LOS SUEÑOS
Los sueños son visiones que nos asaltan desde niño. Imágenes que se instalan en nuestras mentes apenas nacemos. Que nos acechan, que nos espían, esperando el momento de presentarse, de mostrarse, de asumir su propia identidad. Fantasías que viven en el fondo de un escaparate vacío. Son como películas nunca imaginadas. Fragmentos de realidades que entrechocan con los deseos. Son proyecciones de lo que queremos, de lo que sentimos, de lo que nos atormenta. Los sueños están vivos. Viven dentro de nosotros. Salen de noche a recorrer los caminos de nuestra imaginación, a descansar a sus orillas. Son pequeños seres que van creciendo, tomando forma, desarrollándose, haciéndose grandes, fuertes, poderosos, incontrolables. Hay sueños persistentes, repetitivos, que nos visitan desde siempre, continuamente, como si quisieran decirnos algo. Hay otros que vienen y se van. No vuelven nunca. Y no pueden hacerlo sencillamente porque no los recordamos. No están en el archivo de la memoria. No podemos evocarlos. Son huidizos, babosos, resbalosos, inatrapables. Hay sueños de los cuales nos cuesta desprendernos. Despertamos y al volver a dormir se instalan de nuevo en nosotros. Son como una historia novelada. Los peores son los que nos atormentan, nos asustan. Escapan de lo más profundo de nuestros miedos y nos aterrorizan. Son como cuentos de terror. Son sueños negros, donde el miedo nos atenaza, dominándonos, impidiéndonos despertar, salir de ese espanto. Esos sueños se confunden con la realidad, se mimetizan con ella. Hay sueños rosas, son historias de amor en las cuales en algunas ocasiones actuamos nosotros mismos y en otras cedemos el protagonismo a otras personas. Los hay también de aventuras. En ellos emprendemos viaje hace regiones ignotas. Son viajes reales en los cuales desarrollamos un rol, desempeñamos un papel. Hay sueños eróticos, algunos los llaman húmedos, donde damos rienda suelta a los impulsos, satisfacemos ansias reprimidas, hacemos realidad nuestros deseos. También hay sueños locos, que cambian constantemente de escenario y trama, donde entran y salen actores, como si se abrieran y cerraran puertas. Son sueños frágiles, inestables.
Una sucesión de sueños cortos, distintos entre si, no siempre hace un sueño largo, coherente, vertebrado. A veces varios sueños cortos, seguidos, unidos lucen disparatados, sin sentido, pero al analizarlos nos damos cuenta que son una misma cosa, que tienen algo en común. Es como una historia contada por distintos personajes, desde sus respectivos puntos de vista.
Nadie ha logrado jamás desentrañar el mecanismo que echa a andar los sueños. Nadie sabe como y por qué se producen. Nadie es capaz de explicar por qué a veces se sueña en blanco y negro y otras a full color.
Cuentan que hay sueños que se convierten en realidad. Esos son los que escapan a galope, los que atraviesan raudos las puertas de la utopía. Esos sueños son extraños, pero no por ello inexistentes. Son producto de nuestras ansias, de los deseos que nos mortifican. Dicen que esos sueños-realidad, son un raro regalo de los Dioses, y que nos son dados para mitigar nuestros dolores; pero hay muchos que piensan que los Dioses, son solo sueños, que nunca han existido o que murieron hace tiempo. EFO.
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