que minaba mi existencia. Al fin me libré de ti. Pero al contrarió de lo que siempre pensé no me siento feliz. Es como si me faltara algo. Extraño tu ausencia. Esa misma ausencia que me obligaba a imaginar las mil y una formas de hacerte daño. De lastimarte, para que sufrieras lo mismo que sufría yo. No sabes cuantas veces, en mis desvarios, te imaginé disfrutando la felicidad que creía, me habías robado. No sabes cuantas veces juré vengarme, cuantas te maldije y con que intensidad te aborrecí. Y ahora que te has ido definitivamente, ahora que estoy seguro que nunca volverás, quisiera que nunca lo hubieras hecho, para poder seguir odiandote, pues sin eso, sin el placer de odiarte, ya no soy yo, sin mi dolor no me siento igual, no me encuentro, dentro de mi. Amor y odio son pasiones intensas, son placeres extremos. Y mis extremos, pese a que me cueste reconocerlo, eres tu. Vuelve porque al irte te lo llevaste todo, te llevaste mi amor y mi odio... y tu también te fuiste . EFO
No hay comentarios:
Publicar un comentario