EL DESEO
El deseo es marejada que crece. Llama que calienta. Remolino que agita. El deseo es necesidad sin satisfacer. Preguntas sin respuestas. Potencia, pero nunca acto. Ganas de hacer, de tener. Gritos sin ecos. El deseo es ola que se encrespa. Viento que aúlla. Rayo que alumbra. Facón que hiere. Furia desatada. El deseo es fuerza incontrolable, es calor que escala las rodillas, sube por los muslos, se enrosca en la cintura y anida en el corazón. El deseo es impulso que mueve. El deseo paraliza la razón. El deseo es instintivo. El deseo tiene el poder de un terremoto, el calor de un volcán. El deseo es infinito. Es múltiple. Se disfraza con cualquier cosa. Vaga desnudo. Se esconde bajo cualquier piel. Aflora en cualquier momento. El deseo es impaciente, impulsivo, persistente. Es fuente inagotable. El deseo insatisfecho duele. El deseo satisfecho no se sacia, quiere más, siempre más. El deseo se inflama ante el rechazo. El deseo vive en cualquier cuerpo. Duerme en los harenes, espía en los gineceos, viste de encajes, se tapa con celosías. Habita los espacios oscuros del alma. Señorea en los prostíbulos. Flagela a los posesos. El deseo es denso, profundo. El deseo es el preludio de un acto de contrición. El deseo es el complemento del perdón. El deseo consume como un tizón. El deseo inmoviliza como un miedo. El deseo viaja en las espaldas de las mujeres. El deseo se exhibe en las comisuras de los labios, en los óvalos de los ojos, en los mechones de pelo. El deseo salta en los tobillos, se pega a los muslos. Se desea lo que se ve y lo que se imagina. El deseo mortifica a los frailes. Llora en las celdas de los monasterios. Se baña de sol a la orilla de las playas. Gira con las cadencias de los bailes. Se atornilla en las caderas. Se abrocha a los senos. El deseo deseado es permanente espera. Es tormenta desatada. El deseo es prisionero de sus propias ansias. El deseo seduce como una sonrisa. Lastima como el desprecio. Hipnotiza como una víbora. El deseo es ansiedad repartida en todo el cuerpo. El deseo es temblor de manos, bullir de sangre. El deseo es misterio virginal. Sombra en el ocaso. Duelo en la vejez. El deseo es jinete de los pensamientos. Juez de honras, verdugo de virtudes, tirano de los sentidos. Es artífice de encuentros, cómplice de seducciones. El deseo es Celestina irredenta. Es locura que atormenta. Es boca que muerde. Uñas que desgarran, ojos que desnudan. Es vórtice de un ciclón, aguijón que excita, espuela que pica. El deseo es agonía, apremio. El deseo es espera, vela. El deseo es promesa, preludio. EFO.
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