viernes, 27 de diciembre de 2013



LA NIEBLA

Como una sombra blanca la niebla avanza por el páramo. Poco a poco lo va cubriendo todo. La niebla es espesa, tupida, gruesa. Se asoma por los bolsillos del pantalón, entra por el cuello de la chaqueta. La niebla es gasosa, parece venda de momia. La niebla es algodonosa, parece algodón de azúcar. Se mete en la boca, obligándonos a degustarla, pero no sabe a nada. La niebla no tiene sabor. Entra por los oídos, pero no tiene sonido, sube por la nariz, pero no tiene olor. La niebla no es tocable. No tiene forma, no responde al tacto. Es etérea. La niebla se pega a las hojas motosas del frailejón. Baja por las laderas y hace equilibrio en los estrechos caminos que bordean los insondables barrancos. La niebla desafía al vacío, saltando al precipicio. Pero la niebla no viaja sola. La acompaña el silencio. El silencio es denso, pesado. El silencio aprieta el corazón, detiene los pasos, impide caminar. El silencio mata. La niebla y el silencio son compañeros de la nostalgia, esa que anda saltando por los caminos rocosos despertando recuerdos.
¿Tu has oído hablar al silencio en las noches oscuras? ¿Lo has escuchado gemir en las noches frías?  Más que hablar susurra. Más que gemir llora. El silencio se arropa con la niebla para que no lo veas llegar. Para que no te des cuenta cuando te pone un candado de angustia en el pecho. El silencio es compañero de aquellos que se sienten lejanos. Hoy he conversado con el silencio. Le pregunté por ti. Quise saber si la ausencia marca distancia entre nosotros.  No contestó. Se rió. Y entendí que no puede haber distancia entre dos que se aman. Que  tiempo y  espacio son magnitudes infinitas que el amor vuelve finitas. Me consolé  pensando en eso. También entendí que los caminos solo nos llevan a donde queremos ir. Que avanzar es detenerse a mirar lo andando y lanzar la vista hacia el horizonte oteando el sendero por transitar.  Entendí que la felicidad es esquiva, que juega con nosotros, mimetizándose, escondiéndose, pero siempre nos deja pistas, nos marca huellas para que la encontremos. La felicidad, niña, salió a nuestro paso , nos mostró su mejor rostro y nos invita a viajar juntos. No la desdeñemos, montemos en el carro de la ilusión y emprendamos viaje hacia un mundo donde toda utopía es posible  y todo sueño tiene su asiento. EFO:

jueves, 14 de noviembre de 2013





ESE MANTO NEGRO



Como contando sus pasos la noche se aproxima en busca de parpados que cerrar, de pieles que acariciar, de labios que besar. La noche es un manto negro que arropa todo. La noche es un lienzo oscuro donde las estrellas pintan. La noche, niña, es un espacio abierto, donde sueñan los enamorados. Las noche, es una vieja amiga que juega con tiempos ancestrales, que acumula en sus pozos insondables  e imperecederos recuerdos. Cuando la noche está triste, como tu lo estás hoy, hace dúo con el viento y entre los dos desgranan sus penas. ¿Has oído hablar al viento en las noches de frío? Su voz tiene mucho de lamento, de penas no lloradas, de duelos no cerrados. Cuando la noche está alegre, como tu lo estarás mañana, hace dúo con el viento y los dos gritan de contento. ¿ Has oído hablar al viento en las noches cálidas?  Su voz es cantarina, melodiosa, musical. Es apenas un susurro que arrulla. Un soplo tenue que se mete por los oídos, se sube a la cabeza, alborota el cabello, ciega los ojos y no deja respirar.
La noche,  niña, es fantasma temido por quienes tienen seco el corazón. La noche es penumbra deseada por quienes se pierden en los rincones, desandan los caminos, se esconden en las esquinas, con las manos entrelazadas y los labios unidos  en eterna comunión. La noche es viajera impenitente, en perene deambular por las calles vacías, por los campos solitarios, por los ríos turbios, por los mares profundos. La noche sólo detiene su andar cuando se sienta en los muros de las casas, cuando trepa a los árboles, cuando se asoma a las ventanas, violando intimidades, cuando se cuela por las puertas.
La noche, es capote de luces que hace Verónicas de fantasía, es negra mortaja que aprisiona los cuerpos yertos de los que mueren al aire, en descampado, solitarios, sin nada que los cubra, ayunos de una postrer despedida. La noche es carcelera del sol, cómplice de pecadores, protectora de fugitivos. Celestina de enamorados.  La noche es bálsamo que sana las heridas. La noche es eso que aúpa tu tristeza, que hace brotar lagrimas de tus ojos, que te aprieta el corazón, pero que amorosamente te cobija llenándote de sueños. La noche, niña, es guardián de  secretos. Confíale los tuyos  a ella, que ella sabrá guardarlos bien. EFO

jueves, 7 de noviembre de 2013




LA TRISTEZA


Algunas veces, cuando abrimos la puerta, sentimos que algo traspuso el umbral.  Es como un celaje. Un soplo que nos toca. Y luego, al rato, vemos como nos va llenando, invadiendo, volviendo opaco lo que antes brillaba. Eso, que nos cuesta identificar es la tristeza. La tristeza es frío que arropa. Lluvia que moja. Dolor que lastima. Llaga que tarda en sanar, que no cicatriza. La tristeza se viste de engaño. Vive acechando en las esferas de los relojes, en los cristales de las ventanas, entre las páginas de los libros ya leídos, en las fotos desvaídas, en las flores secas, en los rincones oscuros, en las gavetas vacías, en las risas tristes de las monjas, en las caras descoloridas de las muñecas viejas, en los zapatos rotos, en los juguetes abandonados, en los amores olvidados, en los besos mustios, en los ojos cerrados de los muertos.  La tristeza aprieta el corazón. Hace gemir el espíritu. La tristeza camina despacio, sin prisas, ella sabe que la esperan, por eso demora su llegada. La tristeza se convierte en compañera de las horas mas duras. La tristeza monta rauda en el coche donde viaja la desesperación. La tristeza se aposenta en nuestro cuerpo, ocupando todos sus espacios, minando  sus fuerzas, nublándolo todo. La tristeza crece dentro del alma, alimentándose de ella.  Al igual que sucede con la soledad, nos acostumbramos a su presencia, al punto que a veces sentimos que nos ha abandonado, para  luego darnos cuenta que aún no se ha ido. Se burla de nosotros. Una mañana, una noche cualquiera tropezamos con ella, sentada en un sillón, recostada en nuestra cama, espiándonos, vigilándonos.  Una tarde sin fecha, se mete en el espejo y cuando nos reflejamos en él descubrimos su rostro. Diciéndonos que está ahí. Que todavía le pertenecemos. Que no nos ha dejado y que no lo hará. La tristeza es un mal recurrente, crónico. Una vez instalada no cesa de ocuparnos. Se mimetiza. Se disfraza.  Se esconde en los pliegues de nuestra cara, se asoma por la comisura de los labios marcándoles un rictus de amargura, se le ve en los ojos, detrás de las pupilas, apagándolos. La tristeza es hermana del desamor, del duelo, del dolor. Es fiel compañera de los abandonados, de los despreciados, de los ofendidos, de los humillados, de los olvidados, de todos aquellos que tienen el alma rota. Ella no llega para curar las heridas, viene para ahondarlas, para hacerlas sangrar por siempre. La tristeza es mala consejera. No salva. No ayuda. La tristeza es como la hiedra, nos aprisiona, nos ahoga y finalmente nos mata. Los tristes, esa raza de gentes que agonizan, que malviven a solas, la conoce bien. Se acostumbraron a ella y por perversión, muchas veces, la invocan, requieren de su presencia, se regodean en el mal que les hace. Los tristes no enjugan nunca sus lagrimas, las dejan correr, en la esperanza que lavaran su desesperanza. Los tristes viven vidas mustias, ayunas de ilusión y cuando un rayo de sol los ilumina cierran puertas y ventanas para cegar la claridad. Los tristes, esos esclavos de la tristeza, algún día aprenderán a vivir sin ella. EFO

lunes, 15 de julio de 2013




DRÁCULA


Ya antes que Vlad el  Empalador, personaje real que inspiró la leyenda de Drácula concluyera su atormentada vida; la saga había tomado cuerpo. La primera narración circuló en 1476, cuatro centurias después en el siglo XVI, se había difundido por todo el mundo. El fenómeno se debió a una  novela de horror que publicó el irlandés Bram Stoker, en 1897. La novela, de extraordinario éxito inspiró a muchos otros autores decenios seguidos, hasta nuestros días. Drácula fue el héroe de numerosos escritos y piezas de teatro, así como de un impresionante número de películas.
Esta popularidad del personajes, vista de una manera histórica, a través del gusto por lo sobrenatural en las narraciones medievales, en la literatura moderna de género policiaco, explotando lo sensacional, la violencia y el crimen; se creó en detrimento de la verdad, sin respetarla. El aspecto fabuloso ahoga la realidad. Los epígonos de Bram Stoker, en su deseo de superar al maestro, hicieron hincapié en la crueldad de Drácula atribuyéndola una larga actividad de vampiro. La frecuente reiteración del tema hizo de Drácula una especie de arquetipo del vampirismo. Tan difundida llegó a ser la idea que en un libro publicado en 1972, los autores se propusieron esclarecer y disociar la realidad de la fabulación de las leyendas medievales y de las fantasías modernas. Para esto incluyeron dos capítulos explicativos referentes a la aparición y difusión de las supersticiones en relación con los vampiros; los cuales preceden en el tiempo la existencia de Vlad el Empalador.
La forma rumana del nombre es Drácula. Vlad  el Empalador era hijo de Vlad Dracul, "el diablo", príncipe de Valaquia, entre 1436 y 1447. Dracul significa diablo, pero en la Edad Media también tenía la acepción de dragón. El apodo de Dracul se debe al hecho de que había recibido de Segismundo de Luxemburgo la Orden del Dragón, por lo cual el dragón llegó a aparecer en su sello personal y en el sello oficial del reino.
Vlad el Empalador reinó, en Valaquia desde 1456 hasta 1462 y luego durante dos breves períodos de contadas semanas en 1468 y 1476. Su presencia, en un escenario que corresponde en realidad a todo el territorio rumano, coincidió con una época de intensa presión del Imperio Otomano sobre Europa. En 1448 tuvo lugar la batalla de Kosovo y en 1453 caía Constantinopla. La inestabilidad debida a la presión otomana y a las tensiones internas explica el hecho de que, aunque peleó casi 30 años por obtener el trono, Vlad el Empalador reinó menos de seis años. Pero este reinado fue memorable. La fama y el miedo que suscitaba este príncipe rumano eran tales que según relata un cronista turco, una gran parte de los habitantes de Constantinopla estaban listos para abandonar la ciudad y refugiarse en Anatolia ante el sólo anuncio de su llegada. Pero Vlad era más que temerario: tenía sentido político y la conciencia de la unidad nacional de los rumanos de los tres países feudales. Es así como se explica su iniciativa político-militar de apoyar la subida al trono de Moldavia de Esteban el Grande; lo que constituyó un  hecho de efectos perdurables, como lo demuestra el largo reinado del brillante príncipe moldavo que gobernó por casi 48 años (1457- 1504).
En el plano interno la atención de Vlad el Empalador se centró  en el restablecimiento del orden de su país. Las intervenciones extranjeras habían deteriorado la estabilidad interna, produciendo un inquietante auge de la delincuencia. Los bandoleros atacaban a la gente en las ciudades y en los caminos que llevaban a ellas, Vlad actuó con firmeza para liquidar este fenómeno  y restablecer el orden y la seguridad. Pero imponer la ley no fue para él una meta en sí. Las medidas tomadas buscaban el progreso económico y el estímulo del comercio. Vlad fue fundador de numerosas iglesias y monasterios, además de desempeñar un decisivo papel en el desarrollo de la capital de Rumania; Bucarest llegó a adquirir rango de ciudad principesca gracias a él, lo que demuestra que no estaba preocupado exclusivamente por los asuntos militares o represivos, sino que las condiciones de la época le obligaban a concederle atención. La campaña que libró contra los turcos en 1461 ocasionó 25 mil muertos y provocó un espanto inimaginable. Igualmente duras fueron las represalias que tomó contra la incursión al sur de Transilvania de unos pretendientes al trono de Valaquia que habían encontrado allí sostenedores.
El castigo que aplicaba, en aquel período, en uso también en otras naciones, era empalar a los malhechores y los enemigos del país. De modo que Vlad merecía su sobrenombre de "el Empalador."
Los pretendientes al trono, los que violaban el orden, los malhechores y los enemigos externos debían sentir que "el país estaba regido por una voluntad férrea, " afirma el historiador C.C. Giurescu.
Príncipe inclemente en un siglo en el que el rigor estaba a la orden del día, mas igualmente valiente en una época en la cual el coraje era imperiosamente necesario permanece como una personalidad de primer orden en la historia rumana.
Su semejanza con el personaje que inspiró a la literatura sensacionalista sólo es aproximada. Pero el haber entrado en la leyenda tiene valor y símbolo.

jueves, 11 de julio de 2013





ENTRANDO POR MANHATTAN


El parpadeo del flash pintó de sonrisa su cara. El platinado cabello ondeó al impulso del viento. Y allí estaba ella. La diosa rubia. Colocada frente a la cámara. Sonriente. Expectante.
George Eastman, inventor de la cámara Kodak, dijo una vez: una marca debe ser breve, vigorosa, fácil de pronunciar hasta el punto que su uso verbal no destruya su identidad; y no debe significar nada.
A Eastman le gustaba la letra K, le parecía una letra fuerte, incisiva. Así decidió que la K sería la primera letra de la marca de fábrica de su cámara. Luego fue manejando vocales y consonantes hasta que dio con un nombre que le pareció satisfactorio: Kodak.
A principio de siglo dos pilotos de autos de carrera, Louis Chevrolet y William C. Durant, se encontraron en Michigan. Chevrolet era diseñador de automóviles y Durant, ejecutivo de la fábrica de autos Buick. Los carros diseñados por Chevrolet eran grandes y caros, pero Durant los modificó, convirtiéndolos en modelos baratos y pequeños. Decidieron ponerle Chevrolet a sus vehículos porque era musical y sonaba a extranjero. El logotipo, rectángulo sobrepuesto a un paralelogramo, lo descubrió Durant viajando por Francia. Le atrajo el dibujo que aparecía en el empapelado de la habitación de un hotel, arrancó un pedazo y se lo llevó a Estados Unidos.
Con su andar bamboleante, insinuante, producto de la diferencia de sus tacones, el cimbreante cuerpo enciende la lujuria en quien osa mirarlo. Su mirada desafiante pareciera que retara. A ratos es feroz, a ratos tímida y callada.
En 1886, un vendedor de productos a domicilio, D.H. Mc Connell regalaba perfumes a las amas de casa norteamericanas, intentando venderles libros. Pronto se daría cuenta que estas preferían los perfumes antes que los libros. Mc Connell alquiló una oficina en Nueva York y formó la California Perfume Company. Cuando la empresa cumplió 50 años de fundada le cambió su nombre por el de Avon, debido a la admiración que sentía por Stratford-on-Avon.
El Salvavidas, envoltorio contentivo de doce rueditas de sabores surtidos no nació tal y como lo conocemos hoy en día. En principio el Salvavidas era exclusivamente con sabor a menta.
Un fabricante de chocolate de Cleveland, Clarence A. Crane introdujo los Salvavidas para resolver el problema de la disminución de las ventas en los meses de verano. Las pastillas redondas de menta se hacían con una máquina de fabricar píldoras, que producía un industrial de productos farmacéuticos  y se anunciaban como " los salvavidas de menta de Crane para el aliento borrascoso."
En 1913 Crane vendió todos los derechos de su caramelo a Edward J. Noble, por la suma de dos mil novecientos dólares. Noble introdujo nuevos sabores y comercializó ampliamente el producto. Por cierto el agujero que tienen en el centro los Salvavidas está patentado como " nada encerrado en un círculo."
No se lo explica, pero lo cierto es que desde que salió publicado el almanaque con su fotografía, completamente desnuda, no han cesado de lloverle los contratos publicitarios. Todos quieren reproducir su imagen. Pareciera que todo el mundo quisiera estar cerca de ella. Y no sabe por qué.
En 1913 Richard Joshua Reynolds, fundador de la R. J. Reynolds Tobaco Company de Winston, Carolina del Norte, presentó los cigarrillos Camel al público norteamericano. Eligió el símbolo del camello porque el cigarrillo se fabricaba con tabacos turcos y teóricamente tenía un sabor exótico.
Cuando el "Viejo Joe", un camello del circo Bamum & Bailey, llegó a la ciudad, Reynolds envió a un empleado para que le hiciese una fotografía con fines publicitarios. El camello se negó a posar. Movía insistentemente la cabeza y el rabo y avanzaba amenazadoramente hacia el fotógrafo. Este disparó su cámara y la pose del camello en furiosa actitud recorrió el mundo estampada en las cajetillas de cigarrillos.
El lema del Dr. Scholl era acostarse temprano, levantarse temprano, trabajar duramente y hacer publicidad. William Scholl fue zapatero y vendedor de zapatos. Se graduó en 1904 en la facultad de Medicina de Illinois, y patentó su primer instrumento ortopédico varios años más tarde. Entre las muchas cosas que hizo para vender sus productos patrocinó el concurso "pies cenicienta" en el que media el desequilibrio de los pies con una máquina llamada pedógrafo. En el concurso se premiaba al pie perfecto.
El parpadeo del flash pintó de sonrisa su cara. La ráfaga de aire subió violentamente desde el subsuelo atravesando con igual fuerza la rejilla del alcantarillado. La plisada falda voló al viento descubriendo unas piernas casi perfectas. La rubia intentó corregir la indiscreción pero sus esfuerzos resultaron vanos. ¡Era bella Marylin!  Quizás una de las mujeres más bellas de su época. EFO.



CHE, VOS SOS ARGENTINA


Nadie sabe con propiedad dónde nació. Lo cierto es que un día apareció disputándole a patadas el balón a los muchachos del barrio. Más adelante, su engominado pelo y su sonrisa de póster harían derretir de pasión a las muchachas que llenaban los teatros para oírlo cantar.
De acuerdo a la versión más aceptada Carlos Romualdo Gardés, nació el 11 de diciembre de 1890, en Toulouse, Francia. Cuando apenas contaba con dos años de edad su madre decidió abandonar Europa y radicarse en América, El 23 de marzo de 1893 arribaron al puerto de Buenos Aires. Doña Bertha se instala en la calle Uruguay, entre Cangallo y Sarmiento, de la ciudad porteña.
Gardel debió soportar una infancia signada por la pobreza y el sufrimiento. A los 14 años comienza a trabajar como tipógrafo, pero mientras, sus manos construían palabras, su mente entretejía sueños.
En l911, cuando ya le precedía la fama de cantor de serenatas conoce a José Razzano, con quien conformará el dúo Gardel-Razzano. Muy pronto la naciente asociación dará sus frutos. Una gira sucede a otra y cuando menos lo esperan debutan en el Teatro Nacional, con la obra Paraíso. En 1915 viajan a Uruguay y Brasil donde logran un verdadero triunfo; a su regreso a Buenos Aires se presentan en el Teatro San Martín. El 11 de diciembre de ese mismo año es herido de bala al salir en defensa de un amigo; el proyectil se le alojó en un pulmón y nunca fue extraído.
En 1916 filma su primera película, La flor de durazno y graba su primer disco, Cantar Eterno. En 1923 marchan a España donde actúan con gran éxito. La asociación se mantendrá hasta 1925, cuando Razzano tiene que separarse por motivos de enfermedad. Queda Gardel solo y con él nace el tango-canción.
El tango viaja a París
El mítico gaucho de facón a la cintura y boleadoras en mano paseó su figura por los puentes del Sena. Luego, ya afrancesado, elegantemente trajeado regresó a Argentina, para ser aclamado por el mismo público que antaño lo despreciaba acusándolo de arrabalero.
El tango-canción debió viajar a París y triunfar en la Ciudad Luz, para que en la tierra donde nació se le considerara como algo propio.
En 1928 debuta Carlos Gardel en París, en compañía de Ricardo Barbieri y Aguilar. El carretero se convirtió en la canción más popular de la capital francesa al punto que la interpretaban a cada instante por calles y avenidas.
Desde ese momento Gardel agota las localidades en todas sus presentaciones. Triunfa en el Florida, donde conoce a Charles Chaplin, en el Empire y graba una serie de canciones para la Odeón francesa.
En 1930 regresa a Buenos Aires, para grabar diez canciones, casi de inmediato vuelve a París donde filma Luces de Buenos Aires, con Sofía Basán y Gloria Guzmán. Su éxito era tal que el público obligaba al proyectista a devolver la máquina para escuchar la repetición de Tomo y obligo.
En 1934 filma en Nueva York El día que me quieras, Cuesta abajo, El tango en Brodway y Tango Bar.
Ya Gardel está consagrado. El solo anuncio de su presentación despierta oleadas de emoción entre sus seguidores. El timbre de su voz hace vibrar los corazones femeninos. Es un ídolo.
Caballos y mujeres
¿ Se casó Carlos Gardel?   La respuesta a esta pregunta pertenece, como casi toda su vida, a la leyenda, forma parte de ese halo de fantasía que rodea su figura. No falta quien afirme que Gardel se casó en secreto con una linda rubia y que su matrimonio nunca fue divulgado para no perjudicar su fama de galán. Puede ser cierto. De él nada cierto, ni nada es falso.
Durante su vida se le atribuyeron cientos de romances. Carlos Gardel gustaba de las mujeres y ellas, por supuesto, de él. Su afición por el bello sexo tan sólo lograba atenuarla su pasión por la hípica.
Enredado en las patas de un caballo, el morocho del abasto consumía tardes enteras. Pero no sólo apostaba, sino que también era propietario de caballos de carrera. Por Lunatico era capaz de dejar casi cualquier cosa. Ese bello animal, que ganó diez carreras para su dueño, era su obsesión, al punto que solo permitía que lo montara el Pulpo, Leguisamo.
Gardel en Caracas.
Gardel llegó a La Guaira el 25 de abril de 1935, procedente de Puerto Rico. Al zorzal criollo, le acompañaban su compositor y amigo, Alfredo Lepera y sus guitarristas Aguilar, Barbieri y Riverol. Tras almorzar en el Hotel Miramar viajó en el ferrocarril rumbo a la capital.
Su llegada a la Estación Caño Amarillo constituyó todo un acontecimiento. Una multitud se agolpó para verlo. En medio del tumulto una señora resultó herida y no quedó una sola mata en la estación. En hombros de sus seguidores llegó al Hotel Majestic de San Bernardino.
En total estuvo veintinueve días en Venezuela, actuando en Caracas, La Guaira, Valencia, Maracaibo y Maracay, donde le cantó al General Juan Vicente Gómez.
Nace la leyenda
Despacio, seguro de su destino, el pesado aparato asistió a la cita con la muerte. La nave intentó remontar el vuelo, pero estaba herida desde el mismo momento en que había sido escogida para viajar en ruta a la leyenda. En menos de un minuto el aeródromo de Medellín se convirtió en campo de muerte. El fuego calló la voz.
Sobre el accidente existen muchas versiones. Esta comprobado que una falla humana produjo la catástrofe. Unos afirman que hubo una disputa entre Gardel y el piloto colombiano Samper Mendoza, diferencia que zanjó Carlitos con un certero balazo en el cuello del aviador, otros aseguran que la causa fue un desperfecto de la máquina y hay quien dice que Alfredo Lepera le disparó a Gardel, pero la bala mató al piloto. Conjeturas, simples conjeturas. Los protagonistas de ese episodio no existen y por ende nadie está en capacidad de afirmar a ciencia cierta qué pasó.
El 24 de junio de 1935, a las tres de la tarde, América contuvo la respiración cuando las atribuladas voces de los locutores de radio le informaban al mundo que Carlos, que Carlitos Gardel, había muerto en un trágico accidente.
Aquel día, a aquella hora, nacía para la inmortalidad Carlos Romualdo Gardés.    ¡Che, vos sos Argentina.!

miércoles, 10 de julio de 2013






EL SEÑOR DE SAN PABLO

Nítida, clara y profunda, la voz ocupó la pequeña estancia. El formón cayó al suelo y el miedo se instaló sobre su cuerpo, cubriéndolo totalmente. Dime, mi Señor, que más te falta, había preguntado con antelación el artesano a la imagen del Jesús de Nazareno que tallaba. Y de la talla brotó la respuesta: ¿Dónde me has visto que tan perfecto me has hecho? Cuenta la leyenda que el hombre no resistió el impacto de la voz. Su naturaleza humana fue incapaz de sobreponerse a la potencia sobrenatural del fenómeno que había desatado.

" La imagen de vestir del Jesús de Nazareno de la antigua iglesia del Señor San Pablo El Ermitaño de Caracas, la cual hoy conocemos simplemente con el nombre de El Nazareno de San Pablo, perteneció a la cofradía de Nuestra Señora del Carmen y Jesús de Nazareno, fundada en aquella iglesia en 1666.

A pesar de la excelente calidad artística de la talla, su famosa y antigua devoción y de sus encantadoras leyendas populares, hasta el presente no ha sido posible hallar documento alguno que precise su origen e historia.

Se supone que fue consagrada por el obispo fray González de Acuña, al erigir en vice parroquia las iglesias de Altagracia y San Pablo, por auto del 4 de julio de 1674. Su creación se le atribuye a un escultor de origen canario, vecino del pueblo de Carayaca y de nombre Juan Cristián Molinero. Otros afirman que su autor fue un humilde tallista criollo, al cual El Nazareno le habría hablado. Sin embargo la realidad es otra. Un estudio de la madera usada por el artista descartó toda posibilidad de que la obra fuese realizada en América y mucho menos en la Provincia de Venezuela. El Nazareno está construido con pino de Flandes, lo que determina su origen europeo.
Nuestro Nazareno vino en un galeón, procedente de España. Se trata de una creación típica de los talleres sevillanos. Su factura recuerda la manera de trabajar de Felipe Ribas (1609-1648); la solución de los cabellos y de la barba y en general de todas las facciones del rostro y sus manos llenas de vida guardan la misma relación de sencillez de las formas que caracterizaron la obra de este artista. Pero es imposible afirmar a ciencia cierta quien lo hizo. La identificación de su autor seguirá siendo un misterio".


Dos siglos ha

Para mediados del siglo XVIII la imagen tenía un retablo tallado y dorado, con un nicho grande en el medio, flanqueado por dos cuadros de ángeles. Estaba ubicada al lado de la Epístola en la nave menor de la Iglesia de San Pablo. Allí permaneció hasta la demolición del antiguo templo de San Pablo El Ermitaño, por orden del entonces Presidente de la República, Antonio Guzmán Blanco en 1876, para construir en su lugar el Teatro Guzmán Blanco, actual Teatro Municipal. La imagen fue guardada, junto con todas sus pertenencias, esperando la terminación de la iglesia de Santa Teresa y Santa Ana, ubicada a una cuadra del antiguo templo, exactamente en el lugar que había ocupado el Oratorio de San Felipe de Neri.

Un inventario realizado al momento de ser retirada determinó que El Nazareno era poseedor de un pequeño patrimonio. Tenía varias túnicas que se le ponían según la ocasión. Cuando estaba en su camerín lucía la más sencilla y llevaba una cruz pequeña, redonda, de madera, pintada de verde. Cuando salía en procesión era vestido con la túnica más lujosa y la cruz que llevaba era grande y de cartón, pintada también de verde. La cruz de cartón servía para aliviar el peso y evitar daños en las manos de la talla con el movimiento, durante la procesión. Usaba además un cíngulo y soga de hilo de oro con borlitas en las puntas. El obispo Mariano Martí describe así los haberes de El Nazareno.

" Iten Una túnica de terciopelo morado, buena, guarnecida con guarnición de oro.
Iten Otra dicha de terciopelo morado guarnecida con una guarnicioncita de oro muy angosta.
Iten Otra dicha de tafetán morado muy deteriorada y rota con una guarnicioncita de plata.
Iten Otra dicha de tafetán morado nueva.
Iten Dos más de lo mismo, muy rotas".(Sic).
Además de ello tenía una corona de plata, dos juegos de potencias; uno de bronce dorado y otro de plata, y su corona de juncos, pintada de verde.
La imagen se instaló en la nueva iglesia en 1881. Con el cambio la talla perdió su retablo y sus alhajas. Con el tiempo iría perdiendo otras cosas.


Años y pecados


La encorvada silueta se recorta en la tarde que muere. Sus pies no tocan el mar de velas encendidas sobre el cual flotan. Este Jesús de Nazareno que anda en procesión un Miércoles Santo en Caracas, al igual que aquel que anduvo sobre las aguas, siglos atrás, soporta sobre sus hombros el peso de los pecados de la humanidad a la cual intenta redimir. Para muchos devotos la imagen se inclinaba cada año como consecuencia de esa carga. Para los restauradores la talla estaba sometida a un progresivo proceso de deterioro que debía ser detenido a la mayor brevedad posible.

" Desde que me hice cargo de esta basílica el 24 de mayo de 1970, tuve la impresión - afirma Monseñor Juan Francisco Hernández-, de que la imagen de El Nazareno de San Pablo tenía un barniz barato en el rostro. En las semanas santas de 1971 y 1972 mis temores crecieron al ver la imagen de cerca y con más detenimiento. No se necesitaba ser un técnico para darse cuenta de que toda la cara, labios, barba, bigote y pelo estaban burdamente repinados. En la oreja izquierda era evidente un daño producido por un golpe, por el comején o por algo deteriorante..."

"... por consejo del doctor Mauro Páez Pumar y de don Alfredo Boulton, busqué y obtuve la colaboración de dos expertos: Carlos F. Duarte, restaurador del Museo de Bellas Artes de Caracas y Manuel Díaz, escultor y restaurador español, autor de numerosos trabajos que lo avalan.
Ellos, separadamente examinaron en secreto y detenidamente la imagen y rindieron sendos informes..." De esos informes se concluyó que el estado general de la talla para esa época era lamentable. Ante la gravedad de la situación el arzobispo coadjutor de Caracas, Monseñor José Alí Lebrún ordenó el inicio de los trabajos de restauración.


La lucha contra el tiempo


El 17 de julio de 1975 El Nazareno fue retirado de su nicho y pasado a un taller improvisado en la propia basílica. En el nicho se colocó una fotografía en blanco y negro de la imagen, de tamaño natural y en su capilla un cartel explicativo en el que además se les pedía a los fieles tener paciencia.

Carlos Duarte describe así el proceso: "Las exploraciones comenzaron por la cabeza. Al quitar la pintura al óleo que cubría la cabellera se determinó que en gran parte esta rehecha con un burdo relleno de yeso y cola, el cual al ser removido dejó abierta una enorme cavidad en la que cabía una mano y de una profundidad aproximada de treinta centímetros. Este espacio estaba relleno con algodón y papel periódico.

El mechón de pelo que cuelga al costado derecho de la imagen había sido ya remplazado en una restauración anterior. En el pómulo del mismo lado se halló un daño de unos cinco centímetros de diámetro y una perforación pequeña en la ceja del mismo lado, semejante a la huella dejada por una bala.
Al eliminarse el repinte del labio interior resultó estar en buenas condiciones, salvo su policromía, que no existía y era la causa del repinte.
La oreja del lado izquierdo de la cabeza tuvo que ser rehecha completamente pues en su lugar no había sino una burda reconstrucción de yeso.
Debajo de la barba y detrás de la mandíbula inferior, a cada lado, se encontró un hueco formado por los insectos, en la unión de la mascarilla con el resto de la cabeza. En la base del cuello, en el medio y también en la unión del pelo, en el costado izquierdo y en el derecho aparecieron varias cavidades, aunque estrechas, pero de diez centímetros de profundidad. En el torso, las piezas que lo formaban estaban desencoladas y con algunos agujeros. Se descubrió que los dos antebrazos habían sido reforzados con grapas de hierro, por estar desencolados.
En la pierna izquierda, a la altura de la rodilla y hacia abajo, había una cavidad de cinco centímetros de profundidad, veinte de alto y diez de ancho. Detrás y al costado de la pantorrilla también había dos pequeñas cavidades así como otra más abajo, en el costado izquierdo.
Los pies eran quizás los más dañados, pues le faltaban los dedos y habían sido perforados en la base para colocar unas franjas de hierro con el supuesto fin de reforzarlos.
Todas las cavidades fueron limpiadas y envenenadas. Luego fueron ocupadas o rellenadas con piezas de madera de caoba o vera, cortadas según la forma de cada hueco y sus orificios sellados con una pasta sulfatada. 
Finalmente se enyesó y policromó con el método de los encarnadores antiguos, usando una vejiga de carnero para bruñirlas. Las manos presentaron menos problemas, pues se hallaban en mejores condiciones. Sólo se limpiaron los repintes y se ajustó un dedo quebrado. Se le hicieron algunos rellenos y retoques donde faltaba pintura.
Se conservaron las pestañas antiguas y se eliminaron dos que estaban en los párpados inferiores y eran de factura comercial.
El trabajo tuvo una duración de tres meses. La labor fue diaria y continua, dedicando a veces hasta horas de la noche."
Una vez terminada la restauración, El Nazareno fue restituido al culto público en una misa solemne, oficiada por el Arzobispo Coadjutor de Caracas, el miércoles 5 de octubre de 1975, día de Santa Teresa.
"... El Nazareno de San Pablo tuvo una casa y la perdió y tuvo un patio y una tapia y un limonero y un portón. Malhaya el golpe que cortara el limonero del Señor..." EFO.


Bibliografía consultada:
Carlos F. Duarte
El Jesús Nazareno de la desaparecida iglesia de San Pablo.
Caracas, 1977
Andrés Eloy Blanco
El Limonero del Señor.

martes, 9 de julio de 2013







SI MUERO LEJOS DE TI



El trencito viene y va con su " chu cu, chu cu," de locomotora grande. Cruza raudo sobre los falsos puentes y muerde con sus ruedecitas de acero el tendido de los rieles. Su dueño lo contempla extasiado, pensando que quizás será la última vez que lo tenga en sus manos. Es un hombre, en trance de muerte, jugando con el juguete de un niño a las puertas de la vida.

Nace el mito
Jorge Alberto Negrete Moreno nació en la Plazuela de Ropero, en la localidad de Nuevo León, estado de Guanajuato, durante la Revolución Mexicana contra Estados Unidos. Hijo de un general de brigada, siguió inicialmente la profesión de su padre, en México, Italia y Francia.
Muy pronto cambiaría las armas por los micrófonos y el escenario. En principio, el futuro charro se inclinaría por el bel canto. En ese rol viajaría por su país y, posteriormente, por Estados Unidos. Finalmente encontraría su ubicación dentro del mundo del espectáculo.
El charro mexicano
En el mundo entero se cree que la vestimenta del charro y la música de mariachi forman lo más representativo del folklore mexicano desde tiempos inmemoriales. Nada más lejos de la realidad. El mariachi, tal y como lo conocemos en la actualidad, es una institución que data del período de Lázaro Cárdenas. Para 1930 la música de mariachi no rebasaba los regionales limites de Jalisco, Nayarit y Colima.
El antiguo mariachi sólo tocaba sones, jarabes y otro tipo de melodías. Su vestimenta era humilde y sencilla. El cine cambió su imagen contribuyendo notablemente a proyectar la figura del charro como arquetipo del mexicano. El charro-cantor viste un traje que engalana con plata y adorna con pistoleras, finamente enjoyadas. Su sombrero y su poncho se cubren de fantasía. Los colores de la ropa reflejan, según el momento, bonanza, trabajo y alegría.
Jorge Negrete elevó, a partir de " Ay Jalisco no te rajes," la figura del charro-cantor a rango de institución. Difundió en el extranjero una imagen del mexicano que hasta la fecha nadie ha podido borrar. Algunos lo acusan de haber exaltado los defectos que le endilgan a sus compatriotas: machismo, fanfarronería, alcoholismo y desprecio por la vida. Otros le niegan arraigo popular, alegando que su tipo y arrogancia de hacendado criollo chocaban con los modales suaves del indio. Ambas acusaciones son injustas, pues no fue promotor ni de una, ni de otra cosa.
" Ay Jalisco no te rajes" fue su mejor película; en todos los sentidos, hasta en el plano sentimental. El mayor acierto en el reparto fue la elección de Gloria Marín, como pareja romántica de Jorge; ella al igual que Dolores del Río y María Felix, llenaba la pantalla sin necesidad de hablar. El flechazo fue mutuo. Se encendió la pasión, y muy pronto la naciente estrella abandonaría a su esposa para dedicarle alma, vida y corazón a su nuevo amor. Formaron una pareja consolidada a lo largo de mucho tiempo. El artista estaba realmente enamorado de Gloria Marín, al punto que cuando se separaban, como consecuencia de sus viajes al extranjero, le escribía hasta tres veces por semana. 
Pero no sólo el amor tocó a su puerta con " Ay Jalisco no te rajes". La diosa fortuna lo seleccionó. Recién estrenada la película, firmó un ventajoso contrato con la XEW para cantar en una serie de programas. Era el hombre del día. Empezaba a tener problemas para salir a la calle. Las mujeres se abalanzaban sobre su Packard y le pedían autógrafos en todas partes. Cobraba así la recompensa a diez años de esfuerzo. 
A partir de ese momento su carrera fue en ascenso: Perú, Argentina, Chile, Cuba, Venezuela, España y Estados Unidos, entre otros países, fueron visitados por el charro mexicano. En su viaje a España las admiradoras no lo dejaban salir del hotel, manteniéndolo prácticamente secuestrado, pues cada vez que ponía un pie en la calle era asediado por una turba. El propio caudillo, Francisco Franco le otorgó un permiso especial para que portara su revolver en las presentaciones pues Negrete se negó a actuar sin no lo hacía con el arma al cinto. La filmación de películas, tanto en su país como en Estados Unidos, era cosa de todos los días, llegando a filmar 27 en total. Su faceta de cantante complementaba su trabajo como actor. Jorge Negrete se convirtió en el símbolo de México; tan sólo Cantinflas podría disputarle esa preeminencia nacional. 
El dirigente
Jorge Negrete fue un artista culto. Había recibido una buena educación en su país y en el extranjero. Hablaba con fluidez francés, alemán, italiano e inglés. Su formación, unida a un exacerbado sentido de solidaridad para con sus semejantes, lo lleva a incursionar en el campo gremial.
Convencido de que el morbo de la corrupción se había enseñoreado de las organizaciones sindicales de los artistas agrupa en torno a sí a numerosos trabajadores del medio cinematográfico y, tras una ardua pelea, logra adecentar las relaciones de trabajo entre empresarios y artistas.
Negrete será recordado siempre como un hombre dotado de una gran dosis de ética y moralidad. Bajo su conducción, los sindicatos de artistas de México avanzaron a marchas forzadas en pro del bienestar de sus afiliados. Su entrega fue total, al punto que su actividad como dirigente le insumía hasta 14 horas diarias. 
La hora menguada
De su juventud en Estados Unidos, tras los escurridizos pasos de la fortuna le quedó el rastro de una hepatitis mal curada. Su precaria situación económica de entonces le impidió tratar la enfermedad profesionalmente; sus amigos fueron sus médicos y el cuarto de hotel improvisada clínica.
A lo largo de toda su vida, Jorge Negrete sufriría, de una u otra forma, las secuelas de este mal. Sus antecedentes médicos, aunados a la total indiferencia con que atendía las enfermedades que lo aquejaban, fueron minando su salud. En varias oportunidades debió ser recluido, muy en contra de su voluntad, en diversos centros asistenciales de los cuales casi siempre salía sin haber completado los tratamientos que le prescribían.
En Noviembre de 1953 su estado general es crítico Tan crítico que sus médicos deciden hospitalizarlo en la Central Médica, una clínica privada ubicada en la colonia Roma en Ciudad de México. Hasta allá van a verlo sus amigos en constante peregrinación. El astro descansa y sueña con María Felix, la Doña, su esposa desde hace un año. María está lejos, en Francia, filmando una película.
Para ese entonces su peso gravitacional en la vida pública de México era inmenso. Sin previa cita, acudía a la residencia presidencial de Los Pinos en la seguridad de que el jefe de Estado lo atendería. " Por encima de mi tan sólo está Dios," se atrevió a decir en una oportunidad. 
Tiene apenas 41 años y está en el pináculo de su carrera. Pero la muerte acecha. 
Si muero lejos de ti
Contrariando las disposiciones de sus médicos decide abandonar la clínica y aceptar un contrato en Los Angeles. En compañía de su hermano David, viaja a Estados Unidos. A los dos días de haber llegado es internado en el Hospital Cedros del Líbano. David llama a María, quien hace el viaje desde Francia temerosa de no encontrarlo vivo. La hepatitis había degenerado en cirrosis. Sus ojos se cerraron lejos de su México natal.
El 7 de Diciembre de 1953, el avión que trasladaba sus restos tocó pista en el aeropuerto central. El ataúd, al cual le colocaron encima un sombrero de charro, recorrió las calles de la capital en brazos del pueblo, hasta el Panteón Jardín. Al frente del cortejo, Pedro Infante, tripulando una motocicleta, le rendía tributo postrer a quien en vida fue uno de los artistas más populares y queridos de la patria de Juárez.
El trencito va y viene con su "chu cu chu cu" de locomotora grande. Se desliza raudo por el tendido de rieles. Sus ruedecitas se aferran a las líneas de la vía en una carrera hacia ninguna parte. EFO.




martes, 12 de febrero de 2013





EL MIEDOSO



Colgado al gancho de su duda se balancea entre uno y otro extremo, entre una y otra opción sin atreverse a tomar partido, a adoptar una decisión. Pacientemente sopesa los elementos del dilema que lo ocupa. Pero por más que piensa y repiensa no decide. Algo lo paraliza, y no sabe que. Pero sea lo que sea luce difícil de superar El no lo ve, pero siente que lo cerca, sabe que está allí, no fuera sino dentro. Inmóvil, parado frente a ese obstáculo, a ese muro que se levanta infranqueable deja gotear las horas. Y en eso lleva toda una vida. Siempre ha sido así, desde que se reconoce, la indecisión ha constreñido su actuar. Ese muro que lo limita, no tiene apariencia física alguna, pero se puede sentir. Ese muro tiene nombre: Se llama miedo. Y el miedo, señor de la duda, capitán de la angustia habita los espacios de la mente, pero recorre el cuerpo erizándolo, tensándolo, preparándolo para un enfrentamiento que se vaticina inaplazable.El miedo sale por sus poros, cabalga por su piel, dejando escapar su olor que aturde. El miedo se para frente a él cerrándole el paso, impidiéndole andar. El Miedo frena su lengua, desorbita sus ojos, reumatiza sus manos, entorpece su razón. El miedo es su muro. Y el lo percibe como algo sinuoso, escurridizo, baboso, resbaloso, esquivo. Su miedo es mimético, adopta la forma que considera adecuada en los momentos que estima oportunos. Es una estructura maleable, que se adapta a todas las situaciones. Es selectivo pues contiene solo lo que considera importante, pero somete todo a su escrutinio, incluyendo lo que aparentemente luzca banal. Su muro decide que filtra y que no. Sin embargo pese a ser omnipresente hay momentos en que pareciera que desaparece, que se disuelve, que deja de estar. Pero sus ausencias son fugaces. Cuando quiere retoma el control, ocupa los espacios aparentemente cedidos, vuelve a presentarse. Se escurre por los resquicios de los pensamientos para dominarlos. Es como si tuviera vida propia. Algunas veces lo siente como algo real y otras le luce imaginario. Es como un sentimiento de peligro, como una advertencia de que algo terrible va a suceder.
Hubo un tiempo en que se supo fuerte y pensó que podía derribarlo. Con esmero se preparó para ello. Reforzó su voluntad. Minó todos y cada uno de los puntos de la valla que le parecieron vulnerables. Esperó el momento que juzgó oportuno y se lanzó al ataque. Pero el muro estaba preparado. Lo esperaba. Conocía sus intenciones. Había descifrado su estrategia y con pasmosa naturalidad lo repelió. El no se dio por vencido y volvió a intentarlo. Esta vez buscó apoyo. Con ayuda organizó sus ideas, identificó la esencia de sus temores. Con meticulosidad de orfebre elaboró una estrategia, un plan. Pero el resultado fue el mismo. El muro reforzó sus defensas, retomó la ofensiva, resistió el asedio y lo derrotó. Cansado de una lucha frontal y sistemática ahora ensaya otros métodos, realiza ataques relámpagos contra la estructura. Cuando lo siente desprevenido arremete con fuerza, se arma de valor, se atreve a salir, decide, hace caso omiso a sus temores. El muro acusa los golpes y responde con fiereza. El desafío se mantiene. Ninguno de los abandona sus posiciones. El muro en alerta y él al acecho. Lo observa con atención. Lo detalla buscando una grieta, un punto débil por donde iniciar un nuevo ataque. El lo conoce. Lo conoce muy bien porque el mismo lo levantó. Lo edificó palmo a palmo. Lo alimentó. El muro es su creación. Lo hizo para protegerse. Para guarecerse dentro. Para sentirse seguro. Ese muro lo mantiene a salvo de un entorno que le parece hostil. Su miedo lo alerta. Lo obliga a escapar, a esconderse, a evadir, le sirve de justificación, de escudo. Lo cuida de si mismo, de sus desvaríos, pero al mismo tiempo, por ser un mecanismo complejo, lo hizo su prisionero. Por eso siente que su miedo se ha convertido en una carga. En una lápida que lo cubre, que lo avasalla, que no lo deja mostrarse. Que le pone límites a sus ansias, que cercena sus apetencias. Incapaz de poder controlarlo, al no saber como dominarlo pretende negarlo, destruirlo, derribarlo. Pero va perdiendo la guerra, pese a ganar algunas batallas. Su adversario ha crecido mucho. Se ha fortalecido, Como un tumor maligno ha hecho metástasis en todo su cuerpo. Ha invadido todos sus espacios, se ha adueñado de él.

El muro se empina hacia arriba, se hunde hacia abajo, se ensancha, se engrosa y ante ese avasallamiento a veces le resulta imposible oponerse, luchar contra esa sensación de angustia que lo posesiona. Resignado se repliega sobre si mismo, se encoje. Obligado a aceptar su condición se refugia en su muro. Se amura. Entiende que es incapaz de atar el demonio del miedo que lo habita, de doblegar esa fuerza que el mismo desató. Se hizo amurado. Se sabe amurado. Se reconoce como tal aunque en algún momento se niegue a serlo. EFO.








EL IRACUNDO


                                                                                                  
Como si obedeciera al influjo de un conjuro, la fuerza va tomando cuerpo. Comienza con una leve agitación para paulatinamente convertirse en torbellino de destructora potencia. Sus ojos se dilatan, sus venas se tensan, sus manos se crispan y una furia incontenible lo va poseyendo, abrasando, dominado. Ahora es Amón, Marqués del infierno, señor de 40 legiones, lobo con cola de serpiente que arroja fuego, hombre con cabeza de cuervo y dientes de perro, quien deja escapar la ira que lo posee. Incapaz de detenerla se somete a su voluntad permite que lo desborde hasta que alcanza su clímax para luego perder potencia, debilitarse y poco a poco consumirse, apagarse, desaparecer. Nunca ha podido poner freno a esa pasión. Todos sus esfuerzos por evitarla, han resultado vanos, todos, absolutamente todos se han estrellado contra esa barrera. La ira lo toma por sorpresa, lo asalta. Es como si fuera una animal que lo acechará permanentemente, que estuviera presto a aparecer, sin previo aviso, de repente. Y cuando eso sucede no puede sustraerse a esa fuerza demoníaca, que lo arrastra envileciéndolo. Como un río de lava corre a lo largo de su cuerpo, se filtra a su alma, se adentra en su mente destruyendo todo a su paso, ennegreciendo la ruta que transita. Desde pequeño ha sentido la ira enseñorearse en su voluntad, pero nunca ha podido domarla, es incapaz de frenar ese deseo de destruir. Ira y arrepentimiento viajan juntos. Son hermanos. La primera da paso al otro. Cuando la ira ha alcanzado el cenit, cuando ya no queda nada que destruir aparece el arrepentimiento. Primero se asoma sorprendido de lo que ve. Contempla la destrucción que lo rodea y después ocupa el espacio cedido. El arrepentimiento es como un retroceso. Como un dolor por lo cometido. Pero el arrepentimiento no es reparador, no sana, no enmienda lo hecho. El arrepentimiento es engañoso, tramposo. Da la sensación de que todo está bien, que basta con ocupar los espacios arrasados por la ira. Nada más falso. Se trata de una máscara, de un subterfugio. Es un engaño. Pareciera que la aparición del arrepentimiento marcara la muerte de la ira. Pero no es así, la ira, fuente de la violencia desatada, no ha sido vencida se repliega cuando no encuentra nada más que destruir, o sencillamente porque las causas que le dan origen desparecen, o porque un gesto, un aviso de alerta, una señal de sumisión la desinfla. La ira se va, está en retirada, pero no vencida y cuando esto sucede Amón ocupa su trono, satisfecho, ahíto. Entra en reposo, está en suspenso, pero acechante, esperando que se abra de nuevo la espita, para volver por sus fueros, para convertirse en ardiente furia, en incontrolable fenómeno. Amón, Marqués del Infierno, se complace en sus dominios. Pasa revista a su ejército de demonios. Sopesa sus fuerzas. Prepara un nuevo ataque. Mientras tanto él poco a poco se va calmando, sus pupilas se achican, sus músculos se relajan, sus venas se distienden. El es capaz de reconocer el diablo que lo posee. De lo que no es capaz es de identificar las causas que lo despiertan. De tanto pensarlo ha logrado aislar algunas, pero todas son circunstanciales, ninguna definitiva. Una frase, una mirada, un gesto, una negativa, un si rotundo, cualquier cosa es suficiente para desatar el huracán. No hay una sola razón, son miles. Y a fuerza de sin razones la ira ha levantado un muro entre sus deseos, preñados de buenas intenciones, y su incapacidad para dominar el monstruo que lo habita. Ese muro tiene forma, es una valla gruesa pero no sólida. Está hecho de un material que no fragua nunca, un material consistente, denso, pesado, pero no duro. Su muro está conformado por un sentimiento no controlado de odio, de enfado, de rabia contenida, de negación de la verdad. Su muro se levantó sobre un incontrolable deseo de venganza, sobre una negación de la justicia, sobre un gran resentimiento. Su muro tiene color, en la base es amarillo intenso, en el centro, casi anaranjado, y en la cúspide rojo granate. En el se reflejan los tonos del fuego, lo cambiante de su forma, lo intenso de su calor. Sus sueños, sus ansias, sus amores están obligados a convivir tras ese muro junto con su ira, hermanados, como si fuesen una misma cosa. Pero muro adentro, lejos del calor que este irradia, mora su ángel bueno que de vez en cuando se impone sobre el oscuro, dando la impresión que lo venciera, que lo sometiera. Pero ese ángel todavía no tiene la fuerza ni la consistencia necesaria para traspasar el muro, ni siquiera para rebasarlo o rodearlo. Su ángel bueno todavía habita en los terrenos de los deseos, de los sueños. Sin embargo el mantiene la esperanza, alimenta la ilusión, confía en que alguna vez reunirá las fuerzas necesarias para dar el salto, plantear la gran batalla y liberarse. Pero por los momentos es un prisionero tras el muro, obligado a vivir ahí. El es un amurado, uno de aquellos, que no eligió serlo. Su condición le fue impuesta no sabe si por un Díos o por un demonio, pero sea como sea vive, vivirá y quizás, solo quizás, morirá amurado. EFO 






EL AUTISTA



El está casi seguro, aunque no pueda afirmarlo con certeza, que nació en ese muro, pues desde que recuerda ha vivido allí. Siempre ha sido su hogar, su único albergue. Sabe, porque los ve, que fuera de ese muro coexisten una variedad infinita de personas, animales y objetos, con los que se relaciona, pero que le son indiferentes, pues no los entiende del todo. El siente al muro como algo invisible que lo rodea, que no puede traspasar, que le impide comunicarse plenamente con la realidad que lo circunda. El muro, su muro, por momentos es algo blando, gelatinoso, pasteloso, pegajoso, que lo traga, lo aprisiona, lo enreda, haciéndole sentir como si estuviera metido dentro de una pelota de chicle, imposible de soltarse; pero también, por momentos, suele ser duro, macizo, compacto. Otras veces es transitable, se puede caminar dentro de él. Algunas, acuoso, hay que nadar para avanzar. En algún instante pareciera que desaparece, permitiéndole volar, flotar, sentirse libre. Pero eso es muy raro. Por lo general siempre separa, no favorece el contacto, aísla. Mantiene los deseos afuera. Es algo de lo cual es difícil zafarse, porque amarra, ata, maniata, y por más que se luche nunca se puede salir de su maraña, escapar de su red.Este muro no tiene forma definida. No es alto, no es bajo, no es ancho, no es delgado. No es largo. No es corto. No está constituido por nada consistente, tocable, palpable, mordible, pateable, golpeable. No es sólido. No es blando. No es liso. No es rugoso. No es algodonoso. No tiene forma. No tiene olor. No tiene sabor. No tiene color. En el no viven animales, no hay hongos ni matas que crezcan, no tiene ranuras, fisuras ni deformidades, no es húmedo, tampoco seco. No es frío. No es cálido. No es arenoso. No es pétreo. Es un muro indefinible, intangible, difuso, pero no por ello menos real. Está allí, él no sabe si dentro o fuera de él, pero está seguro que existe, pues lo siente. Siempre lo ha sentido, toda la vida, desde que nació, pero nunca ha intentado abandonarlo. Piensa que si lo intenta no podrá hacerlo, pues el muro pareciera que viniera de él mismo, desde adentro, desde muy adentro, desde lo más profundo. El muro lo separa de sus iguales. Le impide establecer una verdadera y afectiva relación con seres semejantes, lo que lo obliga a no ampliar el círculo de sus allegados pues necesita mantener su entorno estable, controlable, accesible; mientras menos sean, más seguro se sentirá. Es por eso que evita la mirada de extraños. No es capaz de sostenerla, le resulta incomodo hacerlo. El no puede comunicarse con la gente porque no reconoce el tono de la voz. No sabe cuando lo regañan o cuando lo miman. No entiende de matices. Es incapaz de descifrar las expresiones de las caras. De leer en los rostros la rabia, la alegría o la tristeza. Cada vez que intenta hacerlo el muro se lo impide. El muro se traga la empatía, no deja que se establezca. El muro lo relega a su condición de solitario. El vive aislado del mundo que lo rodea, lo reconoce pero no le interesa. Le resulta casi imposible iniciar y mantener un diálogo, pues ello supone una ardua tarea ya que su lenguaje es estereotipado, repetitivo, siempre dice las mismas cosas, no coordina repuestas acertadas. Muchos piensan, los que no lo conocen, que es parco, huraño, antipático, pero no es así, simplemente su personalidad tiene un repliegue patológico sobre si misma. El sufre un desorden del cerebro que deteriora su comunicación e interacción social, ocasionado su comportamiento restringido. Pero no siempre es pasivo. No siempre es tranquilo. Cuando lucha con el muro interior que lo constriñe, se vuelve agresivo, auto destructivo, golpea su cabeza contra las paredes, como queriendo abrirla para dejar escapar aquello que lo aprisiona, eso que desconoce, pero que el siente que vive dentro de si. Se araña la cara, retuerce sus manos, se muerde los dedos, crispa los puños, grita con furia. En esos momentos la angustia se convierte en desesperación y cuando pareciera que ya no pudiera aguantar más sobreviene la calma. Es una laxitud, un sopor grueso que lo invade. Que comienza por los pies y lentamente escala su cuerpo, hasta llegar a la ciudadela de su cabeza, donde viven sus dueños, sus amos, donde gobierna el muro, donde todo pasa. Y lentamente, poco a poco, ellos toman el control y él vuelve a ser estable, sereno, calmo. Ahora es nuevamente la indiferencia la que manda. Nada importa. Retorna a sus ritos, a sus rutinas habituales, a su manera de ser. Se repliega dentro de si mismo. Se protege con su armadura. Se tapa con su manto. Se hace impenetrable. Se adentra en las profundidades del muro que lo posee. Desciende hasta lo abisal. Se mece en la tela de araña en que vive. Y allí se reencuentra con su propio yo. Se abraza a su muro. A ese mismo muro que lo aísla del exterior, que lo cubre, que lo sepulta, que lo ahoga. El es un amurado de conciencia. Nació amurado. Vive amurado y morirá amurado. EFO.







LA LLUVIA


En las noches, cuando el frío se nos pega a la ropa, se encarama sobre el pelo y nos lija la cara, la lluvia llora. ¿Has oído llorar a la lluvia? ¿Has visto como sus lágrimas lamen los cristales en las casas vacías? Su llanto tiene mucho de lamento. Cuando llora con fuerza, casi a gritos, es como si quisiera lavar una vieja pena. Cuando lo hace despacito, dejando caer las gotas como con miedo, pareciera que deseara quitarse un peso de encima. El llanto de la lluvia no siempre es estridente. A veces es callado, como un sollozo ahogado, tapado con un manto. Cuando llora así las gotas caen una por una, como si las contara. Pero eso no pasa siempre. Sucede algunas veces. Cuando la lluvia llora despacito deja cabalgar sus dolores sobre campos de nubes. Cuando la lluvia llora a gritos, pareciera que se abrieran las compuertas del cielo porque las gotas se convierten en cortinas de agua que caen con violencia, estallando en el suelo, partiéndose en mil pedazos. Este llanto, es doloroso, desgarrador, asusta a las mujeres, aterroriza a los niños, mete miedo en los hombres. Cuando la lluvia llora de mañana su llanto es triste. Cae a pedazos, quitándole el polvo a las estatuas, empapando las calles, molestando a los transeúntes. Cuando la lluvia llora de tarde resbala sobre los rostros, se amanceba con el polvo de los caminos, se mete por las rendijas de las puertas.Cuando la lluvia llora de noche pinta con hilos de plata sobre el oscuro lienzo del firmamento, despierta a las musas, recitando versos sobre amores imposibles.
La lluvia es la más vieja de todas las plañideras. Ha llorado desde siempre en todos los cementerios. Ha cubierto con su velo de agua los campos de guerra. Ha acompañado con su rítmico caer los ayes de dolor en todos los hospitales. La lluvia es la más joven de todas las aguas. Ha mojado todas las cabezas ofreciendo vida eterna. Ha bañado todos los cuerpos, lavándolos de pecado. Ha violado todas las oquedades, descubriendo secretos. 
La lluvia se mece en los brazos del viento. Se deja arrastrar por el. Es esclava de sus vendavales y juguete de sus brisas. La lluvia es altiva Diosa que se solaza en las danzas que los hombres bailan, para hacerla bajar, cuando la calina arrasa los sembradíos. La lluvia es compañera inseparable de los enamorados que caminan apretando sus manos y conteniendo un suspiro. La lluvia detiene el tráfico en las ciudades, demorando los tiempos, exasperando a los viajeros. La lluvia es partera de charcos en los que naufragan los zapatos y se embarran los pies. La lluvia es gemebunda compañera de los lobos solitarios que aúllan al viento sus penas. La lluvia no tiene cara, pero tiene boca que grita. No tiene piernas, pero camina muy rápido. No tiene manos, pero toca todo. La lluvia se ve y se siente, pero no tiene olor, ni sabor. La lluvia es manto alado que cae desde arriba, para luego reptar por el suelo. La lluvia es una capa fina, ancha, larga, que cubre todo. La lluvia es un velo que nos tapa, nublando la visión, distorsionando la realidad. La lluvia es violadora impenitente de todos los espacios. Entra sin pedir permiso. Se queda el tiempo que quiere, sin anunciar cuando será su partida. La lluvia no cumple horario. La lluvia no tiene fecha. Solo los ilusos pretenden adivinar su llegada. Solo los necios vaticinan su presencia. Pero solo los puros son capaces de sentirla venir. EFO.