EL FINAL
Todavía recuerdo aquella tarde en que dejaste guardados tus ojos en los míos. Me miraste hondo, como queriendo calar mis sentimientos, como intentando averiguar mis pensamientos. Me sentí miserable, infeliz, empequeñecido ante la grandeza del amor que me ofrecías y que ya no podía seguir teniendo. Era tu última ofrenda. El postrer regalo que me hacías. Te dejé. Me fui de ti. Abandoné tu vida. Hoy, desde la perspectiva que me da el tiempo transcurrido pienso que tuve razón, que actué con sensatez. Siempre has dicho que fui un egoísta, que solo pensé en mi, que nunca me importaste, que me aproveché de tu juventud, que jugué con tus sentimientos, que te partí el corazón, que tuve miedo de amarte. Sólo yo se que nada de eso es verdad.
Ayer te vi pasar. Al cobijo de un paraguas defendías de la lluvia a tus dos hijos. Se parecen mucho a ti. El mayor ya es casi de tu tamaño, el más pequeño tiene cara risueña y a ambos los corona la misma ala de cuervo que luces en tu cabellera. Pudieron ser mis hijos. Si hubiera querido. Si hubiera podido. Pero no quise. Pero no pude. La realidad nos marcó distancia. Quizás fue mejor así.
Enamorada, ilusionada viajabas atada a mi brazo. Caminabas haciendo piruetas. Jugabas como lo que eras, una niña. Una niña jugando el juego del amor. Una niña que se enamoró de un hombre mayor, de un señor que le doblaba la edad, que la colmó de halagos, que la deslumbró con su sapiencia, que la hizo mujer. En ese entonces todo te asombraba, para ti todo era nuevo, revivido, nunca antes visto ni sentido. Te confieso que mi intención primera nunca fue enamorarte, solo quería de ti un poco de admiración, solo buscaba robarte un poco de tu alegría, de tus ganas de vivir, de tus escasos 20 años.Y tu, pienso, solo querías arroparte con un poco de mi prestigio. Trasvasar algo de mis conocimientos, de mi fama, de mi solvencia, de mi manera de resolver las cosas, de mi forma de entender la vida. En el fondo sólo, creía yo, se trataba de un mero intercambio. De un toma y dame. Pero de repente todo cambió. Nos vimos arrastrados por un vendaval. Abrimos el cofre de los deseos, y quisimos mas. Lo quisimos todo. Y persiguiendo esa quimera nos sorprendió la vida. Nos abatió la tempestad. Nos hirió el rayo. Y de pronto nos encontramos compartiendo una realidad que nos avasallaba, que se abría paso, que nos colocaba en nuestro sitio, que nos decía una y mil veces que todo era una utopía, un sueño, un maravilloso sueño, pero sueño al fin y los sueños crecen en la noche pero mueren en el día. Entendimos que la luna no era de azúcar ni de miel, sino que estaba hecha de rocas. Y tuvimos que despertar. La magia terminó. La niña se convirtió en mujer. Y el viejo se hizo más viejo. Tu pudiste reparar los daños, rehacerte, volver a empezar. Yo no pude. Quedé devastado, imposibilitado de recuperarme. Destruido.
Entre tu yo pasaron muchas cosas. Cosas que no hemos dicho a nadie. Cosas que guardamos, que atesoramos, cosas que solo tu y yo sabemos. Y son esas cosas las que nos unen y también nos separan, pues queramos o no estamos marcados con el mismo hierro. Somos lineas paralelas que jamás se unirán, pero que están obligadas a seguir la misma senda, el mismo camino.
Hoy, cuando presiento el final, condenado a dar el ultimo viaje en este barco que no volverá a zarpar, me siento obligado a confesarte lo que no quise o no pude decirte aquella tarde: siempre, te ame, eres el único amor de mi vida, te sigo amando y moriré amándote. EFO
Se puede tener tanta verdad dentro y explayarla por los dedos al teclado? Tremenda confesión....
ResponderEliminar