sábado, 28 de diciembre de 2019



DE TERRORES Y OTRAS COSAS


Llegó la noche. Poblada de negruras, ahíta de temores. Preñada de presagios. Llena de cosas. Su llegada me tomó por sorpresa. En realidad la esperaba, pero no anticipe que lo haría tan de repente, tan sin darme cuenta. La noche es partera de miedos y de algo más. Con la noche vienen los espantos. Los espantos esperan a las mujeres para robarle el alma y a las hombres para llenarlos de angustia. Los espantos deambulan por  las sabanas, recorriendo sus caminos, descansando  en los matorrales, a la sombra de los árboles. Los espantos viven camuflados con la niebla de las montañas, habitando sus cuevas, poblando sus barrancos. Los espantos son espíritus malignos, encarnados en humanos de apariencia benigna. 
Cayó la tarde y con el ocaso salen los encantos. Los encantos son entes que seducen a hombres y mujeres, obligándolos a hacer su voluntad, amarrando sus acciones a sus deseos, esclavizándolos, poseyendo sus mentes, adueñándose de sus cuerpos, satisfaciendo sus pasiones. Los encantos son espíritus del agua. Moran en los ríos, bañándose en sus cauces, asoleándose en sus riveras. 
Cubiertos de oscuridad salen los muertos a recorrer caminos, a transitar calles, a esconderse en las esquinas. Los muertos son las alma de aquellos que una vez estuvieron vivos, pero que por su mal accionar en este mundo no consiguen paz en el otro. Los muertos son fantasmas, cuerpos intangibles que siempre tienen algo que pedir, una deuda por cobrar, una afrenta que reclamar. Los muertos salen de sus tumbas cuando nadie los ve.
Haciendo ruido, aullando, gritando, aparecen los monstruos. Los monstruos viven debajo de las camas de los niños, tras las puertas abiertas, dentro de los escaparates, en los baúles cerrados, en las gavetas de las chifoniers. Los monstruos tienen distinta forma. Son peludos, grasientos, gelatinosos, escamosos, de pies y manos deformes, de uñas largas y sucias, ojos saltones y nariz y boca prominentes. Los monstruos son feos.
Escondidos, inadvertidos los duendes ocupan el entramado de los pisos. Son seres traviesos, malvados que nos prometen riquezas a cambio de casi nada, pero en cada promesa esconden una acechanza, un ardid, una trampa. Los duendes cumplen deseos, satisfacen apetencias, hacen realidad las fantasías y en pago se llevan lo más preciado, lo más querido. Los duendes son pequeños, verdes, de cabello rojizo y ojos azules, de rostro grotesco y manos codiciosas.
La noche no es siempre lo que parece, deslumbra con su belleza y aterroriza con sus horrores.  EFO.




UN VIEJO AMOR...


Hay amores que se quedan estacionados en el tiempo. Detenidos en nuestro corazón. Quietos, silentes, mudos, pero vivos. Esos amores resucitan de vez en cuando, reaparecen buscando retomar su cauce, llenar un espacio, vivir otro tiempo.  Son amores que nunca quisimos abandonar o de los que nos despedimos en silencio, sin estridencias, sin querellas. Simplemente los dejamos ir, como quien despide a un viajero, a alguien a quien queremos mucho, pero que no podemos, o no debemos retener.
Esos amores están plagados de buenos recuerdos, de agradables añoranzas, de deseos insatisfechos, de mudos arrepentimientos. Algunas veces podemos revivirlos, retrotraerlos al presente, avivarlos, hacerlos renacer. Otras, simplemente es imposible volver a vivirlos. El tiempo agotó esa posibilidad.  Solo nos queda mirarlos desde lejos, acariciarlos con un pensamiento dulce, con un recuerdo grato.
A veces la vida nos da una segunda oportunidad y vemos reverdecer aquel sentimiento que creímos marchito. Por azar o convicción nos volvemos a juntar para empezar otra vez. En algunos casos, los más afortunados, ese nuevo comienzo es el definitivo, marcando una unión duradera. Pero no siempre la diosa fortuna se muestra benévola con nuestras apetencias, y la reconciliación se convierte en un nuevo adios, esta vez para siempre, pues la experiencia fallida nos indica que no es prudente consentir otro acercamiento. En otros no se da el reencuentro pues las circunstancias no lo permiten, frustrando así nuestros deseos. Construimos un sueño basado en nuestras suposiciones sin considerar la realidad  de aquel a quien añoramos. Damos por hecho que ese amor nos espera y que basta con desearlo para tenerlo nuevamente, pero en muchos casos el presente del otro supera nuestra imaginación. Y nos encontramos con una persona distinta a la que conocimos, que vive otro momento, quizás en otra compañía.
Hay otros amores que también  quedaron estacionados en el tiempo, pero no queremos revivirlos.  Esos amores nos causaron un gran dolor, nos llenaron de inquietud, nos hicieron daño. A algunos de ellos los añoramos con tristeza, a otros con rabia, con impotencia. A esos los miramos a la distancia, no dejamos que ocupen un espacio permanente en nuestra mente. Los mantenemos alejados de nuestros recuerdos, pues sabemos que acercarlos, es volver a sufrir, pues su cercanía nos lastimaría.
Los sabios, aquellos que nos iluminan con su conocimiento, nos dicen que a veces es mejor no remover el pasado, dejar las cosas como están, pero los inconformes, los que se rebelan en contra de los sabios nos piden que lo intentemos, una y otra vez, pues ... "un viejo amor, ni se olvida ni se deja, un viejo amor de nuestras almas si se aleja, pero nunca dice adios."  EFO.



martes, 24 de diciembre de 2019




PACTA SUNT SERVANDA
(Lo pactado obliga)


Se pacta cuando no hay otra salida. Cuando las vías se han  cerrado. Cuando la contienda parece no terminar. Cuando los combatientes están exhaustos, imposibilitados de seguir guerreando. Cuando ninguno de los bandos quiere seguir peleando. Cuando se acaban los argumentos a esgrimir, cuando ya no queda más nada que probar. Cuando eso pasa hay que pactar, acordar, convenir, concertar. Un pacto no es una derrota, es un común acuerdo en el que ambos resultan victoriosos. En los pactos ceden las dos partes. Cada una da lo que le corresponde, lo que puede dar sin perder. En los pactos todos renuncian a lo que esperaban ganar. Se trata de una retirada honrosa del campo de batalla, sin tener que recoger los muertos, perder el parque, arriar las banderas, cargar con la derrota. Un pacto no es una dimisión. Es entender que no es posible lograr todo lo aspirado y dar un paso atrás, replegándose a la espera de una mejor oportunidad, de un cambio en las condiciones, de nuevos vientos, de renovados bríos. Un pacto es, aunque a veces parece lo contrario, una forma de avanzar, pues implica la necesidad de explorar, de inventar, de buscar alternativas, nuevos caminos, otras vías, distintas maneras de lograr el objetivo que nos hemos trazado. En la vida hay que pactar, negociar, es la única forma de seguir viviendo.
Posponer no es perder, por el contrario, es empezar a ganar pues implica aventurarse de nuevo, volver a intentarlo, sólo que con otro método, en distinta oportunidad. Cuando posponemos algo estamos aceptando que en ese momento no es posible ganar, pues las oportunidades de perder son muchas, y superan con creces a las de ganar.
El pacto más importante, el que mejores frutos rinde, el que nos ayuda a avanzar, es el que hacemos con nosotros mismos. En el analizamos todas las opciones que tenemos frente a los avatares de la vida. Lo hacemos sin guardar secretos, sin escamotear realidades, sin ocultar nada, pues no tenemos nada que ocultar ya que nos conocemos lo  suficiente como para no tolerar nuestras propias mentiras. Una vez sincerados, comenzamos a negociar. Lo pedimos todo y poco a poco empezamos a ceder, a consensuar, a admitir lo que no podemos lograr y a conformarnos con lo que tenemos y podemos conseguir. Agotadas las posibilidades enfrentamos la realidad de lo que somos y es entonces cuando estamos listos para firmarlo. Ese pacto debe convertirnos en mejores personas, en seres más tolerables, en individuos centrados, en lo que siempre debimos ser: nosotros mismos.  EFO.

martes, 3 de diciembre de 2019





EL MUNDO DE PAU II



Ya Pau va a la escuela. Bueno, a la escuela, escuela, no, en realidad va a un maternal donde juega, aprende pautas de comportamiento, rellena figuras de manzana pegándole trocitos de papel rojo, abraza peluches y comparte lágrimas, sustos y la nostalgia de su casa con un grupo de niños maternales que lloran, moquean y se aferran a la puerta cuando sus padres los dejan perdidos en la inmensidad del salón de clases. Al principio asistía, entre sorprendida y extrañada, a ese diario espectáculo que se desarrollaba en vivo frente a sus incrédulos ojos. En su momento se sumó al coro de suplicantes, pero muy pronto dejó de prestarles atención y se dedicó a lo suyo: socializar, jugar y pasarla bien. Se ve muy coqueta con su uniforme, morralito, lunchera y  unos zapatitos blancos de gimnasia que se trenzan en un lacito alrededor de su talón.
Poco a poco ha ido descubriendo cosas nuevas. Hilvana frases cortas y asocia ideas. Sabe como se llama  y aunque cueste creerlo conoce los colores por su nombre en inglés y los números del uno al diez. Cuando algo no le gusta y sus mayores insisten en imponérselo frunce el entrecejo, gesto que acompaña de un rotundo: no, no, no. Tiene una casi perfecta coordinación de sus movimientos, camina de puntillas y utiliza la risa y el llanto para expresar alegría, tristeza y rebeldía. Si una situación la apena esconde la carita tras la cortina de su pollina, que le baja copiosa por la frente. Aprendió a comer con cucharilla y tenedor y los usa con cierta destreza. Sube y baja escaleras. Le gustan los secretos y se queda quietecita, escuchando con atención, cuando alguien le susurra algo al oído. Ya asumió el control total sobre su gato, a quien regaña, llama, persigue y hala los bigotes. El no le hace caso. La mira con esa mirada displicente con que los gatos muestran su apatía por cosas y personas, pero de vez en cuando, para hacerle creer que lo manda, se le acerca remolón y deja que lo acaricie. 
Pese a las protestas de mamá, cuya prohibición burla en las rodillas de su abuelo, se declaró  fanática de las comiquitas por televisión e internet extasiándose en la contemplación de Peppa, Pinocho, La Mariposita, Chumba la Cahumba, El Caballo Verde, La Muñeca vestida de azul y su favorita, la Vaca Lola.
Pau tiene un columpio en el que emprende raudo vuelo, en un ir y venir de fantasía, entornando los ojitos, prisionera de su sillín, es dueña de un cuarto atiborrado de juguetes, de dos tías que enloquecen cada vez que la tienen cerca, de cuatro abuelitos (dos en Anaco y dos en Caracas) a los cuales tiene chochos  y de un tío que la carga y la carga, la abraza y la abraza y no deja de cargarla, ni de abrazarla. Le gustan los cumpleaños, los propios y los ajenos, porque come torta y quesillo (quesito dice ella) alcahueteada por su abuela y puede apagar, una y otra vez, las velitas, impidiendo que el agasajado cumpla con su obligación de hacerlo. Este año, pasmada de asombro, maravillada ante el mundo de luces, muñecos y figuritas de distinto tamaño y forma que tenía ante si, Paú conoció la Navidad. Quería tocarlo todo. Fascinada miraba una y otra vez los arbolitos, el tren, el nacimiento y asomaba su cabecita por las ventanas de las casitas donde San Nicolás preparaba  pizza y una señora le cortaba el cabello a otra. No se movía, solo contemplaba aquel universo multicolor que se abría frente a ella, al fin optó por refugiarse en los brazos de un sinfin de muñecos que la esperaban impacientes al final de la sala.  Paú tumbó segunda piñata, lo que quiere decir que ya es una niña grande, no tan grande, pero si un poquito más, sólo un poquito.
Pau tiene su mundo y yo tengo mi mundo en Pau... EFO.



domingo, 13 de octubre de 2019



EL PASO DEL ÁNGEL


Nadie sabe exactamente cuando se abre un espacio entre dos. A veces pienso que ese vacío de palabras, esa ausencia de gestos, esa falta de casi todo, ese silencio ominoso que termina por tragarlos, se produce en un instante, o se gesta durante años y se manifiesta en ese minuto en que ambos callan, en ese imperceptible tiempo en que entre ellos pasa un ángel.
En la antigua Roma, cuando se nombraba a una persona fallecida se mantenía un respetuoso silencio para honrarla y se decía que su ángel pasaba durante esa pausa que se le ofrecía. A veces el silencio se aposenta, no en señal de respeto, sino de dolor, otras encubre una intención, persigue un fin. Se calla por temor, por prudencia, por obligación y también por amor. Según La Cabala el silencio, entre dos o entre muchos, suele aparecer cada 20 minutos, pues ese es el tiempo en que se turnan en su labor, rotando en sus puestos, los 72 Ángeles Custodios.
El silencio, el paso del ángel, puede durar mucho tiempo o ser transitorio, todo depende del daño que hayan acumulado los silenciados, de lo que tengan uno en contra del otro, de la gravedad de las ofensas, del tamaño de las heridas infringidas.
El silencio, además de corto o largo, también puede ser liviano o pesado. Es liviano cuando se hace llevadero, cuando los enmudecidos se permiten licencias en su actuar,cuando lo rompen parcialmente con una mirada, con un gesto, con una frase dicha al voleo. Es pesado cuando gravita como una losa, cuando lo ocupa todo, cuando se hace sordo, lento, insuperable. Ese silencio, solo es comparable al de los muertos, al de aquellos que no hablan, ni lo harán,  por siempre jamás. El silencio pesado es un fardo, un lío, un paquete de resentimientos que nos resulta muy dificil cargar, pero que tenemos que soportar.
Hay silencios personales y también colectivos. Los primeros nos atañen a nosotros mismos por ser sus creadores. Somos responsables de sus consecuencias, pues los alimentamos y mantenemos, ocupando un tiempo en el espacio. Los colectivos son generales, no tienen un solo dueño, los fabrican un grupo indeterminado, les pertenecen a todos y a todos afectan. Ambos silencios pueden ser ambivalentes, producir sentimientos encontrados y a veces son indefinidos, abstractos, imprecisos. 
El ángel del silencio nunca habla, siempre calla. El ángel del silencio asorda con su mudez, nos perturba con su ausencia de ruido, con su falta de sonido. El ángel del silencio es un ente que se queda  estacionado, quieto, suspendido. Ese ángel suele ser terrible, fatal, total, feroz es un "...ángel que pasa, besa y te abraza... ángel para un final."  EFO.

lunes, 30 de septiembre de 2019




CONTIGO EN LA DISTANCIA


Los obligados a mantener la distancia conviven sin tocarse, siempre mirándose, condenados a oírse, a sentirse, pero nunca a rozarse. Marcar distancia es un acto que puede ser voluntario o involuntario. Muchos se obligan a mantenerse separados de los demás, de aquellos a quienes más quieren, y de otros a quien quieren menos. Esa distancia es consentida, buscada, se trata de un hecho emanado de nosotros mismos. La otra forma de separarse, la involuntaria, es impuesta, es una disposición que tenemos que acatar, queramos o no. Aquellos que fueron arrojados de la mente y corazón de otros, son distanciados involuntarios.
Cuando termina una relación, cuando entre dos se hace un vacío, ambos marcan distancia. Esa distancia se espacia en el tiempo y a veces se convierte en un largo trecho que nunca más se vuelve a recorrer; pero cuando la separación se hace odiosa, insoportable, hay quien intenta regresar, y muchos lo logran, pero algo cambió, ya no es lo mismo, se perdió parte de la magia que los unía, se produjo una fractura. Es imposible pegar los pedazos de un jarrón roto, sin que quede una marca, una cicatriz. 
La distancia es física y espiritual. El espacio que media entre dos determina la primera. La segunda viene dada por nuestra actitud frente a ese hecho. Se puede estar distanciado, muy distanciado, de alguien pero convivir con el, verlo todos los días, compartir, casa, cama y comida. La distancia espiritual es frialdad del alma, ausencia de cariño, la física es tierra, mar, aire de por medio. Ambas pueden darse juntas o por separado, todo depende de la intensidad del rechazo, de la gravedad de la ofensa, de la necesidad de alejarse. Los distanciados no viven solos, simplemente viven alejados de quien ya no sienten próximo,  de quien no pueden o no quieren ver, ni sentir cerca.
Hay distanciados, que añoran acortar distancias, que desean volver a juntarse, a unirse, pero están impedidos de hacerlo por razones ajenas a su voluntad y a la de quienes se encuentran separados, esos son los los desterrados, los condenados a prisión, los extrañados.
Cuando era niño, en la escuela, nos obligaban a tomar distancia del compañero que nos precedía en la fila y  de los que teníamos a los lados, para hacerlo debíamos extender los brazos, manteniendo el espacio que determinaba la longitud de nuestras extremidades. Allí, en la escuela, aprendí a tomar distancia, distancia física, alejamiento corporal. Mas tarde aprendería a hacerlo espiritualmente. Hoy, tomo distancia, mantengo distancia, me auto margino. Es una forma de vivir, separado, alejado... a gusto. EFO.

martes, 24 de septiembre de 2019




LA VUELTA EN U


A riesgo de parecer ridículo debo decir que presentí tu partida. Supe, mucho antes que lo dijeras, que habías tomado la decisión de abandonarme, de dar por terminada nuestra relación, de irte. Al marcharte confirmé lo que siempre intuí. No fue difícil vaticinarlo. Muchas cosas así lo indicaban. Lo supe cuando noté un cambio en tu mirada, cuando  la tuya empezó  a esquivar la mía, cuando desistimos en mirar lo mismo, cuando evitamos vernos. Lo supe cuando tu voz dejó de acariciarme, para empezar a rasguñarme, a lastimarme con su tono, a herirme con sus sátiras, a culparme por lo que dejaste de sentir. Lo entendí cuando tu cuerpo se rehusó a maridar con el mio, cuando comenzaste a marcar distancias en la cama, separando las almohadas, mezquinando los abrazos, cancelando la intimidad. Lo comprendí cuando ya no quisiste compartir una taza de café, cuando renunciaste a escucharnos, a olernos, a tocarnos, a  llorar las mismas penas y a reír iguales alegrías. Lo demás fue historia. Secuelas de esos primeros actos. Consecuencias, efectos de esas causas. Hasta que al final pactamos un adios sin estridencias, sin gritos, sin sorpresas. Te fuiste sin voltear a mirarme, simplemente cerraste la puerta tras de ti asordándome con tu partida. Y yo me quedé sin asombro, mudo espectador de un drama cuyo final siempre esperé. Ahora solo tenemos para compartir, un saco de recuerdos, un bulto de añoranzas, un fardo de reminisencias.
Cuando definitivamente todo pase y las heridas se cierren podremos empezar a revisar los hechos, a distancia, sin rencores. Los analizaremos uno a uno, sopesándolos, calibrándolos en su justa dimensión y entonces sabremos que nos pasó. Aunque  estoy seguro que nunca unificaremos criterios, ni arrivaremos a  iguales conclusiones, pues siempre tendremos distintas percepciones, y  divergentes puntos de vista, quizás si podamos identificar sucesos, situaciones , circunstancias que nos llevaron a la separación. No se trata de encontrar culpables, pues ambos lo somos. Tu dejaste de quererme y yo hice lo propio. Por eso la partida fue sin despedidas, sin ayes lastimeros, sin nada que lamentar. Al final nos sentimos aliviados de no seguir contando con la presencia impuesta. No hay nada que reclamar. En lo personal, y espero que hagas lo mismo, comenzaré a reconstruirme, a rehacerme para volver a empezar, o simplemente para seguir viviendo. La vida es una sucesión de hechos que nos llevan por un camino de ida, al final del cual solo encontramos un giro que nos marca el de regreso. La vida, es un ir y venir por la misma ruta, una vuelta en U.  Ojalá, nos volvamos a ver, o pensándolo bien... mejor no.  EFO.

domingo, 8 de septiembre de 2019


NACÍ  DE VIEJO.

Debo confesar que no se que, ni como pasó. Hoy a despertarme supe que algo había cambiado. Me sentí distinto, raro, confundido. Sin entender como empecé a vivir una paramnesia de algunas experiencias que había tenido previamente, un Déja vu, pero lo extraordinario era que realmente estaba pasando por esas situaciones. Entonces entendí: había nacido de nuevo, pero esta vez no como niño, sino como viejo. Comprendí que mi vida anterior había sido solo una preparación para este nuevo comienzo.
Cuando naces, de niño, no tienes control sobre tu futuro. No sabes que serás, ni como llegaras a ser. Cuando naces, de viejo, puedes decidir como será tu nueva vida. Que quieres ser y como lo vas a hacer. Eres capaz de planificar todos y cada uno de tus actos. La experiencia que has acumulado te permite sortear los obstáculos. Manejar las situaciones. Obtener los resultados que quieres. Cuando naces de niño no puedes volver sobre tus pasos, sencillamente porque no existen esos pasos. Cuando naces de viejo puedes volver sobre tu vida pasada para modificarla. Puedes subsanar los errores que cometiste. Es una segunda oportunidad que se te ofrece para que hagas las cosas como crees que debiste haberlas hecho. Y así comencé a vivir. Hice un balance de mi vida pasada, dividiéndola en dos grandes capítulos: lo bueno y lo malo y estos a su vez en tantos sub capítulos como fuesen necesarios. Llené una página con mis amores. Los que tuve. Los que no tuve, pero quise tener y los que me tuvieron, sin que yo lo quisiera. El balance, al final de la hoja, fue negativo. Más quise querer, que lo que en realidad quise. Repasé todas las opciones posibles, ensayando con uno y otro amor pasado, una eventual unión perdurable y concluí que por esa vía no llegaría a ninguna parte. Decidí comenzar desde cero y en eso estoy: buscando un nuevo amor. Llené la página del éxito y no salía  de mi  asombro: estuve a muy pocos metros de alcanzar la meta. Entonces me pareció lógico, insistir en la formula que apliqué, pero introduciendo pequeñas modificaciones en algunos aspectos. Ya comencé a trabajar en eso. De mi infancia estoy borrando situaciones dolorosas, que no debí haber sufrido y que pude evitar, igual cosa estoy haciendo con mi juventud, a la que sometí a un proceso de aquilatamiento total. Definitivamente ahí hay que trabajar y mucho. Mi adultez no precisa de mayores ajustes,  pero si es necesario borrar algunos pasajes que si bien no llegan a ser negros, si son bastante grises. De la vejez, salvó la capacidad de mirar a distancia y el conocimiento acumulado, no hay otra cosa que preservar pues todo será borrado.
Cuando empezamos a vivir como niños todo es nuevo, pero cuando empezamos a vivir de viejos la vida es distinta. Hemos aprendido a valorar lo que se nos ofrece. Caminamos con más cuidado, contando los pasos, mirando donde pisamos. Definitivamente es una experiencia única ya que empezar a vivir implica aprender a reír, a llorar, a soñar y, por supuesto, envejecer otra vez.  EFO.




ENTRE ESPÍRITUS TE VEAS

Tres son los ángeles que rigen nuestra existencia: Guarda, Amor y Muerte.  Al de la guarda no lo vemos nunca, pero intuimos que está allí, a nuestro lado, protegiéndonos, vigilándonos. El ángel de la guarda no interfiere  en nuestra vida, no se mete en ella, no dicta pautas de comportamiento, se limita a cuidarnos, a evitar que algo malo nos pase. Su presencia es natural, pues nos fue asignado el mismo día que nacimos.
El ángel del amor norma nuestro ciclo vital. A ese tampoco lo conocemos, pero si podemos sentirlo. Es un ser cálido, que nos permea, nos invade, se apodera de nosotros obligándonos a comportarnos de otra manera. Es un ángel universal. 
El ángel de la muerte determina nuestra vida. Es el encargado de ponerle fin o de permitir que esta se prolongue por un tiempo más. Tampoco conocemos al ángel de la muerte, pero imaginamos como es. En nuestra angustia existencial lo vemos como un espectro, con cara de calavera, manos huesudas y risa siniestra. 
De los tres solo el ángel de la guarda, está a nuestro servicio personal. Su única función es protegernos. El ángel del amor es compartido, nos gusta pensar que es un solo ángel quien cumple esa misión. Es selectivo, escoge a quienes repartirá su magia. El ángel de la muerte es comunitario, nos pertenece a todos, no hace distingos entre iguales, cumple su tarea sin aspavientos, sin prisa, pero tampoco sin pausa, ese ángel es desesperadamente igualitario, no escoge.
Al ángel de la guarda, generalmente lo ignoramos, no sentimos su presencia, no nos importa que esté o no cerca de nosotros, nos es indiferente. El ángel del amor es el más deseado, siempre queremos tenerlo a nuestro lado, compartir su hechizo, disfrutar la fascinación que ejerce, solazarnos en su encantamiento. El ángel del amor es querido. El ángel de la muerte es temido, no queremos saber de él. Nos espanta su sola mención. Quizás lo que más nos asuste es que es inevitable, que siempre, siempre nos alcanzará, que nunca dejará de presentarse.  
Cuando entre espíritus te veas recuerda que tres son los designios: vivir, amar y morir, y tres los ángeles encargados de hacerlos cumplir.  EFO.

sábado, 7 de septiembre de 2019




LA DIARIA LUCHA

Los caminos de la mente son engañosos, difíciles de transitar, llenos de vericuetos, poblados de inseguridades, de situaciones confusas. La mente es falaz, traicionera. Nos propone enigmas que resolver, nos plantea silogismos que nos llevan a conclusiones equivocadas, pues parten de premisas falsas. Casi siempre, juega su propio juego, con sus propias fichas, con su cartas marcadas, con sus dados cargados.
La mente vive dentro de nosotros, no sabemos exactamente donde, pero, al igual que el alma  habita un espacio. Alguien la definió una vez como un centro neural que controla los sentimientos, las emociones y cualquier otra manifestación que no podamos explicar de manera racional. Es como una base de operaciones que nos gobierna y a la que en ocasiones podemos gobernar. 
La mente crece segundo a segundo, minuto a minuto, día a día; como la hiedra nos va cubriendo, arropando, poseyéndonos. Es difícil, muy difícil escapar a su control y más aún  controlarla. Poseedora de  una química compleja se auto gobierna, evadiendo cualquier freno. Hay quienes nacen con la mente enferma, lo que conlleva, en la mayoría de los casos, a la autodestrucción. Hay quienes logran someterla y hay quienes haciendo  uso de la suya, controlan a otras mentes, influyendo  sobre ellas, dominándolas a su antojo, pero nadie es capaz de subyugarla plenamente pues es escurridiza, astuta, incontrolable. La mente juega con los recuerdos, para modificar nuestra conducta, elabora pensamientos, buenos y malos, concibe juicios de valor sobre personas o hechos, plantea dilemas, emite opiniones, toma decisiones. No descansa nunca, siempre está al acecho.
El mayor reto que enfrentamos es ponerle sordina a sus desvarios someterla a nuestra voluntad, impedir que nos avasalle, pero ello implica establecer reglas de conducta que regulen pensamientos y actos, fijar pautas de comportamiento que la contengan, disciplinando cuerpo y alma. Es una lucha ardua, sostenida, de nunca acabar, que no ganaremos totalmente pero que nos permitirá vivir en equilibrado balance, nos dará sosiego y mantendrá alertas.  EFO.



viernes, 6 de septiembre de 2019


VOLVER A EMPEZAR... EMPEZAR DE NUEVO


Todas las mañanas, cuando despertamos, nacemos otra vez.  La rara alquimia de la vida nos concede cada día el don de volver a empezar... de empezar de nuevo. Es otra oportunidad que tenemos para enmendar aquello que tengamos que enmendar. El futuro es hoy, no mañana, mañana no existe, mañana es apenas un accidente gramatical. Tampoco el presente existe. Hace apenas un momento el presente que vivíamos se convirtió en pasado. El pasado es la ecuación a resolver. Es lo que tenemos que corregir, si queremos vivir el hoy-futuro. No se trata de quedarnos estacionados en un tiempo ido, pues quien vive en el pasado muere en el presente, no, la idea es hurgar en ese pasado que construimos para reconstruir aquello que pensamos hicimos mal. Ahora es el momento de arreglar lo que haya que arreglar. Es el tiempo justo de perdonar, de aprovechar las oportunidades que desechamos, de enderezar lo que torcimos. Salgamos a buscar a quienes marginamos de nuestro vida y que ahora pensamos que nunca debimos haberlo hecho. Abramos las puertas que una vez cerramos, desandemos las rutas que transitamos y volvamos a caminar de nuevo.
Hagamoslo ahora, ya, hagamoslo con la urgencia que el caso requiere pues muy pronto puede ser tarde.  La vida, nos da, pero también nos quita. Cada día nos ofrece una oportunidad de volver a empezar... de empezar de nuevo, pero cada noche nos arrebata esa misma posibilidad. Cada noche se agota el tiempo que nos concede. No sabemos si volveremos a despertar, a renacer. Los acontecimientos se precipitan. El circulo que se abre se cierra. Somos prisioneros del torbellino de nuestro tiempo, vivimos dentro de su vórtice,  y no podemos escapar. No hay salida.
Nunca es tiempo para no hacer nada. Siempre es tiempo para hacerlo todo. Para volver a empezar. Cuando nacemos, no empezamos a vivir... empezamos a morir. El tiempo corre en nuestra contra, nunca a favor. No se detiene. Somos nosotros quienes nos quedamos detenidos, anclados a un pasado que se convierte en rémora. 
El pasado es el presente de hoy y hoy es el futuro de mañana y ese futuro estará determinado por los momentos que lo precedieron. No podemos cambiar el pasado, pero si diseñar nuestro futuro, hacerlo a nuestra manera. Si corregimos hoy aquello que hicimos ayer estaremos cambiando nuestro futuro. Si hacemos las paces con un enemigo, estamos ganando un amigo, sumando a otra persona a nuestra vida que de una u otra manera influirá sobre ella. Si retomamos una iniciativa que habíamos abandonado abrimos nuevas posibilidades de desarrollo personal. Hagámonos una introspección para determinar que podemos cambiar y cambiemos. Volvamos a empezar. EFO.

sábado, 15 de junio de 2019



 ENTRE MORRIÑA Y SAUDADES



Todavía no se como sucedió. En cualquier hora de mi tiempo, al abrir la puerta, sentí que traspuso el umbral y desde ese momento  ha ido tomando forma, ocupando espacios, invadiéndolo todo. Avanza sin prisa, pero sin pausa, como si fuese un ejercito de ocupación me mantiene bajo un ataque sistemático, ininterrumpido. Ayer se hizo presente en el dormitorio. Llegó de pronto, sin anunciarse. Me tomó por sorpresa; incapaz de defenderme, opté por rendirme. Confieso que al principio no le dí la importancia que merecía, pues me pareció intrascendente. La subestimé y como consecuencia de ello ahora la tropiezo en todas partes; sin poderla esquivar estoy obligado a compartir con ella lo que hasta ayer era de mi absoluta propiedad. Se sienta en mi sillón, viste mi ropa, come de mi plato, lee mis libros, contesta el teléfono. Está adosada a mi, la se pegada a mi cuerpo, tatuada en mi  mente, clavada a mi alma. Estoy confundido. No puedo desembarazarme de esa sensación de inquietud, de desasosiego que me embarga y que no puedo definir con propiedad. Es como si me faltara algo pero no logro saber con exactitud que es. En mi duermevela creo sentir el llamado de mi tierra, de mi casa, de mi gente. En mi vigilia escucho el sonido de voces lejanas, que me hablan de amores viejos, de quereres olvidados, de gente ya ida. Es una mezcla de sentimientos, de sensaciones, de emociones que me dejan triste, añorante, melancólico.
La melancolía es un estado de ánimo permanente, vago y sosegado de tristeza y desinterés, que se manifiesta como desanimo, abatimiento y apatía ante las cosas y ante la vida. Sentirla no sólo es echar de menos, sino tomar conciencia de la importancia que han tenido determinadas personas y momentos en nuestra existencia. Saber que nada será igual al instante interior y a las vivencias compartidas. Para los portugueses melancolía es Saudades, es el punto de encuentro entre la alegría del recuerdo y la tristeza por la ausencia. La Saudades que más duele es la de quien ama. Es saborear la faceta agridulce de la añoranza, aquella que integra los polos mas opuestos, conformando un cierto equilibrio que a  veces consuela. Es recuperar la sensación que algún día nos fue placentera.
Los nativos de Galicia, identifican la melancolía con la tristeza que se siente cuando se está lejos de la tierra en la que se nace. A ese dolor lo llaman Morrina. La Morriña es un sentimiento de identidad por dejar todo atrás, familia, amores país.
Muchas veces Morriña y Saudades se usan como sinónimos, pero son sentimientos diferentes. La Saudades siempre resultó difícil de definir. La Morriña puede ser, en algunos casos, una consecuencia de la vivencia de la Saudades. Lo que caracteriza a la Saudades es la carencia de significación psicológica. Lo contrapuesto de la Morriña es la euforia, lo contrapuesto de la Saudades es el éxtasis místico.
Atrapado entre Morriña y Saudades, preso de la melancolía, me veo obligado a vivir mi diaria existencia que por ahora se centra en la búsqueda de mi propia identidad. EFO.

lunes, 10 de junio de 2019



PERDON, VIDA DE MI VIDA


Perdón es disculpar a otro por una acción considerada como ofensa, renunciando eventualmente a vengarse, reclamar un justo castigo o restitución. El perdón no debe confundirse con el olvido de la ofensa recibida; pero el perdón tiene sus variantes. Atendiendo a la forma en que se concede podemos distinguir tres tipos básicos: Perdón Pleno, perdona y olvida, Perdón Parcial, perdona pero no olvida. Perdón Condicional, subordina algunos o todos los efectos del perdón al seguimiento por parte del perdonado de ciertas reglas de conducta o al cumplimiento de cualquier otro tipo de condición. Ademas el perdón puede ser Espontáneo o Solicitado: el solicitado se produce tras la petición de disculpas del ofensor, el espontáneo  sin tal petición y finalmente según sea quien perdona,  el hombre o Dios, el perdón será humano o divino.
El perdón es esencialmente humano. Cuando nos es concedido podemos estar seguros de haberlo recibido. El perdón Divino no es posible de probar. Solo lo aceptamos mediante un acto de fe. Confiamos en que Dios, perdona nuestros pecados. 
El perdón es liberador, gracias a el drenamos una carga de resentimiento, de ira, de dolor, que mantiene atada una parte de nuestro ser interior. Al perdonar no sólo otorgamos a otro un beneficio, también nosotros nos hacemos beneficiarios Perdonar a otros es bueno, pero quizás más importante sea perdonarnos a nosotros mismos. Cuando eso hacemos iniciamos un diálogo con nuestra alma en busca de aquello que consideramos perdido, tratando de rescatar lo que dejamos en el camino, lo que queremos conservar, lo que nos interesa tener. Perdonarnos a nosotros mismos es perdonar los errores que cometimos, entendiendo que somos falibles, que está permitido equivocarse, que es licito fallar. Para perdonar nuestras faltas debemos primero reconocerlas, luego arrepentirnos de haberlas cometido y por último establecer la firme disposición de no volver a incurrir en ellas. Perdonarnos a nosotros mismos es asistir a nuestro propio juicio donde somos juez y parte y al jugar ambos roles estamos obligados a emitir un fallo, pero también sentimos la necesidad de ponernos a salvo, de eludir el castigo. Tenemos que ser duros, pero a la vez flexibles pues de lo que se trata es de mejorar, de crear herramientas para salir adelante, para volver a comenzar. 
Los judíos, desde los tiempos bíblicos, entendieron la importancia del perdón y el arrepentimiento y establecieron el Yom Kipur, que es considerado el día más santo y solemne del año. Su tema central es la expiación y la reconciliación; así también lo entendió Daniel Santos cuando canta:
                                             Perdón, vida de mi vida,
                                             perdón, si es que te he faltado, 
                                             perdón, cariñito amado,
                                             ángel adorado, dame tu perdón. 
EFO.








UN ENCUENTRO CASUAL


Nos cruzamos brevemente. Sucedió tan de repente que no estoy seguro me hayas reconocido, pues a mi me costó hacer lo propio. Asaeteado por la duda me amarré a tu huella y te seguí sin que me vieras. Inadvertido, te pude observar a mi antojo. 
¡Como has cambiado!. El tiempo, la vida, se encargaron de eso. Tu pelo, ese que lanzaba reflejos al menor movimiento, perdió su brillo. Ahora luce opaco. Tus ojos se apagaron. En ellos no habita la mirada desafiante, que tantas veces soporté; dejaron de incitar, ya no acarician. Tu boca, quizás hastiada de besos, ahora se abstiene de provocar. Tus labios todavía conservan su rojo intenso, pero tu risa no es la misma, ya no tiene ese acento musical que obligaba a escucharla. 
Con pasos cansinos, lentos, te vi alejar. Dejé de seguirte. Renuncié a ser espectador de tu ocaso.
Yo todavía estoy en el mismo sitio en que me dejaste cuando te fuiste. Vivo en la misma casa y me siento en la misma roca, a contemplar el mar. Dejo que su bramido me  asuste. El mar, de noche, es un pozo de terrores, negro, insondable, peligroso. Aún le temo. Sigo pensando que lo seres que lo habitan me ven, cuando los veo, me sienten, cuando los siento, me temen, cuando les temo. Sigo creyendo que el mar y el cielo se encuentran  en alguna parte,  quizás donde termina el horizonte. 
Tu si hablas raro, decías. No te contestaba, sólo te miraba. Nunca me resultó fácil tratar de olvidarte. En algún momento pensé que lo había logrado, pero todavía no me acostumbro a tu ausencia. A veces despierto y veo la huella de tu cabeza en la almohada. Percibo la tibieza de tu cuerpo junto al mio. Escucho el sonido de tu voz. Dejo que invadas mis sentidos. Cierro los ojos  y comienzo a respirar tu mismo aire, nuestro aire. Hay días en que te noto mas cercana. Es como si todavía estuvieras habitando esta casa. Te siento caminar por el cuarto, te veo asomar al balcón, te oigo gritar mi nombre. En esos días hago inventario de tus cosas, de las pocas que dejaste. Las coloco sobre la cama, como solías hacer, cuando te mirabas al espejo y una y otra vez probabas tus vestidos, dibujando muecas en el cristal. En las tardes compartimos un café mientras la música nos embarga, trota por nuestros cuerpos y nos obliga a juntarnos. 
...Hoy amanecí distinto. Ya no estás. Te volviste a ir. Alguien llegó a suplantarte. Ahora estoy seguro que no existes. Quien por todos estos años creí que eras ya no eres. Dejaste de ser tu. Ya no tienes la misma cara, ni el mismo pelo, ni los mismos gestos. Tu voz se apagó. Ahora se que moriste, al menos para mi. Ahora hay otra que ocupa tu lugar en mi mente, sólo que a esa no la conozco. Nada me une a ella. No se quien es. Esa, a quien vi ayer, no eres tu. Ayer tu dejaste de vivir en mi memoria. Ya no dividimos mi espacio. El tiempo, la vida, se encargaron de eso. El tiempo, la vida, te mataron.
Y aquí estoy, sentado en la misma roca, contemplando el mar. Asustándome con su bramido, llenándome con su oscuridad, viendo como te difuminas en lontananza, como te traga la noche. Tal vez algún otro día nos reencontremos, quizás lo hagamos donde termina el horizonte. 
Mañana haré inventario de las pocas cosas que dejaste y las arrojaré al mar. EFO.




domingo, 9 de junio de 2019





L' AMOUR, MON CHERI, L' AMOUR


El amor es un concepto universal relativo a la afinidad entre seres. Se interpreta como un sentimiento relacionado con el afecto y el apego, siendo resultante y productor de una serie de actitudes, emociones y experiencias.
La palabra amor comprende una gran cantidad de sentimientos diferentes, que van desde el deseo pasional y de intimidad del amor romántico hasta la proximidad emocional asexual del amor familiar, pasando por el amor platónico ​hasta llegar a la profunda devoción o unidad del amor religioso.
Las emociones asociadas al amor pueden resultar extremadamente poderosas y con mucha frecuencia irresistibles.
Desde un punto de vista científico, lo que conocemos como amor parece ser un estado evolucionado del primitivo instinto de supervivencia, que mantenía a los seres humanos unidos ante las amenazas y facilitaba la continuación de la especie mediante la reproducción.​
La diversidad de usos y significados y la complejidad de los sentimientos que abarca hacen que el amor sea especialmente difícil de definir de un modo consistente, aunque, básicamente, el amor es interpretado de dos formas: bajo una concepción altruista fundamentada en la compasión y la colaboración, y bajo otra egoísta, soportada en el interés individual y la rivalidad. El egoísmo suele estar relacionado con el cuerpo y el mundo material; el altruismo, con el alma y el mundo espiritual, pero más allá de cualquier definición o intento por explicarlo el amor es el motor fundamental de nuestra existencia humana.
El amor es la entrega que hacemos sin perder la identidad, amar es compartir, aprender, descubrir. Amar es el mayor acto de valentía del cual somos capaces.
Amor, deseo, pasión, son emociones que nos embargan y a las cuales resulta casi imposible soslayar. El amor cuando es secreto nos obliga a musitar, como un mantra, el nombre del ser amado, ocultándolo de todos, para evitar que se devele. El amor secreto es un dolor dulce que solo compartimos con nosotros mismos. El amor prohibido es una herida abierta, que sangra con solo evocarlo. Es la pena de saber que ante nosotros se alza una valla difícil de franquear. Es un permanente suplicio, un inextinguible sufrir. El amor no correspondido es una eterna incertidumbre, es una promesa que puede convertirse o no en realidad. Es una duda perenne. Y el traicionado es quizás el más cruel, pues lastima hondo, lacera  profundo, nos lleva a la desesperación.
Amar es siempre una aventura en la cual nos embarcamos en busca de la felicidad perfecta, aún sabiendo que no existe pues cuando creemos alcanzarla comienzan los temores de perderla. Amar es un sueño que a veces luce imposible de soñar, pero que estamos obligados a conciliar; un juego que siempre debemos jugar sin cejar en nuestro empeño por ganarlo.
Y tu, si aún no has conseguido tu príncipe , o si te salió rana, no te desanimes, sigue intentándolo... sigue besando. EFO

miércoles, 22 de mayo de 2019





SANTA PALABRA


De todas las armas que el hombre puede fabricar para su defensa o ataque quizás la más letal, sea la palabra. La palabra es mucho más que una simple articulación sonora, la palabra es una arma cargada de significado, dotada de intención para lograr un cometido, cumplir una misión. Toda palabra dicha se convierte, automáticamente, en una estructura vocal de inusitada contundencia, de demoledores resultados. Hay palabras dulces que conmueven el alma, que enternecen el espíritu, que suscitan en nosotros emociones encontradas, que nos obligan a deponer actitudes; hay palabras fuertes, severas, que alteran  nuestra conducta convirtiéndonos en seres dóciles, sumisos o por el contrario exacerbando nuestras pasiones, haciéndonos agresivos, altaneros. La palabra proferida no admite enmienda, es tal la potencia de su naturaleza que no puede cambiar su significado; pero la palabra, por si sola, carece de fortaleza, su verdadera efectividad viene dada por la entonación, por la forma en que es pronunciada, por el acompañamiento gestual, sonoro, expresivo que la define. La palabra sirve por igual a buenos y malos. La palabra es la utilización efectiva de la  lengua y esta un sistema convencional de signos usado por los grupos sociales para comunicarse entre si.
" Esopo, considerado el padre de la fábula, era un esclavo frigio que vivió en el siglo V antes de Cristo.
Un día su amo Xantus, le ordenó que fuera al mercado y le trajese el mejor alimento que encontrara para agasajar a importantes invitados. Esopo compró solamente lengua y la hizo aderezar de diferentes modos. Los convidados se hartaron de comer lo que saborearon como un manjar. Cuando quedo solo, Xantus le preguntó que era eso tan delicioso. Me pediste lo mejor, dijo Esopo, y traje lengua. La lengua es el fundamento de la filosofía y de las ciencias, el órgano de la verdad y la razón, Con la lengua se instruye, se construyen ciudades y civilizaciones, se persuade y se dialoga. Con la lengua se canta, con la lengua se reza  y se declara el amor y la paz. ¿Que otra cosa puede ser mejor que la lengua?. Pocos días después, Xantus le dijo que llegarían unos visitantes desagradables a los que debía atender por protocolo, pero quería manifestarles su disgusto sirviéndoles una mala comida. Trae del mercado lo peor que encuentres, le recomendó. Esopo trajo lengua y la hizo preparar con un sabor tan  desagradable que repugnó a los comensales. ¿Que serviste? le preguntó Xantos. Lengua, contestó Esopo. La lengua es la madre de todos los pleitos y discusiones, el origen de las separaciones y las guerras. Con la lengua se miente, con la lengua se insulta, con la lengua se rompen amistades. Es el órgano de la blasfemia y la impiedad. No hay nada peor que la lengua." 
En principio todos conformaban un solo pueblo, tenían una sola lengua y usaban las mismas palabras. Los descendientes de Cam, hijo de Noe, el constructor del arca, habitaban la llanura de Senaar. Su rey, Nimrod, desconocía los mandatos de Yahvé, de quien decía enviaría un nuevo diluvio. Para salvar a sus subditos  Nimrod acometió la construcción de una torre, tan alta que tocara el cielo. Yahve no toleró el agravio y en castigo hizo que los hombres hablaran distintas lenguas. Al no poder entenderse abandonaron la construcción que pasó a llamarse la Torre de Babel, del vocablo hebrero Balvai, que significa confundir. 
La palabra es un arma de ataque o defensa, que aclara o confunde. EFO.





RECOGIENDO LOS PASOS


Tropezando con mis huellas,  enredado con mis zapatos, cansando de deambular me vi de pronto en un calle  conocida de la cual pocas cosas podía recordar. Siempre me gustaron esas largas hileras de macadam, heridas de pisadas, bordadas de casas, habitadas por gente anónima, sin rostro.  Las calles ejercen en mi alma una rara fascinación. Me entretengo imaginando como serán quienes viven en ellas, que historias se esconden tras las celosías de las ventanas, que habrá allende  las puertas cerradas. Y de pronto sentí la imperiosa necesidad de volver sobre lo andado. Despacio, sin prisa,  regodeándome en la vuelta comencé a caminar al revés.  Es un retorno a un pasado que a veces luce lejano,   y que hoy se hace presente, reclamándome por lo no hecho, por lo que ambicioné  y  no logré. Es una peregrinación  que debo hacer en dos tiempos: uno real, visitando lugares, reviviendo  amistades, conociendo gente nueva que habita sitios viejos, y el otro espiritual, evocando situaciones, rememorando hechos, buscando respuestas a preguntas que una vez me formulé y que nunca pude, o no quise, contestar. Y aquí estoy: parado en medio de mi mismo, vaticinando porvenires, desempolvando recuerdos, refrescando memorias. Expectante. Esperando.
Dar marcha atrás no es comenzar de nuevo pues nada podemos reconstruir, no nos es dado emendar errores. Al hacerlo somos meros espectadores, apenas podemos analizar, con la perspectiva que da el tiempo transcurrido, aquello que vivimos, recrear la situación y considerar las diversas maneras en que pudimos haber actuado. Dar marcha atrás es un mero ejercicio mental. Es un juego situacional. Una puesta en escena de un libreto viejo, con escenografía nueva. Al volver la página hacemos un repaso de nuestra vida. Nos vemos desde afuera, asistimos a  la proyección de un filme en el cual somos actores principales cumpliendo así un doble rol. 
Recorrer los espacios que antes habitamos, hablar con la gente con la cual compartimos en otro tiempo es el paso inicial. Los demás vienen dados por la intensidad de los recuerdos que esas vivencias despierten en nosotros. 
Volver siempre es una experiencia aleccionadora, a través de la cual aprendemos de los errores cometidos. Volver  también puede ser una parada en el camino. Un obligado descanso para reflexionar sobre lo hecho, analizar lo actual y proyectar el futuro. Finalmente volvemos cuando sentimos que el trecho que nos falta por recorrer es cada vez más corto. Que estamos llegando a la meta. Que es necesario recoger los pasos, repasar nuestra existencia, hacer acto de contrición y perdonarnos a nosotros mismos. Llegado a ese punto sabemos que no hay tiempo para rectificar, que lo hecho, hecho está, que ya no podemos, dadas nuestras cada vez más escasas posibilidades, hacer borrón y cuenta nueva para recomenzar. Volver es, casi siempre, lo primero que hacemos cuando estamos a punto de morir. En esas circunstancias, no es un acto de reflexión, no, se trata simplemente de un mero repaso, de una inspección a posteriori.  Entendemos que no es igual el regreso, que  no es factible entrar y salir a capricho de un tiempo ido. Aquí comprendemos que este viaje no tiene retorno, que una vez que crucemos esa puerta nos quedaremos estacionados en ese espacio. 
Yo comencé a volver. En el tiempo que me quede, sea cual sea, visitaré todos los lugares que pueda, identificaré voces, descifraré rostros, escucharé historias y contaré la mía. y cuando sienta que no tengo más nada que hacer esperaré el final. Despacio, tropezando con mis huellas, enredado con mis zapatos deambularé en una calle conocida y allí moriré. EFO



miércoles, 8 de mayo de 2019



THE DEATH, MY DEATH



En sueños me veo habitando cementerios. Desandando los senderos que conducen a las tumbas, violando  sus fosas, despertando a los muertos, a mis muertos. Cada uno de nosotros tiene su propio cementerio, habitado por sus muertos, los suyos.  Hay muertos que nos pertenecen por consanguinidad, son aquellos que alguna vez formaron parte de nuestra familia, seres con los cuales compartimos una forma intima de vida: madre, padre, hijos, hermanos y una larga lista de parientes, algunos de los cuales no conocimos, por haber existido antes que nosotros, por ser nuestros ancestros. Esos muertos familiares son individuales y solo los compartimos con el resto de los miembros de la familia o con amigos muy cercanos. Hay otros muertos que nos fueron próximos en vida, gente con la cual transitamos pedazos de existencia, trozos de un pasado. Esos nos pertenecen por afinidad, por haber formado parte de nuestras vivencias. A algunos de ellos los amamos, a otros los odiamos y a un tercer grupo los ignoramos, no nos importa que hayan muerto. Compartieron espacio y tiempo, pero sin que nos moviera su existencia. Hay otros muertos con quienes dividimos experiencias, ideas, puntos de vista, pero con los cuales nunca intimamos, pues no los conocimos personalmente, pero sin embargo consideramos nuestros y en cierta forma nos duele que hayan dejado de existir. Son los llamados muertos históricos, de reciente o remota muerte. Todos cumplieron su ciclo vital, ya no están físicamente entre nosotros. Esos muertos viven en ciudadelas cerradas, están amurallados, separados de los vivos. Existen otros muertos, que viven con nosotros, que respiran nuestro aire, que habitan nuestro cielo. Esos muertos están vivos. Esos son los que enterramos en nuestro particular cementerio. A esos los matamos a conciencia, los desterramos de nuestra existencia, los aborrecemos. Dejaron de interesarnos como persona. Con ellos cesó todo pacto, se acabó cualquier relación. Nosotros lo decidimos así. Es gente que en algunos casos quisimos y en otros ni siquiera conocimos, pero la naturaleza del daño que nos causaron, determinó que los matáramos. 
Los muertos son algo mas que despojos. Son entes que perviven en la memoria de quienes los amaron u odiaron, que moran en los recuerdos, que están presentes en la mente colectiva o individual de aquellos con los cuales fueron afines, para bien o para mal. Los muertos  también somos nosotros mismos, porque estando vivos podemos estar muertos, muertos para aquellos que nos enterraron en su propio cementerio, en ese construido en su memoria, cercado en su corazón. Nosotros, los vivos morimos día a día cuando con quienes compartimos afectos dejan de evocarnos, de pensarnos, de tenernos presentes. La muerte no solo es  física, es también espiritual. Hay quien estando vivo, está muerto porque dejó morir sus ilusiones, renunció a la esperanza, clausuró su futuro. Hay quien estando muerto, está vivo, porque abrazó la esperanza, resucitó sus ilusiones, construyó su futuro. EFO.



viernes, 12 de abril de 2019



VIVIR, MORIR... NO MAS


Vivir y morir no son antónimos, son sinónimos, pues pese a tener significados distintos, en realidad son lo mismo. Vivir es morir. Cada día que vivimos, es uno menos en nuestra existencia, pues cada día que pasa morimos un poco, damos un paso más hacia la muerte.
Morir es vivir, pues solo puede morir aquel que esta vivo. Morir no es el fin de la vida, muy por el contrario es comenzar a vivir, solo que en otro plano. Cuando morimos físicamente empezamos a vivir en el recuerdo, en la mente de otros. Hay quienes, por su epopeya perviven en la memoria de mucha gente, hay otros que no alcanzan ese nivel de post existencia. Viven menos.
Cuando morimos renacemos a la vida. Volvemos a vivir, en algunos casos por muchos años, pues nuestro legado se transmite de generación en generación, en otros nuestra existencia posterior se limita a la existencia de quienes nos conocieron, con quienes compartimos nuestro ciclo vital. Aquellos que nos amaron u odiaron. Podemos vivir estando muertos, muertos para otros, lo que equivale a una forma distinta de morir. Podemos estar muertos, pero vivos para otros, lo que equivale a una forma distinta de vivir. La vida es una incidencia, una anécdota, un corto paso, muy pequeño, insignificante. La vida es un transito fugaz. Apenas un breve tiempo encerrado en un pequeño espacio. Vivir es compartir experiencias, presencias, ausencias, penas, alegrías. Hay quienes recorren su camino sin ver el paisaje, sin sentir la vida. Son mudos testigos de su tiempo, están allí porque le tocó hacerlo, pero su presencia es innecesaria, no hacen falta.
Lo más importante, lo verdaderamente importante, de la vida es transcender. Dar el paso. Hay quienes nunca lo logran. Los cementerios están llenos de tumbas anónimas, poblados de lápidas que no dicen nada. Son fosas vacías. La vida es un ejercicio mediante el cual nos preparamos para ese final,  para ese comienzo. Pero esa preparación debe ser para bien, nunca para mal. Los perversos, los malos trascienden en negativo. Los buenos, los héroes lo hacen en positivo. Son pocos los que logran traspasar la barrera, la mayoría solo alcanza la categoría de simple existencia. Para ellos la muerte es definitiva. No hay resurrección, apenas  un recuerdo fugaz, pasajero. Esos, la mayoría, vivieron su vida estando muertos y muertos viven su muerte la cual siempre es eterna. Los héroes y los perversos vivieron su vida estando vivos y vivos viven su muerte. Siguen existiendo en los libros de historia, en los mármoles de las plazas, en el papel de las fotografías. Su recuerdo es permanente.
Yo he intentado seguir el tortuoso camino de los ascetas. Busco la perfección. Quiero pervivir. Pero la ruta es dura, escabrosa, plagada de obstáculos. Difícil de recorrer. En mi camino he caído muchas veces, lo sigo haciendo y ese es mi mayor temor: Caer y no poder levantarme. Trascender para mal. 
En ese breve tiempo, encerrado en un pequeño espacio todos somos caminantes en ruta hacia la muerte...o hacia la  vida.  EFO



jueves, 28 de marzo de 2019





EL MUNDO DE PAU


Ahí estaba, chiquita, menuda, pequeñita. Sin atreverse a abrir los ojos, sorprendida de verse sorprendida. Indefensa ante las miradas que atravesaban el cristal que nos separaba. Apenas un bostezo, un pequeñito bostezo reclamaba nuestra atención para advertirnos que había llegado. Que estaba ahí. Que había nacido.
Pau es una revelación, un poema, una cosita hecha niña que tiene como única misión alegrarnos la vida, llenarnos de felicidad, contagiarnos de ilusión. De cabello negro, ojos vivaces y sonrisa fácil desanda los caminos de la casa persiguiendo a su gato, empujando un carrito, tropezando, cayéndose, levantándose, amarrando nuestra atención a sus trémulos pasos. Cuando algo la sorprende abre los ojos desmesuradamente  y pinta en su boquita una redonda y grande O. A veces le da por juntar todos sus muñecos a los cuales obliga a viajar con ella, unos sobre otros, apretujados, sometidos, incapaces de rebelarse.
Pau abraza fuertemente, melosamente, insistentemente. Llora poco. Hace pucheros y de vez en cuando se vuelve intransitable, veleidosa, voluntariosa, malcriada.
Pau se baja sola de la cama, ocupa un lugar en la mesa y aunque parezca raro nunca ha tomado tetero. Todavía no habla bien pero conoce muchas palabras y muestra unas insaciables ganas de aprender.
Pau tiene un gato, en realidad es un gato compartido y se podría decir que es herencia de su mamá, dueña originaria del animalito, pero sea como sea, Pau tiene un gato.  Desde la primera vez que escuchó su débil llanto el felino prestó atención a quien sería su otra dueña, perseguidora implacable y consecuente amiga. Apenas gateaba Pau lo perseguía, intentando apresar su cola, él la esperaba y cuando la sentía cerca emprendía veloz carrera, frustrando así sus intentos. Ahora el juego cambió, todavía  no se deja agarrar la cola, ningún gato se deja, pero si permite que lo toque y en retribución la busca cuando está dormida y con pequeños zarpazos intenta despertarla. Pau tiene un gato y el gato tiene una niña.
Pau está llamada a convertirse en una bailadora impenitente. Incansable marca, una y otra vez, los pasos aprendidos y gira sobre si misma, moviendo su cabecita, intentando seguir el ritmo. A Pau la hechiza la luna. No se cansa de mirarla, y como todo el mundo, trata de tocarla. Muestra interés por dos de los reinos de la naturaleza, le gustan  las flores y las hormigas. Es una niña coqueta y muy sociable. Modela la ropa que le ponen, ensaya muecas y cuando va de paseo, arrellanada en el asiento de su cochecito, saluda a todo aquel que tiene la dicha de cruzarse en su camino. 
En el universo de las comunicaciones, tanto digitales, como físicas, da sus primeros pasos. Le apasionan los teléfonos celulares y se deja seducir por la televisión, aficiones poco consentidas y muy restringidas,  por aquello de la alienación.
Pau está creciendo, ya picó torta y tumbó piñata por primera vez; yo la miro con asombro, pues todavía no termino de creer que sea verdad, es decir que exista.  Pau tiene su mundo y yo tengo mi mundo en Pau.  EFO.

miércoles, 27 de marzo de 2019





LOS CUATRO JINETES 
Apocalipsis, los secretos develados.

Cuando abriò el cuarto sello oì la voz del cuarto ser viviente que decìa: Ven. Mirè y vì un caballo bayo. El que  lo montaba tenìa por nombre muerte y Hades lo seguìa; y les fue dada la potestad sobre la cuarta pàrte de la tierra para matar con espada, con hambre, con mortandad y con las fieras de la tierra.   Apc. 6.8

La Peste es una enfermedad infectocontagiosa que causa gran mortandad entre humanos y animales. Se estima que a lo largo de la historia han muerto de peste màs de 200 millones  de personas, convirtièndose  asì en una de las enfermedades infecciosas mas letales. En tèrminos generales se considera que el mundo ha sido asolado por cuatro grandes pandemias a saber: La Peste de Justiniano, que se desarrollò  entre los siglos VI y VIII. La primera referencia señala que el brote se originò en Pelisium, cerca del actual Canal de Suez, desde donde se diseminò hasta Alejandrìa para posteriormente alcanzar Constantinopla en el año 542. La segunda, llamada Peste Negra se produjo en la mitad del siglo XIV y se cree partiò de la Peninsula de Crimea, en la rivera Norte del Mar Negro, entonces ocupada por distintas tribus mongoles (tàrtaros). En el año 1340 los tàrtaros, aliados de los venecianos, se enfrentan a los genoveses que se ven obligados a refugiarse en la ciudad de Cafia. La enfermedad afectò a los genoveses los cuales diseminan el mal por todos los puertos donde recalan. Sus portadores eran las ratas que al abandonar los barcos propagan la enfermedad entre la poblaciòn. En toda Europa tuvieron lugar desde entonces hasta el siglo XVIII brotes sucesivos de peste que produjeron gran mortandad. La tercera gran pandemia de peste o Peste China se originò en la provincia china de Yumnan en 1855. Afectò gravemente a Hong Kong en 1894 y se extendiò a otros continentes provocando numerosos casos en la India. Se calcula que causò 10 millones de fallecimientos entre 1898 y 1918. Alcanzò lugares tan lejanos como Cuba y Puerto Rico donde se registraron casos en 1914. La cuarta pandemia, conocida como COVID 19, se desatò en 2019. El brote de la enfermedad, producida por una variante  del virus Corona Virus, se detectò en la ciudad de Wuhan, en China y rapidamente se propagò a los cinco continentes.  El Corona Virus es un virus descubierto  en 1960 y del cual, hasta el momento, se han registrado 39 especies. En la actualidad la pandemia se mantiene en pleno desarrollo por lo cual no es posible determinar el numero de infectados y la cantidad de muertos.

Vi y mirè un caballo negro y el que iba sentado sobre el tenìa en su mano una balanza. Y oì una voz como si fuera en medio de las cuatro criaturas vivientes decir: un litro de trigo por un denario y tres litros de cebada por un denario y no dañes el aceite de oliva y el vino.   Apc. 6.5

La Hambruna es una situaciòn que se da cuando un paìs o una zona geogràfica no posee suficientes alimentos para proveer a la poblaciòn, elevàndose la tasa de mortalidad, como resultado del hambre y la desnutriciòn. Generalmente se produce por condiciones climatòlogicas adversas, como sequìa e inundaciones, por epidemias que impiden el trabajo productivo, por plagas o enfermedades que asolan las cosechas, tambièn por la aplicaciòn de polìticas econòmicas erradas que generan distorsiones como la hiperinflaciòn, que limita severamente el acceso de la poblaciòn a las provisiones.
A lo largo de su historia  la humanidad ha padecido de grandes hambrunas. En 1845 el hongo de la Roya afectò las cosechas de patatas en Irlanda muriendo cerca de un millòn de personas, victimas de desnutriciòn y epidemias como consecuencia del hacinamiento, bajo condiciones insalubres, de gran parte de la poblaciòn rural , que se desplazò a las ciudades en busca de comida. A finales del siglo XIX fallecieron cerca de 40 millones de seres humanos en la India. Entre 1932 y 1933 el hambre acabò con la vida de 3,5 millones en la Uniòn Sovietica. En el perìodo comprendido entre 1959 y 1961 murieron cerca de 45 millones de personas en China, producto de la combinaciòn de factores climaticos (sequìa) y la aplicaciòn de polìticas erradas de Mao Tse Tung en lo que se conociò como el Gran Salto Adelante. En 1970, la sequìa devastò a la poblaciòn de Etiopìa causando un millòn y medio de muertos.

Saliò otro, un caballo de color de fuego y al que iba sentado sobre el se le concediò quitar de la tierra la paz para que se degollaran unos a otros.  Apc. 6.4

Desde que el hombre habita el planeta la guerra es una constante en su accionar. Los enfrentamientos bèlicos han sido tan numerosos y frecuentes a lo largo de todos los siglos que resultarìa ocioso abundar sobre ellos; sin embargo dos grandes guerras mundiales, la Primera y la Segunda, llamadas asì por la cantidad de paìses involucrados, (32 y 23, respectivamente) han diezmado la raza humana, esparciendo la muerte y sembrando la tierra de desolaciòn. En la Primera Guerra Mundial (1914-1919) murieron cerca de 30 millones de personas y en la Segunda (1939- 1945), segùn cifras conservadoras, perecieron 60 millones.

Vi y mirè, un caballo blanco  y el que iba sentado sobre el tenìa un arco y le fue dada una corona y saliò venciendo para completar su victoria.  Apc. 6.2

A este jinete se le llama La Palabra de Dios, tambièn Rey de reyes y Señor de señores. El sìmbolo del caballo blanco es muy apropiado pues en las Sagradas Escrituras el color blanco se asocia con la justicia. De los cuatro jinetes tres traeràn sobre la tierra, muerte, hambre y guerra y uno, el que monta el caballo blanco, serà el encargado de restablecer el orden.
"...entonces Cristo marcara  el inicio del nuevo cielo y una nueva tierra y una nueva Jerusalen que serìa la morada eterna de los creyentes. No habrà màs pecado, ni dolor, o muerte.."  EFO.

lunes, 25 de marzo de 2019




LIFE SAVERS


El vacío es algo más que la ausencia de todo. No es solo un espacio ocupado por nada. Es la nada ocupando todo espacio. Es una oquedad que nos copa totalmente, que nos plena absolutamente. Nos llena de soledad. De ausencias totales. El vacío es una perdida, un adios, un hasta nunca. Cuando perdemos la esperanza y nos entregamos  el vacío nos posesiona.
El vacío es algo más que no tener nada. Es carecer de aquello que consideramos elemental, imprescindible. Cuando entre dos se abre un espacio, que nada llena, la soledad del alma se posesiona de ambos. La soledad es ayuno, ausencia, falta.
Todos somos solitarios. Vivimos nuestra existencia dependiendo de nosotros mismos. Colocados en trance de muerte, nada más contamos con nuestras reservas, físicas o espirituales, para dar el salto a ese vacío que amenaza con tragarnos. Nacimos en solitario, dependiendo de nosotros mismos para subsistir, para empezar a vivir y así, en solitario morimos, dependiendo de nosotros mismos para dejar de vivir. Pero la soledad no es sinónimo de vacío, ni tampoco el vacío mismo, la soledad es un complemento, un accidente. La soledad tampoco es ausencia de compañía. Podemos, de hecho lo estamos casi siempre, estar solos en medio de una multitud. Podemos, de hecho lo estamos, estar solos en compañía de alguien próximo. La soledad es también una forma de existir, de cumplir un ciclo, de llenar un tiempo. La soledad es una manera, un gesto, que en muchos es habitual, natural, inherente.
Hay vacíos físicos y los hay espirituales. Los primeros rebosan un espacio de nada. Ocupan con su insustancialidad una forma. Esos vacíos no son absolutos, pues están contenidos por el elemento que los guarda. El vacío total no existe, pues siempre estará limitado por una estructura que lo cerca. Los vacíos espirituales son más completos que los físicos pues el espíritu, el alma, es inmaterial, amorfa y por ende no puede contener nada. El vacío espiritual es, entonces, una manifestación, un sentir, una sensación. Ambos vacíos, el físico y el espiritual, se complementan. Uno no puede existir sin el otro, pues percibimos el vacío espiritual a través de nuestros sentidos, de nuestra mente, de  elementos de nuestra naturaleza humana, de nuestro ser material.
El vacío también puede ser dulce pues aunque parezca anecdótico, su mejor definición la encontramos en la Patente del  caramelo américano, Life Savers: Salvavidas es nada encerrando en un circulo.  EFO.



sábado, 23 de marzo de 2019



EL RUIDO DEL SILENCIO


No se desde cuando, ni como, pero noto que desde hace tiempo dejé de percibir tu voz. Ya no escucho su sonido metálico dentro de mi. Es como si de repente algo se hubiese roto, separándonos, distanciándonos. La ausencia de tu voz se suma a la ausencia de otras voces que aprendí a silenciar cuando dejaron de interesarme.
Con las voces, con todas las voces, siempre tuve una conexión. Soy capaz de  diferenciarlas, de distinguirlas. Conozco el significado de cada una. Me estremezco con sus estridencias o me conmuevo con sus susurros, porqué las voces, sabes, algunas veces susurran. 
Hay voces de guerra, son palabras altisonantes, que incitan a la discordia, que convocan a la lucha. Esas voces presagian grandes males, nos alertan sobre sucesos terribles que están por suceder. Hay voces de paz, que nos hablan de entendimiento, de armonía. Esas voces anuncian tiempos buenos que están por venir. Las de angustia, son llamados de auxilio. Las de dolor nos desgarran por dentro, son lamentos de una pena con la que estamos obligados a vivir pues no hay bálsamo que mitigue el sufrimiento que nos produce. Hay voces a las que siempre presto atención: a las de suplica, a las de peticiones, a las de renuncia. Atenderlas es un deber. Escucharlas una obligación. Hay voces que gritan en coro, que se juntan y a veces suenan como una sola, son las voces del remordimiento, de la culpa, de la conciencia. Esas nos mortifican, nos atormentan, nos hacen sentir culpables. Las voces de arrepentimiento conllevan, casi siempre, la promesa de no volver a caer, de no incurrir en el mismo error, pero solo debemos creer en ellas cuando estemos ciertos de la contrición verdadera para así poder darle oídos a las de perdón que brotan del fondo de nosotros mismos, que nos conmueven el espíritu. Cuando cunde el desconsuelo y callan las voces de la alegría podemos escuchar el lastimero sonido del llanto. Es una voz sorda, quejumbrosa, que nos estremece, que nos pone tristes. La voz del llanto hiere el corazón. Desde siempre he desestimado la voz de la rabia. Le temo, porque se que muchas veces nos ciega, nos arrastra, nos obliga a hacerle coro. La rabia es una mala hierba que crece dentro de nosotros y a la que hay que  contener, no dejar salir, arrancar.
Me gusta escuchar la voz de la esperanza, pues me reconforta, me reconcilia con mi ser interior. Pero sobre todas las voces distingo una, a la que siempre escucho, a la que nunca rechazo, esa es la voz del silencio. Esa voz me cubre totalmente, se abre paso desde el fondo de mi alma, invadiéndome. Se asoma a mi conciencia callando todos los ruidos. Es densa, profunda, espesa. esa voz grita dentro de mi y su grito, el grito del silencio asorda los sentidos, se convierte en eco estacionándose en el tiempo. El silencio es un ruido... mi gran ruido. EFO.