martes, 15 de mayo de 2012








LOS CUERPOS



Los cuerpos son cofres que solo abren quienes tienen la llave que cale en su cerradura. Son estructuras de textura diversa y forma variable. Pero todos tienen algo en común: se les puede sentir, palpar, oler, y oír. Los cuerpos son portadores de secretos. Esconden historias. Se podría decir que son estuches que guardan cosas. Todos tenemos un solo cuerpo, pero a lo largo de nuestra existencia solemos posesionarnos temporalmente de otros. Esa posesión, física o espiritual, puede ser individual, de un solo cuerpo o colectiva, de varios. Antes de nacer nuestro cuerpo habita en otro, vive allí. Al desprenderse de ese refugio temporal, pasa, por diversas razones, a ocupar espacio en las mentes y almas de otros, que lo acogen como propio, que lo quieren, o de cuerpos que lo aborrecen, para quienes no es grato. Esa forma de ocupar se mantendrá a lo largo de toda nuestra vida. Todo cuerpo contiene un alma y la unión de ambos conforma una unidad. Un cuerpo no puede ser considerado exclusivamente como un envoltorio. En realidad es algo más que eso. Se trata de un sistema integrado por una parte física y otra espiritual. Al albergar un alma, el cuerpo debe considerarse como el custodio de un ente. Su función es preservar lo que se le ha confiado. Entre cuerpo y alma existe una interacción. El cuerpo puede modificar el alma, purificándola, aquilatándola o envileciéndola, degradándola. Cuerpo y alma se contrapesan en busca de equilibrio, evitando desajustes que los lleven a los extremos. Los cuerpos son mortales, es decir perecederos. Una vez que han sido usados por un tiempo son desechados y sometidos a un proceso de autodestrucción.
Los cuerpos emiten sensaciones, con la finalidad de provocar reacciones, en otros cuerpos a los que quieren abrir. Los cuerpos fabrican sus llaves, en función de las repuestas que generen en los otros sujetos a ser abiertos. Esto es una doble vía, pues cada uno de los cuerpos interesados en abrir y ser abierto fabricará su llave con los materiales que produce y que recibe. Abrir un cuerpo para poseerlo no es tarea fácil. Para ello se requiere destrabar el cerrojo que el dueño original mantiene sobre la estructura que le es propia; la llave que se utiliza para eso puede estar hecha de compasión, deseo, dinero o de cualquier otro material. Solo un cuerpo puede abrir otro cuerpo. A veces, no tenemos la llave del cuerpo que deseamos y tenemos que conformarnos con dejarlo cerrado; cerrado para nosotros, disponible para otros. Es posible abrir un alma sin tocar el cuerpo y viceversa. No existen dos llaves, una para el cuerpo y otra para el alma. Es una sola pero al girarla hacia un lado, imprimiéndole determinada presión, abre el cuerpo y al hacerlo hacia el otro lado, con distinta presión, abre el alma. Al contrario de las almas conocemos el funcionamiento de los cuerpos, sabemos de que materia están hechos y quienes y como los hacen. A nosotros solo se nos permite fabricar la llave para abrir cuerpos. No existe un cerrajero universal de cuerpos. Ni una única técnica para abrirlos. Cada uno de nosotros somos hacedores de llaves y maestros en el arte de descentrabar cuerpos. EFO.



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